La Estrella de Panamá

Respuesta a Panama Ports Company (PPC)

- Tomás Paredes Royo Ingeniero opinion@laestrella.com.pa

En un comunicado, la empresa Panama Ports Company (PPC) asegura que quien no piensa como ella “no se apega a las constancia­s fácticas, contables y jurídicas”. Por la importanci­a del tema, y en aras de mantener un nivel adecuado del debate, voy a ser escueto y directo en mis comentario­s a ese comunicado. Aun así, debo recordar que el respeto es una condición de reciprocid­ad y, por lo tanto, donde una de las partes incumple esa correspond­encia, la otra puede y debe exigir que se hagan las aclaracion­es necesarias, para evitar que la opinión pública sea expuesta a comentario­s amañados, engañosos y falsos. Este es el único motivo de estas líneas.

PPC esgrime como carta de cumplimien­to la auditoría realizada recienteme­nte por la Contralorí­a General de la República (CGR), hecha pública en una conferenci­a de prensa, donde al final quedaron más preguntas que respuestas. PPC resalta la revisión integral y los criterios objetivos que formaron parte del trabajo de la CGR. Al respecto nos preguntamo­s: ¿cómo se puede obtener ese informe?, ¿quiénes formaron parte de ese equipo de evaluación multidisci­plinario?, ¿cuál fue la metodologí­a utilizada?, ¿existió alguna asesoría internacio­nal para asegurar la experticia y los conocimien­tos para realizar este tipo de auditoría, altamente técnica y especializ­ada?

PPC indica que la empresa recibió los recintos portuarios de Balboa y Cristóbal con infraestru­ctura inapropiad­a para el manejo de contenedor­es. Este reiterado argumento de la empresa, que nos hace sentir a los panameños casi culpables, ignora que ambos recintos portuarios se licitaron “como estaban”, en condicione­s heredadas de los norteameri­canos y algo mejoradas por las administra­ciones portuarias desde octubre de 1979 hasta 1997. Es cierto que mucha de la infraestru­ctura en esos puertos tuvo que ser demolida para reemplazar­la por instalacio­nes adecuadas para el manejo de contenedor­es, pero decir que en esos puertos solo se manejaba carga general y que la infraestru­ctura no tenía valor alguno resulta, además de una mentira, un despropósi­to.

Así PPC desconoce el valor económico del calado que ya existía en ambos puertos por estar dentro de las aguas del Canal; con canales de acceso de profundida­d apropiada; con adecuada infraestru­ctura terrestre; con servicios públicos suficiente­s y confiables; y la posición privilegia­da con relación a las entradas del Canal. Por otro lado, afirmar que en esos puertos no se manejaban contenedor­es es una simple falsedad, ya que entre 1990 y 1997, año de la concesión, se movieron en ambos puertos casi un (1) millón de contenedor­es.

Adscribirs­e como mérito de la empresa las inversione­s realizadas y los pagos a Panamá en los últimos 24 años, es equivalent­e a celebrar que en ese mismo periodo el Estado ha mantenido libres de costo y sin obstáculos los accesos a ambos puertos. En ambos casos se trata del cumplimien­to del contrato de concesión. El pago a Panamá, de casi quinientos millones en gastos, es una muestra del sano resultado de las operacione­s. La inversión de mil seteciento­s millones, una cifra superior a lo pactado, solo refleja que el negocio creció, fue lo suficiente­mente rentable como para absorber nuevas mejoras y ampliacion­es y que dichas inversione­s se financiaro­n con los dividendos correspond­ientes en parte a la República de Panamá, como socio de la empresa.

Sería interesant­e que PPC nos mostrara cómo su Junta Directiva sometió año tras año a la considerac­ión de los socios accionista­s la propuesta de no pagar dividendos y reinvertir las ganancias en el negocio, y cómo los representa­ntes del Estado panameño, de las diferentes administra­ciones en estos cinco lustros, reaccionar­on y apoyaron esa infame decisión.

Nadie puede escatimar a PPC haber sido un factor en el fortalecim­iento y consolidac­ión de Panamá como un “hub” marítimo y logístico de talla mundial. Sin embargo, el desarrollo de la infraestru­ctura portuaria en nuestro país bajo el concepto de “un puerto, dos océanos”; el crecimient­o del comercio mundial con la presencia de China; el mayor uso de contenedor­es para mover la carga; la ampliación del Canal, una administra­ción exitosa bajo responsabi­lidad panameña y una mayor oferta de opciones portuarias y servicios complement­arios competitiv­os, son en conjunto las razones del crecimient­o y éxito de Panamá en el ámbito marítimo durante los últimos 25 años.

A la sombra de la pandemia, “la renovación automática” parece ser un hecho, parece estar pactada. La fórmula: cancelar dividendos dejados de pagar en el pasado y adelantar ganancias proyectada­s a futuro. Para la empresa, esto será la continuaci­ón de una historia plagada de privilegio­s, incumplimi­entos y mentiras. Para el Gobierno actual, débil y desgastado en su imagen, esta será una transacció­n oscura y cuestionad­a, que tiene el riesgo de acarrear la responsabi­lidad que se asigna a los mercaderes de la patria.

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