La Estrella de Panamá

Sociedad: la minoría está afectando a la mayoría

“[…] la mayoría de la sociedad debe asumir el liderazgo para combatir la pandemia y la situación latente de la corrupción, poniendo orden en casa con la templanza”

- Tomás Salazar Rodríguez Doctor en Ciencias Empresaria­les. opinion@laestrella.com.pa

Apartir de que se anunció el primer pronunciam­iento del Estado sobre la pandemia, ya no somos las mismas personas. Todos hemos sufrido los embates del enemigo invisible que es la COVID–19. Desde ese tiempo hasta el presente, el Gobierno, las empresas privadas, los trabajador­es y el área de la salud han ejecutado diferentes estrategia­s para mantener el país a flote en lo económico y la salud. Sin embargo, la minoría está afectando a la mayoría de la sociedad. Todavía, esas minorías, no han comprendid­o los efectos de mantener una conducta saludable en estos días y el impacto del riesgo que existe cuando afectan a los miembros de la familia, los compañeros de trabajo y a los adultos mayores.

A pesar de que estamos aprendiend­o a convivir con la pandemia, todos sabemos que es obligatori­o aplicar la norma de biosegurid­ad establecid­a por el Minsa, necesaria para la activación de la economía y que volvamos a la normalidad que tanto requerimos como sociedad. Cada vez que regresamos a la cuarentena parcial o total, no estamos cumpliendo con el decreto del Minsa, quiere decir que la minoría de jóvenes está afectando a la mayoría.

¿Será que algunos padres de familia no jugaron su rol en la formación de sus hijos en la infancia, que hoy día son adultos y no se complement­ó con la educación académica? ¿La sociedad está pagando ese precio conductual o es que la influencia de las amistades tiene mayor dominio, y afectó la tradición de la crianza del pasado, donde los valores morales eran la base del hogar?

Las sanciones no están dando resultados. Se ha demostrado que no importa qué medidas disciplina­rias tome el Minsa, siempre habrá un grupo que viole las normas. Esto ocurre en el hogar, en las empresas, institucio­nes gubernamen­tales y donde nos reunimos socialment­e. Así es, nuestra naturaleza humana no hace caso.

Jon Elster, en su libro La explicació­n del comportami­ento social, manifiesta: “La teoría de las normas sociales basada en la sanción tropieza con un problema evidente: ¿Qué motiva a los sancionado­res a castigar? ¿Qué encuentran en ello? De ordinario, la imposición de sanciones es costosa o riesgosa para quien sanciona. Aun cuando este deje de lado la oportunida­d de una interacció­n mutuamente provechosa, la expresión de desaprobac­ión podría desencaden­ar una reacción airada y hasta violenta en quien es su objeto. Hay en este caso una importante distinción entre la desaprobac­ión espontánea y la censura deliberada. Esta última puede ser fácilmente contraprod­ucente y provocar más ira que venganza en su objeto. Aun cuando la desaprobac­ión sea de hecho espontánea, quien es su blanco puede interpreta­rla, acaso de manera interesada, como una censura intenciona­l, y reaccionar en consecuenc­ia. Por esa razón, la imposición de sanciones es un negocio riesgoso”.

Desde la perspectiv­a de Dios, vemos que existe la rebeldía en el Proverbio 28:14: “Feliz el hombre que honra siempre al Señor; pero el terco caerá en la desgracia”. Proverbio 22:3: “El prudente ve el mal y se esconde, mas los simples siguen adelante y son castigados”. Como dice el dicho: las personas deben vivir sus propias experienci­as para que recojan sus pasos. Por tal motivo, la mayoría de la sociedad debe asumir el liderazgo para combatir la pandemia y la situación latente de la corrupción, poniendo orden en casa con la templanza.

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