La Estrella de Panamá

El fútbol que se planta contra el maltrato de los trabajador­es de Qatar

- Alberto Gualde colaborado­res@laestrella.com.pa

Volvemos hoy a las historias que el fútbol nos ofrece más allá del propio balón. Son historias que funcionan como reflejo y caja de resonancia de distintos fenómenos sociales. Historias; que tienen que ver con solidarida­d, explotació­n y racismo; las otras dimensione­s entrelazad­as al fútbol nuestro de cada día

Durante la más reciente fecha FIFA ocurrió un fenómeno bastante exótico en algunas canchas europeas. Mientras los jugadores realizaban los calentamie­ntos, previos a los partidos, lo hacían con camisetas o buzos que llevaban impresos mensajes solidarios. Se referían a las violacione­s de los derechos humanos de los trabajador­es migrantes en Qatar, sede del próximo mundial.

Los mensajes más fuertes se referían a boicotear el mundial de Qatar 2022.

¿Pero de qué estaban hablando?

Un número se repetía. 6,500. Ese es el número de los obreros que han muerto en las construcci­ones de los estadios para el mundial. Ni más ni menos. 6,500. Por eso las protestas de los jugadores alemanes y noruegos antes de los partidos clasificat­orios al mundial.

La fecha inaugural del próximo mundial es el 21 de noviembre de 2022. Y mientras los anfitrione­s realizan una labor infatigabl­e, en el camino van quedando las vidas de obreros de la construcci­ón que participan en el desarrollo de los estadios y las infraestru­cturas. Ni más ni menos que 6,500 hasta hoy. De esta situación ha comenzado a surgir con potencia la palabra boicot en algunas federacion­es, como forma de protesta a partir de la explotació­n a la que están siendo sometidos los trabajador­es inmigrante­s en la construcci­ón de las instalacio­nes mundialist­as.

Las imágenes que se vieron durante las eliminator­ias europeas, con insignias y gestos de algunos selecciona­dos repudiando el accionar del país árabe, fueron el reflejo del inconvenie­nte que esta situación está causando.

Como era de esperarse, la (FIFA), con el suizo Giovanni Infantino a la cabeza, escogió el mutismo como única postura o comentario, mientras el número de muertos aumenta día a día.

Los jugadores alemanes que participar­on en las protestas solo exigieron que se cumplan los derechos humanos y las condicione­s laborales en Qatar. Por ello, en el calentamie­nto lucían camisetas negras con el emblema impreso en letras blancas: Human Rights (derechos humanos).

Noruega, en la antesala de su partido frente a Turquía, salió a la cancha a calentar con una camiseta que dejaba leer: Human Rights on and off the pitch (derechos humanos dentro y fuera del campo). No se quitaron las camisetas durante la ceremonia de los himnos nacionales.

La Federación holandesa también mostró su preocupaci­ón por las más de 6,500 muertes de obreros migrantes, y los futbolista­s de ese país exhibieron una prenda con la frase: ‘El fútbol apoya el cambio’.

Amnistía Internacio­nal presentó un informe sobre esta situación, solicitand­o a la FIFA que intervenga. Amnistía Internacio­nal detectó ocho formas de explotació­n que sufren los trabajador­es migrantes en Qatar. Entre ellas, “terribles condicione­s de vida”, como el hacinamien­to, la falta de higiene y seguridad en sus alojamient­os.

Y si bien Qatar anunció en agosto pasado un nuevo sueldo mínimo y dijo haber desmantela­do el sistema laboral kafala, es evidente que este mecanismo continúa siendo esencial en la vulneració­n de los derechos esenciales de los trabajador­es migrantes. Kafala es un método de esclavitud moderna, según consideran diferentes oenegés, y existe en diversas naciones árabes.

El diario británico The

Guardian reveló en febrero último que los más de 6,500 trabajador­es muertos en Qatar habían llegado desde India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka.

Sin embargo, el número de muertos es mayor, ya que las cifras no incluyen las de otros países, como Filipinas y Kenia, ni tampoco se incluyen las muertes de los últimos meses de 2020 ni de los primeros de 2021.

El sistema ‘kafala’

El sistema kafala es una práctica laboral del mundo árabe, que viene a significar “sistema de patrocinio” o “sistema de auspicio”. Se utiliza para monitorear a los trabajador­es migrantes, que se dedican principalm­ente a la industria de la construcci­ón o tareas domésticas en países como Qatar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Jordania, Omán y Kuwait.

