Queremos seguir viviendo humanamente
“Hablan de recuperación económica, ¿para quién? Para los empresarios que gozan de privilegios con pandemia y sin pandemia. A los que se les conceden leyes […]”
Los neoliberales admiten que las desigualdades, las injusticias, la cantidad de gente sobrante con problemas y carencias irremediables, son cosas consustanciales, que no se pueden compensar con sistemas de protección social. Todo es consecuencia del valor guía del modelo neoliberal: la competitividad. En este sentido, el éxito de quienes conducen el Estado, los Gobiernos, pretenden medirse a partir de los niveles de crecimiento económico y del nivel de competitividad de las economías, aunque ello implique que las grandes mayorías padezcan indefensión en la satisfacción de sus demandas sociales.
En este sentido, en medio de los graves problemas que arrastra la mayoría de los panameños, profundizados por la COVID-19, la preocupación del Gobierno gira en reactivar las grandes empresas, en impulsar la economía transitista-rentista y cuantificar el crecimiento económico. Por ello, el MEF ha corrido a cuantificar las proyecciones de crecimiento económico para el 2021, situándolo en 4.5 % o 5 %, respaldado por actividades como: agro, logística, construcción y la minería. Estas proyecciones, que han sido cuestionada, más allá de su cuantía, expresan la continuidad de un modelo de crecimiento económico con pobreza.
Hablan de recuperación económica, ¿para quién? Para los empresarios que gozan de privilegios con pandemia y sin pandemia. A los que se les conceden leyes que atentan contra los derechos de la mayoría de la población. A los que son respaldados económicamente con los recursos públicos y el endeudamiento nacional. Una recuperación económica que no considera el desarrollo nacional y social
Así, según cifras del Mitradel, 12 000 relaciones laborales fueron terminadas, mientras que el 51 % de los contratos suspendidos siguen sin reactivarse, solo unos 140 mil contratos laborales (49 %) se han reactivado. La informalidad laboral es galopante, comprende casi al 60 % de los trabajadores. La situación del país es de alto riesgo para la población que están en pobreza. Son miles de personas que han caído en precariedad, que no cuentan con los ingresos suficientes para hacerle frente a los gastos necesarios que les permitan cubrir sus necesidades básicas. Miles de trabajadores que no han sido reintegrados y se mantienen en completa incertidumbre.
Por otro lado, la deuda pública se ubica en 38 439 millones de balboas, aumentando en el último año más 8607 millones de balboas. Para las Naciones Unidas, el incremento de la deuda que viven muchos países amenaza con acrecentar las desigualdades sociales.
Ante esta realidad, miles de panameños siguen expresando su descontento ante la arbitrariedad e irrespeto de un Gobierno que desatiende las demandas sociales de la población. Ese descontento se deja sentir en los cierres de calles y movilizaciones que a diario se suceden en el país por parte de la población que claman el respeto de sus derechos. Las acciones del movimiento social panameño vienen demostrando que las diversas organizaciones gremiales y sindicales no están dispuestas a permitir que se conculquen sus reivindicaciones. Ello demuestra que el pueblo es consciente de que solo en la lucha organizada están las posibilidades de victoria.
Si queremos seguir viviendo humanamente, no tenemos más alternativa que combatir la excluyente política económica neoliberal que imponen los Gobiernos, a fin de favorecer a los sectores empresariales. Organizarnos para defender nuestro derecho a la vida digna, para garantizar un futuro de esperanza y de paz para todos.
La única salida a esta grave situación social, a esta institucionalidad corrupta, es la convocatoria por el pueblo soberano de una Asamblea Constituyente Originaria con plenos poderes, que establezca un nuevo orden y funde una nueva república de paz, justicia social, democracia real, equidad y bienestar para todos los panameños.