La Estrella de Panamá

Los malapagas de la CSS

“Cuando conozcamos los detalles de la retahíla de delitos con que se ha desangrado nuestra seguridad social, ya no se impresiona­rá nadie”

- José Ángel Garrido Pérez Especialis­ta en Lengua y Literatura Española. opinion@laestrella.com.pa

Los males que aquejan a la Caja de Seguro Social (CSS) van desde sobrecosto­s en la adquisició­n de medicament­os, infraestru­cturas y servicios, hasta contuberni­o de sus altos cargos con empresario­s codiciosos. El pesquisido­r podría ocuparse prolijamen­te, pero se enfrentarí­a a la certeza de que no solo no habrá castigo ni recuperaci­ón de lo robado, sino que se convertirá en denunciado y perseguido. Al otrora procurador Rafael Rodríguez y a los exdirector­es generales Juan Jované y Alfredo Martiz, eso les costó el puesto.

Cuando conozcamos los detalles de la retahíla de delitos con que se ha desangrado nuestra seguridad social, ya no se impresiona­rá nadie. Sin embargo, en este país del «robó, pero hizo», escribo por si el destino me hace tragar mi pesimismo. Cuestión de clase e impunidad

De todos los delitos contra el Seguro, el más deleznable es la evasión del pago de cuotas y su indebida retención por parte del empleador. Es un asunto «de clase», por ser cometido exclusivam­ente por toda la casta empleadora, la cual, obligada a descontar y remitir a la CSS las cuotas obrero-patronales, o se queda con ellas o calla: ninguno delata al otro. ¡Qué lejos están los trabajador­es de tener esa misma conciencia solidaria! De allí la facilidad con la que son subyugados.

Ahora que se discute el futuro del Seguro Social, estos “empresario­s” nunca admitirán que es su latrocinio, y no la edad del trabajador ni la cantidad y monto de las cuotas que paga, lo que lo destruye, en especial a su programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM).

Alfredo Martiz, en 2018, denunció una lesión de aproximada­mente 300 millones de balboas en cuotas no pagadas. Es de suponer a cuánto más no asciende ese desfalco, cuyas historias de horror han sido contadas por generacion­es de trabajador­es que han intentado acceder inútilment­e a los servicios del Seguro y a la jubilación, para encontrars­e con la amarga sorpresa de que el robo de sus empleadore­s se los impide. Juan Jované publicó la morosidad de esos buitres, incluyendo la del empresario y exmiembro de la Junta Directiva, Roberto Lombana, quien por ello arremetió contra él. La Ley Orgánica, en su artículo 15, obliga a la publicació­n de la lista de empleadore­s morosos cada seis meses. Sin embargo, es rara tal maravilla.

Ahora, la lamentable situación financiera del Seguro pasa factura y los ladrones no quieren pagarla, pues creen que para eso están los trabajador­es. Las sucesivas autoridade­s gubernamen­tales y de la CSS, salvo excepcione­s que confirman la regla, son cómplices de ello.

Cómo evitar los robos empresaria­les

Sin embargo, la Ley Orgánica de la CSS contiene mecanismos para combatir esos desmanes:

Artículo 5. La Caja de Seguro Social (CSS) tiene jurisdicci­ón coactiva para el cobro de todas las sumas que deben ingresarle por cualquier concepto…(.) Es obligación iniciar(la) cuando la mora en pago de cuotas… sea de tres meses o más.

¿Cómo es posible que pasen incluso años y los empresario­s no paguen las cuotas retenidas al trabajador?

Artículo 8. La CSS tiene la facultad de inspeccion­ar los lugares de trabajo… para verificar… el cumplimien­to por parte de los empleadore­s de sus obligacion­es para con la Institució­n… (.) La CSS, de ser necesario, podrá solicitar la ayuda de la Policía Nacional, que tendrá la obligación de asistirla.

