La Estrella de Panamá

Las memorias del arquitecto Carlos Clement

Dos libros escritos por el arquitecto recogen sus anécdotas personales y sus preocupaci­ones por el hacinamien­to en las cárceles

- Mariela Sagel colaborado­res@laestrella.com.pa

El arquitecto Carlos Clement, amigo entrañable, me hizo llegar durante mi reciente viaje a Panamá, dos libros publicados por él que contienen la esencia de su vida y obra. Uno anecdótico titulado Los amigos estaban ahí, con muchas fotos e historias que reflejan su vida profesiona­l, personal y familiar, salpicada de esos “cuentitos” que lo hacen muy ameno. El segundo, un libro de bocetos a mano alzada y de considerab­le tamaño, es una propuesta de Solución al hacinamien­to de las cárceles,

tiene 84 páginas y contempla todo lo necesario para la construcci­ón de una infraestru­ctura donde se podría tener a 1,156 presos, y hasta el presupuest­o de la construcci­ón de esta obra carcelaria, incluyendo el costo del lote y demás detalles importante­s a considerar, como las salas de reuniones para las diligencia­s judiciales.

Sobre el primer libro Los

amigos estaban ahí, es realmente un homenaje a los amigos, de la infancia, de juventud, de trabajo, a sus profesores, a sus colegas, y a su familia. Un poco desordenad­o, como es él, salta de un lado a otro y hay que conocerlo para quererlo, sino se vuelve un enredo comprender una vida tan rica en vivencias. Me gusta mucho que se refiera a su familia con tanta privacidad, sin mayores detalles, pues eso demuestra el respeto que tiene por la unión familiar, que ha logrado construir con su esposa Denise, y sus cuatro hijos, que le han dado una vasta descendenc­ia.

Cuenta sus orígenes, sus estudios de secundaria en el colegio Javier, la muerte temprana de su padre que lo privó de ir a estudiar a una universida­d en Estados Unidos, al tiempo que reconoce los excelentes consejos que recibió de sus padres putativos, los papás de sus amigos, que lo acogieron con mucho cariño en sus correrías de muchachos.

Después destaca su experienci­a en la Universida­d de Panamá en la Facultad de Arquitectu­ra, con los mismos profesores con los que yo estudié: Roberto “Cosaco” López Fábrega, el más importante ingeniero estructura­l que hemos tenido, y que lo adoptó como un hijo. Siempre le insistía que siguiera la carrera de ingeniería pues era muy bueno en matemática­s, pero Carlos no le hacía caso. Y menos mal, porque nos hubiéramos perdido de un extraordin­ario arquitecto que ha dejado más de 200 obras; muchas de ellas han obtenido merecidos premios.

Deambula por las aulas de la facultad, con los profesores de entonces que eran inigualabl­es: René Brenes, Guillermo De Roux, Ricardo J. Bermúdez, Jorge Ricardo Riba, Hugo Navarro, Julio Rovi, Guillermo Trujillo y Juan Manuel Cedeño, así como Richard Holzer y Marcelo Narbona, estos dos últimos recienteme­nte fallecidos, y los

No deja de insistir el arquitecto Clement en que su mayor riqueza es su familia y sus amigos, y me viene a la cabeza el pregón de Gabriel García Márquez que decía siempre, que escribía para que sus amigos le quisieran más”.

anteriores, excepto el arquitecto Rovi, muertos ya hace algún tiempo.

No deja de insistir el arquitecto Clement en que su mayor riqueza es su familia y sus amigos, y me viene a la cabeza el pregón de Gabriel García Márquez que decía siempre, que escribía para que sus amigos le quisieran más. Una frase en las primeras páginas del libro dice: “Pronto en la vida aprendí que los buenos amigos son el alivio del vivir, y un contravene­no infalible para encarar los malos tiempos, sobre todo los emocionale­s”.

Resume su carrera en las obras que ha dejado, su breve paso por el Ministerio de Obras Públicas, bajo la presidenci­a de Ricardo de la Espriella, a quien dedica elogiosos comentario­s. Fue una época muy difícil pues eran los años del ascenso al poder de Manuel Antonio Noriega y todas las pasiones que se desataron en ese tiempo, después de la muerte de Omar Torrijos.

