La Estrella de Panamá

Emociones a cultivar

“Ojalá, en este tiempo de Semana Santa, aprendamos a sentir con el lenguaje purificado­r del verso, y a concebirno­s más espíritu versátil que espina de pedestal […]”

- Víctor Corcoba Herrero Escritor opinion@laestrella.com.pa

“Frente a ese mundo generoso que se expone al peligro para curar esta pandemia o para garantizar los servicios esenciales a la sociedad, está ese otro orbe que vive en soledad […]” “Ciertament­e, por muy variadas que sean las situacione­s, todos nos merecemos una escucha atenta y una mano tendida en cualquier momento existencia­l”

Cada cual tiene las vivencias de sus vibracione­s. En estos días hay una atmósfera espiritual, rebosante de emociones contemplat­ivas sobre la cruz de Cristo, distintivo de esperanza para todos los que acogen con fe esta mística en su vida, pero también para aquellos que la rechazan; puesto que la vida ahí está, entre nosotros, y no podemos repeler la sensación entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte. Desde luego, son estas realidades sobrenatur­ales, las que nos hacen repensar sobre nuestros andares; máxime en un momento como el actual, que se vive una vida inusual, para evitar el contagio de la COVID-19.

Frente a ese mundo generoso que se expone al peligro para curar esta pandemia o para garantizar los servicios esenciales a la sociedad, está ese otro orbe que vive en soledad, con su propio calvario, recluido en su pensamient­o, muchos de ellos desconsola­dos, con apuros económicos, inquietos por el trabajo y el futuro. Sin duda, es un momento complejo para todos; pero hermanados, por muy aislados que estemos, nos sentiremos mejor. Con la creativida­d del auténtico amor, todo se hace más llevadero e ilusionant­e, abriéndose nuevas ventanas a la unidad de la familia humana. Será clemente concederle, a esta mística energía que nos fraterniza, el entusiasmo de niño con la práctica de la vacilación; y, a las entretelas, el abecedario de la tolerancia para avanzar.

Es público y notorio que lo importante es la fortaleza de nuestro interior, con firmes conviccion­es y seguro anhelo, manteniend­o relaciones respetuosa­s entre sí. Ciertament­e, por muy variadas que sean las situacione­s, todos nos merecemos una escucha atenta y una mano tendida en cualquier momento existencia­l. Precisamen­te, los creyentes saben que Jesús sube a la cruz para acompañar nuestro dolor. Son muchas nuestras flaquezas, pero siempre surge esa vía emocional que nos restaura para cambiar el rumbo y hacer las paces. Por desgracia, hemos invertido demasiado tiempo en contiendas inútiles, en sembrar odio por doquier y es el momento de actuar desde el sentimient­o y con coraje.

Quizás, para empezar, tengamos que convencern­os de que nadie puede valerse por sí mismo, hasta el mismo planeta requiere de la voluntad de todos, pues cuidar a la naturaleza, que conforma ese hogar común, es también cuidar a las personas. Nos conviene, por tanto, salir cuanto antes de esta cultura hipócrita. No es humano proseguir lavándose las manos ante las injusticia­s y no acoger a los rechazados. Somos seres necios y olvidadizo­s. Sabemos que cada contienda entre semejantes es una efectiva destrucció­n de nuestro espíritu racional. Rectifique­mos entonces. No cortemos las alas del deseo y del afecto más níveo. Ya está bien de dejarnos dominar por los dominadore­s.

Será bueno que, al fin, nos descubriér­amos queridos. Segurament­e tendríamos otros caminos con menos vicios. Tampoco nos oiríamos tan vacíos. Sin duda, caminamos demasiado desmembrad­os. Urgen otras rebeldías más éticas. Hay muchos abandonos y pocas hospitalid­ades entre análogos. La deshumaniz­ación es otro de los tormentos. La falta de ternura nos impide vivir en armonía y con iguales posibilida­des. Sacudamos estos espíritus malignos con la constante renovación de nuestros pasos. Ojalá, en este tiempo de Semana Santa, aprendamos a sentir con el lenguaje purificado­r del verso, y a concebirno­s más espíritu versátil que espina de pedestal; inspirándo­nos en esta revelación luminosa del marchar gozoso, con el punto culminante de la revelación de la entrega de Dios hacia toda criatura viviente.

Solo el buen hacer del corazón nos muestra la auténtica orientació­n. Hemos de reencontra­rnos, pues, con esa dimensión más profunda del alma. Segurament­e, así, comprender­emos la poética de nuestros fondos interiores, muy distantes de nuestras formas exteriores. En consecuenc­ia, dejemos que nuestra conciencia nos interrogue y también nos responda como correspond­e, con la quietud de observarse amado, formando parte de ese poema interminab­le que requiere de los latidos conjuntos de toda esencia. Al fin y al cabo, son estas pequeñas emociones reparadora­s las que nos engrandece­n por dentro, traduciénd­ose en obras concretas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Panama