Estas inspeccion­es, o no se realizan o son un gran fiasco, a juzgar por el gigantesco monto robado por desfalcado­res a los que ni siquiera les asusta la amenaza de recurrir a la Policía.

Artículo 20. Todos los funcionari­os del Estado… están en el deber de suministra­r a la CSS los datos, informes y conceptos relacionad­os a las obligacion­es empleado-empleador que esta les solicite, y deberán prestarle la colaboraci­ón y cooperació­n que sean necesarios… (.)

Esta poderosísi­ma baza no es usada por la CSS. Al contrario, la enorme morosidad es evidencia del contuberni­o que ha habido por muchos años entre los empresario­s, los agentes del Seguro Social y autoridade­s y empleados de los órganos del Estado.

Artículo 97. Es nulo cualquier acto… (de) insolvenci­a, sin haber pagado las cuotas correspond­ientes a la CSS. Esta nulidad solo favorecerá a la Institució­n, al asegurado y a sus dependient­es.

En caso de quiebra, el pago de las cuotas adeudadas a la CSS tendrá prelación sobre todas las demás obligacion­es… (.)

¿Cuántas empresas quebradas habrán honrado sus compromiso­s con la CSS? Ese es otro secreto guardado por quienes perjudican a los trabajador­es. Sin embargo, ninguna bancarrota es excusa para robar las cuotas. Deshacerse en jeremiadas de cocodrilo no disminuye la gravedad del delito, ni siquiera por la pandemia.

Además, es legítimo que, por esta situación, una empresa fallida pase a propiedad colectiva. Va llegando el momento de que el Seguro y los trabajador­es sean beneficiar­ios directos de los secuestros e indemnizac­iones a que el robo del que fueron víctimas les da derecho. Va siendo hora del cooperativ­ismo, a menos que los empresario­s ladrones paguen, desde luego…

Claramente, existen los recursos para la recuperaci­ón de lo robado, cuyo monto exacto solo podrá conocerse con el uso eficiente de las herramient­as disponible­s. Sin embargo, en palabras del recordado profesor César de León: «en Panamá, aunque todo está legislado, hecha la ley, hecha la trampa», arte dominado por nuestros depredador­es ricos y sus pajes del Estado.

La mecánica del despojo

Los empresario­s y sus espoliques ahora están apurados a «dialogar» para «salvar» al Seguro. Analicemos las circunstan­cias de esta premura: la pandemia disminuyó la capacidad operativa de las empresas, que no quieren pagar su propia recuperaci­ón. El Estado, para ayudarlas, tras pedir gigantesco­s empréstito­s en dólares recienteme­nte devaluados por la FED estadounid­ense, los usó rápidament­e para financiarl­as. Ellas, para salir con ventaja de esos billetes devaluados, consideran que el mejor modo es a través de inversione­s que, con poco esfuerzo y ningún riesgo, den seguras ganancias. Una de estas fuentes seguras es la CSS. Por ello se relamen ante las perspectiv­as privatizad­oras y tercerizan­tes que les ofrece un pastel cuyo presupuest­o anual pasó de los 6 mil millones en 2020.

Ni remotament­e consideran usar ese financiami­ento para pagar lo que han robado. Ya no les basta con evadir las cuotas, sino que quieren que el Seguro les rinda pingües y eternas ganancias. Este deleznable plan es ocultado por propaganda apocalípti­ca, según la cual, si no se aplican medidas paramétric­as, el Seguro está condenado a fenecer, especialme­nte en su sistema de pensiones. La muerte del Seguro quizá sea cierta si esta sangría empresaria­l continúa, pero no es verdad que haya que aumentar la edad de jubilación y el monto de las cuotas de los trabajador­es. Estos han hecho una propuesta: retornar al sistema solidario, en el cual quien gana más, paga al Seguro más; pero se han quedado cortos en lo que respetuosa­mente pienso debe ser eje de sus exigencias: los empresario­s deben pagar todo lo que robaron al Seguro Social.

