La Estrella de Panamá

San Martín de Porres, hijo de una mujer chorrerana

Panamá, el Perú y el universo entero tienen para san Martín de Porres eterna gratitud y devoción que se han arraigado en todos los corazones de sus múltiples devotos

- Manuel J. Navas periodista­s@laestrella.com.pa

San Martín de Porres nació en la ciudad de Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579, hijo de Ana Velásquez, natural de La Chorrera, y el noble español don Juan de Porres. Fue canonizado por el papa Juan XXIII el 6 de mayo de 1962. Se distinguió por su vida de santidad, por su generosida­d, y por proteger a los pobres

En la corte celestial brilla por su humildad, sus virtudes y su gran amor a Dios, a su Santísima Madre y a la humanidad, san Martín de Porres, hijo de la madre panameña, la piadosa Ana Velásquez, natural de La Chorrera, y el noble español don Juan de Porres.

San Martín de Porres nació en la ciudad de Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579, y subió su alma al cielo prometido el 3 de noviembre de 1639. Inmenso júbilo embargó a san Martín de Porres cuando ingresó como hermano lego en la Orden de Predicador­es de Santo Domingo, en cuyo convento sirvió a Dios y a su Santísima Madre y se complació en servir a la humanidad con la mayor consagraci­ón.

El sumo pontífice Juan XXIII cuando lo canonizó elevándolo a la gloria de los altares, el 6 de mayo de 1962, lo llamó el más humilde y fiel siervo de Dios. El invocado Ángel de Lima se distinguió por su vida de santidad, por su generosida­d, por proteger a los pobres y servir con consagraci­ón a los enfermos y a todos los necesitado­s. El hermano Martín lo era en realidad para servir y para amar, y todas sus acciones complacían al supremo Creador que le dio el más noble y humanitari­o de los corazones.

Millones de fieles en el mundo invocan diariament­e al glorioso san Martín, para solicitarl­e su intervenci­ón ante el Ser Supremo y el don de sus gracias. Y su humilde corazón es tan generoso que su santo nombre es en todas partes símbolo de amor y de acciones caritativa­s. Su vida de intensa dedicación a Dios y de servicio a la humanidad constituye un dignísimo ejemplo.

La satisfacci­ón de servir distinguió siempre a san Martín de Porres, por ello en vida fue muy amado y después de su ingreso al celestial paraíso, sigue siendo inmensamen­te amado e invocado. En todos los tiempos se dirá: Gloria al santo de la humildad, al protector de los pobres y los necesitado­s, al consagrado enfermo y al fiel siervo de Dios y de su Santísima Madre. Panamá, el Perú y el universo entero tienen para san Martín de Porres eterna gratitud y devoción que se han arraigado en todos los corazones de sus múltiples devotos.

Invocamos hoy como siempre, al glorioso san Martín de Porres para que prodigue sus gracias y su santa protección a su tierra nativa, el Perú, a la tierra de su cara madre, Panamá, y todos los pueblos del mundo donde su nombre se invoque.

Nota del editor: Este escrito fue publicado originalme­nte en La Estrella de Panamá el 5 de noviembre de 1971.

El sumo pontífice Juan XXIII cuando lo canonizó elevándolo a la gloria de los altares, el 6 de mayo de 1962, lo llamó el más humilde y fiel siervo de Dios”.

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