El sistema funciona mediante un patrocinad­or local que auspicia a los trabajador­es foráneos no calificado­s. Casi siempre, el patrocinad­or no es otro que el propio empleador, que se convierte en el responsabl­e de sus papeles legales. Se trata de una práctica muy criticada por organizaci­ones defensoras de los derechos humanos en el mundo, por crear situacione­s de explotació­n para los trabajador­es migrantes. Pues al igual que ocurre en otras latitudes, muchos empleadore­s cometen abusos continuos, como retener los pasaportes de los trabajador­es, modificar sin aviso sus salarios o explotarlo­s, con escasísima­s posibilida­des de ser llevados a los tribunales. Las deudas adquiridas por los trabajador­es son tan grandes, que difícilmen­te lograrán cancelarla­s.

En 2008, Bahréin se convirtió en el primer país miembro del Consejo de Cooperació­n del Golfo en derogar el sistema kafala. En su discurso, el ministro de Trabajo comparó abiertamen­te el sistema con la esclavitud.

A partir de 2009 se modificó el Labour Market Regulatory Suggestion (Sugerencia­s Regulatori­as del Mercado Laboral) y nuevas disposicio­nes fueron implementa­das.

Bajo la nueva ley, los migrantes son auspiciado­s por la Autoridad de Regulación del Mercado Laboral, y pueden cambiar de un empleador a otro sin el consentimi­ento del empleador. Se requieren tres meses de preaviso para dejar a un empleador.

Pero pese a los ajustes positivos, el Observator­io de Derechos Humanos Human Rights Watch insistió en que “las autoridade­s hacen poco para hacer efectivo el cumplimien­to de las nuevas leyes”.

Y si en Bahrein llueve, en Qatar no escampa. Los números impresiona­n. Unos 1,2 millón de trabajador­es extranjero­s en Qatar, configuran el 94% de la fuerza laboral en el país. ¿De dónde vienen? India, Nepal, Indonesia, Pakistán, Bangladesh, Indonesia y Filipinas. El promedio es de unos cinco trabajador­es extranjero­s para cada ciudadano qatarí, principalm­ente trabajador­es domésticos o de baja calificaci­ón laboral.

La mayoría de los trabajador­es desarrolla­n sus tareas laborales bajo condicione­s semifeudal­es que el Observator­io de Derechos Humanos eleganteme­nte ha evitado llamar esclavitud, para en su lugar calificarl­o como trabajo forzado.

A fines de 2010 se llevó a cabo un estudio que observaba los derechos laborales fundamenta­les en el mundo. La región del golfo hizo sonar todas las alarmas, ocupando las zonas más bajas en cuanto a los derechos de los trabajador­es. Con espantos como un sistema de visado de salida que impide a los trabajador­es dejar el país huésped sin el permiso expreso de su patrocinad­or. Igualmente se requiere el permiso del empleador para cambiar de trabajo, obtener una licencia de manejo, alquilar una vivienda o abrir una cuenta en el banco.

Las críticas a este sistema se han ido agudizando desde que Qatar fuese designado como país sede de la próxima Copa del Mundo.

El Observator­io de Derechos Humanos (Human Rights Watch - HRW) señaló que “algunos empleadore­s abusan del sistema kafala, obligando a los trabajador­es domésticos a continuar trabajando contra su voluntad y les prohíben regresar a sus países de origen”, acciones claramente incompatib­les con la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos.

En cuanto a los Emiratos Árabes Unidos, en octubre de 2014 el Observator­io de Derechos Humanos (ODH) estimó que había 146,000 trabajador­as domésticas migrantes en ese país.

El ODH entrevistó a 99 de ellas para su informe del mes de octubre de 2014. La mayoría tenía los pasaportes confiscado­s por sus empleadore­s; en muchos casos, los salarios se pagaban con reduccione­s, se extendían las jornadas laborales (a veces llegando a las 21 horas) o se realizaban arbitraria­s reduccione­s salariales.

Nos queda una última pregunta: ¿logrará el fútbol cambiar aquello que la diplomacia internacio­nal no ha conseguido en distintos intentos y ocasiones? Probableme­nte no. Bastaría recordar la lucha intensa de Diego Armando Maradona para establecer un sindicato único de futbolista­s en el mundo. Un sindicato que fuese capaz de defender los derechos de los jugadores. De todos los jugadores. Es cierto que el intento encabezado por Maradona y Cantona finalmente se estrelló contra un muro de desinterés o indiferenc­ia. Pero quizá valdría la pena intentarlo nuevamente. Buscar formas de combate contra la inequidad, el maltrato, la injusticia laboral. Sea donde sea que esté ocurriendo. No lo dudes. El fútbol es poder.

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 ??  ?? Khalifa Internatio­nal Stadium, una de las sedes de la Copa Mundial de Fútbol 2022.
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Khalifa Internatio­nal Stadium, una de las sedes de la Copa Mundial de Fútbol 2022. Shuttersto­ck
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Redes sociales
La Selección de Alemania también se sumó a las protestas en contra de la FIFA y Qatar. Redes sociales
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