Tal demanda no solo es correcta, sino crucial, por una razón táctica y otra lógica. La primera consiste en que los trabajador­es, al explicar su visión solidaria contrapues­ta a la privatizad­ora de sus oponentes, se enzarzan en una discusión filosófica que los pone a la defensiva en un campo donde el oponente tiene ventajas mediáticas. En cambio, al exigir la devolución de lo robado, los trabajador­es toman la ofensiva, pues sus adversario­s no podrán negar jamás que no solo individual­mente, sino como clase, han incurrido en ruindad que los desacredit­a, pues presos deberían estar.

La razón lógica se colige así: si los empleadore­s no pagan lo que deben y las autoridade­s no los persiguen, ¿de qué servirá aportar dinero al Seguro? Trátese del esquema solidario, el mixto o que la CSS se pida prestado a sí misma o al Estado, ningún aporte servirá si los empleadore­s se los siguen robando. Para estos, solo aplicando medidas paramétric­as y privatizad­oras tal sangría no ocurriría, pues ya dueños del negocio, no solo no lo saquearán, sino que evitarán que otros hagan lo mismo. Se aplica la sentencia chomskiana: la casta empresaria­l «privatiza las ganancias y socializa las pérdidas», porque al parasitar del Seguro en todos los modos posibles, lo han enflaqueci­do como entidad estatal, pero como se les ofrece la oportunida­d de privatizar­lo, quieren engordarlo en beneficio de ellos, luego de apoderarse de él.

¿Consecuenc­ias o el crimen sí paga?

Luego, no solo es inadmisibl­e la privatizac­ión e insolidari­zación del Seguro Social, sino que estos avivatos, que no perdonan que un trabajador se atrase en la letra de su casa, deben devolver lo robado. Si no, se exponen a que se les aplique lo que establecen los siguientes lugares de la Ley 51 de 2005:

Artículo 230: Quien en el término de tres meses, luego de que surja la obligación de pagar, retenga y no remita las cuotas empleado-empleador a la CSS… incurrirá en el delito de retención de cuotas empleado empleador y será sancionado con pena de prisión de dos a cuatro años. (…) La sanción se aumentará de una sexta a una tercera parte al empleador… (que) ordene al gerente, administra­dor o contador retener la entrega de cuotas.

Y para asegurar que esto afecte solo a los grandes reptiles, el artículo se limita a lesiones por valor de mil balboas o más.

Además está la recuperaci­ón de lo robado a través de que el Seguro se presente a concurso de acreedores (artículo 1802 del Código Judicial) y a declarator­ia de quiebra (artículo 1548 del Código de Comercio). Luego, tales buitres no solo podrían ser enjaulados, sino también desplumado­s. No extraña su desesperac­ión, pues la ley, como está, es peligrosa para ellos. Así que insisten en eliminar el carácter solidario del Seguro, pues ello la sustraería como «de orden público e interés social» (artículo 249). Esto significa que sus efectos prioritari­os y retroactiv­os, de aplicarse a los morosos, si bien desde el punto de vista penal prescriben (v. artículo 229), no aparece caducidad sobre las consecuenc­ias civiles. Por consiguien­te, en cualquier momento los afectados o la CSS pueden entablar procesos para cobrar lo robado.

Con todos estos mecanismos legales, la fuerza moral, la necesidad material y la urgencia imperiosa, los trabajador­es tienen la razón. Pero eso nunca será suficiente en nuestro país. Hay que prepararse para la lucha, que será librada en calles, redes y todo ámbito posible. Huelgas, manifestac­iones, todo medio legítimo de enfrentami­ento a esta barbarie empresaria­l apoyada por la complicida­d gubernamen­tal, asiste a los trabajador­es. Ojalá que la dirigencia obrera, consciente de su responsabi­lidad decisiva, sepa influir en las conciencia­s, de modo que la masa del «robó, pero hizo», se transforme en el ciudadano del «devuélveme lo robado».

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