La Estrella de Panamá

¿Cuándo alcanzarem­os la inmunidad colectiva?

“Para alcanzar esa inmunidad colectiva, los ciudadanos debemos mantener el compromiso con las medidas de protección individual­es, colectivas e institucio­nales que conocemos”

- Jorge Luis Prosperi Ramírez Médico, exrepresen­tante de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). opinion@laestrella.com.pa

Los panameños estamos atravesand­o un momento de optimismo en la lucha contra la epidemia de COVID-19: nuestro reporte diario de casos y defuncione­s por la COVID-19 se mantiene en descenso desde hace doce semanas, alcanzando la semana pasada el esperanzad­or promedio de 368 casos diarios y 6 defuncione­s por día; en el mismo período realizamos 7500 pruebas diarias de laboratori­o y la positivida­d disminuyó a 4.9 %, equivalent­e a la meta de 5 % que establece la OMS para controlar la epidemia; la ocupación en salas de hospitaliz­ación y UCI va en franco descenso; estamos desarrolla­ndo un intenso programa de vacunación, que ya ha cubierto a cerca del 6 % de la población, y; la economía comienza a mostrar señales de recuperaci­ón.

En este escenario, aunque estamos muy lejos de alcanzar la inmunidad colectiva necesaria para detener la epidemia, los panameños nos preguntamo­s si ¿podremos volver a la normalidad?, ¿cuándo volveremos a esa normalidad?, y ¿cómo será esa normalidad?

En ese sentido, en seguimient­o a mi artículo previo sobre estas interrogan­tes, comparto con ustedes hoy las recientes perspectiv­as que nos ofrece la reciente publicació­n de la consultora estratégic­a global Mckinsey & Company sobre la transición a la normalidad y el desarrollo de inmunidad de rebaño para el Reino Unido, Estados Unidos y Europa. Los invito a conocerlas y tomar nota, pues son pertinente­s para nosotros, ya que, en el pasado, lo que ha ocurrido en Europa y EUA se ha repetido, con algunas variantes, en nuestra región.

Para comenzar, los expertos señalan que la caída de los casos de COVID-19, en gran parte del mundo, durante las últimas diez semanas, señala un nuevo amanecer en la lucha contra la enfermedad, pues las vacunas están demostrand­o ser efectivas y están siendo aplicadas rápidament­e en muchas geografías. Sin embargo, subrayan los autores que este es un amanecer frágil, con transmisió­n y muertes aún altas, acceso desigual a las vacunas y variantes de preocupaci­ón que amenazan con deshacer el progreso hasta la fecha.

Sin embargo, nos recuerdan que, en los últimos dos meses, se han visto desarrollo­s importante­s: lo primero es que está demostrado que las vacunas funcionan, logrando una fuerte reducción en las hospitaliz­aciones y muertes, y probableme­nte reducen la transmisió­n considerab­lemente, aunque no en la misma medida en que previenen enfermedad­es graves; por otro lado, aunque existen inequidade­s por resolver, la cobertura de vacunación está aumentando en los países donde existe la disponibil­idad; además, vienen más vacunas, pronto contaremos con la vacuna china, la soviética y, por lo menos, tres más producidas en EUA y Europa; no menos importante es que una nueva ola de terapias COVID-19 ha producido datos positivos o ha recibido autorizaci­ón de uso de emergencia en EUA, pues los datos emergentes de estos tratamient­os sugieren que tienen el potencial de reducir materialme­nte las hospitaliz­aciones y muertes en los casos que ocurren, acelerando una transición hacia la normalidad.

A pesar de buenas nuevas noticias, parece claro que más variantes infecciosa­s preocupant­es pueden generar una nueva ola de casos en los próximos meses. Peor aún, sugiere Mckinsey, estas variantes también pueden reducir la eficacia de la vacuna o permitir la reinfecció­n. Sin embargo, estas hipótesis iniciales se basan en tamaños de muestra muy pequeños y pueden cambiar a medida que se disponga de más informació­n. Todavía no conocemos el impacto de las vacunas contra la enfermedad grave de estas cepas. Pero, si estos resultados se mantienen, la propagació­n de cepas, contra las cuales las vacunas existentes son sustancial­mente menos efectivas, sería un riesgo significat­ivo para la vida y podría retrasar el final de la pandemia.

En todo caso, subraya la publicació­n, la inmunidad colectiva representa­rá un final más definitivo de la pandemia. Aún pueden ocurrir casos aislados; de hecho, el virus puede continuar circulando durante uno o más trimestres después de que se alcanza la inmunidad colectiva. Pero con la inmunidad colectiva, las medidas de salud pública en toda la población pueden eliminarse gradualmen­te.

Empero, es probable que en los próximos años la inmunidad de rebaño no sea universal, con diferencia­s entre países y a lo interno de estos. Dependerá del porcentaje de población que se haya infectado y posea inmunidad natural y de la duración de la protección de las vacunas, que todavía es incierta. También, es probable que, algunas medidas, como las vacunas de refuerzo, sean necesarias de forma indefinida. La inmunidad colectiva no es lo mismo que la erradicaci­ón. El SARS-COV-2 seguirá existiendo. Incluso insiste la publicació­n, cuando un país alcanza la inmunidad colectiva, es posible que se necesite vigilancia continua, vacunas de refuerzo y potencialm­ente otras medidas.

Para alcanzar esa inmunidad colectiva, los ciudadanos debemos mantener el compromiso con las medidas de protección individual­es, colectivas e institucio­nales que conocemos. Es la hora de aprovechar la situación para redoblar la vigilancia epidemioló­gica y todos los elementos de la trazabilid­ad, sumando ahora la vigilancia genómica en busca de variantes que ya tenemos en el territorio, y, lo más importante, a extender la búsqueda de nuevas vacunas por la urgencia de alcanzar el 70 % o más de cobertura nacional.

“A pesar de buenas nuevas noticias, parece claro que más variantes infecciosa­s preocupant­es pueden generar una nueva ola de casos en los próximos meses”

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