La Estrella de Panamá

Ariel Barría, el escritor y el amigo

Un recorrido por la vida de este amante de la literatura través de los recuerdos y la pluma de Damaris Serrano

- Damaris Serrano facetas@laestrella.com.pa

Conozco a Ariel Barría desde la adolescenc­ia. Mucha gente creía que éramos hermanos. A lo largo de su vida siempre mostró, en todo momento, una inquietud por crear mundos donde la condición humana fuera emplazada, expuesta, elevada y redimida, para encontrar la senda de la esperanza, para forjar una sociedad mejor, más justa.

1971. En la historia panameña se da una apertura de la educación al hacerla accesible a la gran mayoría y en el colegio Félix Olivares Contreras, matriz de las escuelas de la provincia de Chiriquí, se deben crear 17 primeros años para responder a la demanda. Históricam­ente, esta será la graduación más numerosa de dicho plantel.

Verano de 1975: Al matricular a su hijo, el padre de Ariel Barría Alvarado le dijo: “Es el mejor colegio, y grande, aquí están los mejores, tendrás que esforzarte para destacar entre tantos” (carta 25 de noviembre de 2018). Sin embargo, ya para ese entonces, este jovencito de Las Lajas se había ganado el Concurso Intercoleg­ial del Ministerio de Educación.

Para el 26 de julio de 1975, cuando se le organizó en la Casa de la Cultura (David) el histórico homenaje a las poetisas chiricanas (María Olimpia de Obaldía, Beatriz Miranda de Cabal, Elsie Alvarado de Ricord, Matilde Real de González, Esther María Osses, Rosa Elvira Álvarez y Sydia Candanedo de Zúñiga), él fue escogido para representa­r a su colegio en Las Lajas y yo por el Félix Olivares, y entregamos rosas a Esther María Osses y Elsie de Ricord.

1976: cuando Ariel estaba en IV año, obtuvo el segundo lugar en el Concurso Naciounive­rsidad nal Histórico Literario. Tengo viva la escena de las profesoras Sheila de Miranda y Edna de Guillén, hablando con él en un aparte del pasillo, antes de la competenci­a. Recuerdo que todas nuestras otras profesoras de español (Nitzia Rojas de Rojas, Rebeca de Montemayor), lo apoyaban en su ascendente trayectori­a, porque fue el escritor juvenil que representa­ba al Félix Olivares en los concursos. Para entonces, este era un plantel de más de 3,000 estudiante­s.

Compartimo­s el aula en el bachillera­to en letras y, al graduarnos, en 1977, Ariel, como parte de la directiva de la Asociación de Estudiante­s Graduandos, estuvo al frente del anuario y de la gestión por más becas por puesto distinguid­o, otorgadas por el Ifarhu, porque nuestra promoción sobrepasab­a las 700 personas. Ariel preparó un discurso de agradecimi­ento en dicha ocasión. Su papel de liderazgo ya era claro.

Después del año de estudios generales (cuando él, además, tomó materias en la Escuela de Inglés), llegamos al recinto de la Universida­d de Panamá, a la Escuela de Español. Año 1979. Para ese entonces su conciencia escritural ya estaba conectada con la del continente: sus primeras publicacio­nes premiadas coincidier­on con los hechos de aquel 11 de septiembre de 1973 en Chile. Aún éramos estudiante­s cuando ganó el Premio Pablo Neruda, en 1981. En la criba de sus libros, es imposible no detectar la conexión con las incidencia­s regionales y mundiales: 1987, Neoliberal­ismo en Panamá, Premio Universida­d con la obra De lodos y dioses. Sentíamos cada una de sus obras como un hito en la misión de la palabra: 1999 en “Panamá, carrera hacia la soberanía total”, primer premio del Concurso Nacional César Candanedo; año 2000: inicio del milenio, El libro de los sucesos (Cuento. Tecnológic­a de Panamá) y Premio Miró en novela con La loma de cristal. 2002: exploració­n de la condición humana universal, Al pie de la letra (cuento). 2004: En el nombre del siglo, homenaje a la poesía panameña en el centenario de la República al usar como títulos de los cuentos, versos de distintos poetas. 2006: Premio Miró en cuento, Ojos para oír, cuya novedosa estructura sirve para darnos mensajes entrañable­s sobre el amor y sus infinitas posibilida­des, y 2006: Premio Miró en novela, La casa que habitamos, donde se muestra la corrupción soterrada y se rescata la validez de clases subalterna­s en el proyecto nacional. 2014: Premio Miró en novela con Las canciones que el público nos pide, tributo a la cultura popular y a los verdaderos héroes de las luchas sociales. 2015. Losa 12, Premio Miró en cuento, una analogía de la ciudad como la selva donde se debate el ciudadano. En los años de la Escuela de Español de la Universida­d de Panamá (1979-1982), fue el

Creía firmemente que se debía compartir lo aprendido, dar el espaldaraz­o, aupar a las nuevas generacion­es, celebrar los talentos del otro. Nunca fue un cofre cerrado, ni con sus amigos, ni con sus colegas ni con sus alumnos”.

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ILUSTRACIÓ­N: JAM PIERRE
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