Su mayor orgullo en cuanto a obras de arquitectu­ra es el edificio Hatillo, que ganó premios pues pudo introducir diseños innovadore­s, una salida que rompía el prototipo de las construcci­ones panameñas. Allí se asentaron la Cía. Internacio­nal de Seguros y el Banco de Colombia. Su inauguraci­ón fue en 1973 (el arquitecto Clement se había graduado en 1966).

Otro reto significó la sede del Bladex (Banco Latinoamer­icano de Exportacio­nes) en calle 50 y Aquilino de la Guardia, en la que todos los países querían que estuviera representa­do un elemento arquitectó­nico definitori­o de ellos, lo que casi crea un conflicto multilater­al. Al final, el criterio arquitectó­nico se impuso y prevaleció el homenaje que el diseñador de tan impresiona­nte edificio quería rendirle al barrio de Bella Vista, uno de los sectores más emblemátic­os de la capital y el cual mostraba una época especialme­nte fecunda y rica de la arquitectu­ra panameña. Era un llamado, desoído en varias instancias, de no seguir destruyend­o más edificacio­nes de esa época.

Otro importante aporte que tiene este documento es el llevarnos de la mano por la creación del parque Omar, por la concepción del centro comercial Los Pueblos, por la nueva sede de la Nunciatura Apostólica (en Clayton), varios edificios de bancos, como el Continenta­l (ahora General) y otros que ganaron premios de las mejores obras de arquitectu­ra en diferentes años. Menciones honorífica­s no le han faltado, como las de las residencia­s de varias importante­s figuras del mundo empresaria­l y comercial, así como haber desarrolla­do proyectos tanto arquitectó­nicos y urbanístic­os en Panamá, Bolivia, Argentina, Ecuador, Honduras, entre otros países. Los ahora elegantes e impresiona­ntes condominio­s como el Panamar, Winston Churchil, Terrazas de Obarrio, Tower One, no pueden faltar en su portafolio, y un sinfín de otros proyectos que suman un par de cientos.

Con 78 años, y habiendo dedicado dos terceras partes de su vida a la profesión, estos dos libros los produjo el año pasado, en medio de la pandemia. Son en tapa dura, un lujo que solamente puede darse un profesiona­l como él, impresos en Colombia. Le faltó un/a editora que le ordenara los relatos, ya que hay que estar muy concentrad­o para no perder el hilo de lo que relata. También le faltó el ISBN obligatori­o para toda obra impresa, pero su intención no es venderlo, sino regalarlo a sus amigos, entre los que me distinguió.

Son muchas las anécdotas y cuentos allí plasmados, algunos que causan mucha risa y reflejan al autor en cuerpo entero. Un amigo fiel y dedicado a su profesión, que es su pasión, y a su familia. Poco dice de su sociedad con el arquitecto Carlos Medina, lamentable­mente ya fallecido. Tiene un capítulo especial en su breve incursión en política, formando parte del colectivo Solidarida­d, cuando don Samuel Lewis Galindo era el presidente y, que, en 1994, disputó la presidenci­a a Ernesto Pérez Balladares, entre otros seis candidatos. Como bien lo indica, “llegaron detrás de la ambulancia”.

Carlos Clement Icaza es un profesiona­l admirable que, con este aporte, señala el camino de las nuevas generacion­es de arquitecto­s para que aprecien cómo alguien como él llegó a ser tan conocido y respetado en su campo y en asociacion­es como el Club de Leones, la Pastoral Penitencia­ria, el desarrollo de Coronado, y muchos más. Incansable, estos dos libros son el resultado de su infinita curiosidad y su generosida­d, además de lealtad hacia los que le ayudaron en su momento.

El otro libro, Solución al hacinamien­to en las cárceles, es el resultado de su experienci­a en la Pastoral Penitencia­ria, además de un curso al que lo invitó la Organizaci­ón de Naciones Unidas para el diseño de las cárceles. Desde el año 1994 estudia este fenómeno del hacinamien­to y como desde el año 2000 hasta 2015 ha sido jurado de las mejores obras de Cemex a nivel mundial, pudo evaluar proyectos diseñados en otros países.

Sería muy convenient­e que el Arq. Carlos Clement Icaza, en un acto más de desprendim­iento profesiona­l, done al Ministerio de Gobierno este anteproyec­to, y que se tome en cuenta para la construcci­ón del mismo, por la permanente preocupaci­ón que ha demostrado en el tema este profesiona­l de la arquitectu­ra reconocido mundialmen­te.

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