El pindín y otras joyas ‘legales’, a un demorado segundo plano
“Lo que preveo es que, como los músicos no vuelvan a las tarimas, como parece ser, no existirán nuevas piezas típicas […]”
Ante lo que ocurre en el mundo de la farándula panameña, por las medidas sanitarias en el país legal; y, por las condiciones de paro obligatorio de los músicos tipiqueros y de eventos en “jardines y cantinas”, que pagan impuestos directos, decidí seguir los impulsos de mi olfato indígena contactando a 16 conocidos confiables para que me averiguaran el comportamiento de los panameños fiesteros la noche del sábado 3 de abril de 2021 en lugares del campo de difícil acceso (“regundios”).
Pedí a mis contactos los anuncios por redes sociales, en algunos distritos, invitando a bailes, peleas de gallos, juego de bolos, tamboritos, “rabos de michos” y demás saraos, por supuesto, reuniones clandestinas a realizarse sin seguridad oficial ni mascarillas, pero con mucho guaro.
La cantidad de “julepes” (nombre vernáculo para estos eventos) fue grande y el éxito se debió a las nuevas tecnologías a las que el Teeduca está a años luz y a la genialidad magistral de los organizadores, comparada solo con el inescrupuloso AVIVATO, creado por el dibujante argentino Lino Palacio (¿los recuerdan a él y a Ramona, que en el siglo recién pasado nos hacían ver lo de la calidad humana mundial, de la que nunca se habla en las escuelas?).
Se buscaron lugares muy conocidos, pero apartados, en donde había que dejar los carros a cierta distancia y tomar caminitos solo para caballos y vacas con quebradas secas y lomas, se cobraba la entrada en algunos casos, manchando los codos con la tinta que sobró de las elecciones, una plantita eléctrica a gasolina, señal de internet con wifi, una computadora barata para las preferencias bailables entre el pindín y el regué, bocinas potentes y mucho guaro.
Se escogieron escenarios rústicos entre apriscos, manglares y cangilones que cercaron pencas de palma de vino, reemplazando a los jardines y cantinas que hoy están “boquiando” como peces envenenados. Lo que preveo es que, como los músicos no vuelvan a las tarimas, como parece ser, no existirán nuevas piezas típicas y el inventario musical que hay, solo durará por seis meses más. Claro, existen alternativas, como las grabaciones viejas. Solo a dos comunidades pudieron llegar las autoridades, pero fueron irrespetadas hasta con piedras, pero se les retrataron las cédulas a algunos pocos que, sin lugar a duda, quedarán uno o dos meses sin el bono digital.
Finalmente, nuestro más sentido pésame a los familiares y compañeros de trabajo de la periodista Irasema Muñoz, de Radio Estéreo Mi Favorita, de Penonomé.