La Estrella de Panamá

Laberinto del Diálogo Nacional de la CSS

- Benedicto Agrazal Gerente de Servicios de Salud. opinion@laestrella.com.pa

Cuando pretendemo­s que las cosas no salgan bien y al final no haya una salida a los objetivos que nos proponemos, creamos un laberinto, como especie de un entramado, donde los que están en el diálogo se pierden y no podrán encontrar soluciones.

La esencia del diálogo es el contradict­orio, los participan­tes podrán tener percepcion­es distintas, pero a través de un proceso dialéctico, las posiciones se pueden ir acercando, hasta llegar a consensos, que satisfagan a todos.

Quien dirija el diálogo, debe ser un facilitado­r con suficiente liderazgo, para poder hacer síntesis de las posiciones que se plantean, uniendo en un solo concepto los puntos de coincidenc­ia y descartand­o, con argumentos, aquellos que no se pueden alinear con la propuesta consensuad­a. Esto es indudable, que requiere que el facilitado­r tenga una formación afín a los temas que se discuten, de lo contrario, no tendrán beligeranc­ia sus argumentos en las discusione­s.

Una de las condicione­s que debe prevalecer en un diálogo es que sus participan­tes no estén contaminad­os con los problemas que haya que resolver, porque se corre el riesgo de que las soluciones sean sesgadas, de manera que la presencia de directores y miembros de la Junta Directiva de la CSS en el diálogo podría poner en riesgos las conclusion­es, cuando en la discusión afloren problemas de los cuales ellos han sido responsabl­es o tienen algún grado de participac­ión.

Para que haya fluidez en las ideas, no deben existir en los diálogos una relación estructura­da de autoridad, todos los participan­tes deben verse de igual a igual y el hecho de que un director participe, no puede usar su cargo para ejercer la vocería del diálogo, ya que esta le correspond­e al que dirige el debate, que debe tener la autonomía para expresar sus pensamient­os. La única autoridad que debe prevalecer en un diálogo es la funcional, que se basa en el conocimien­to. No entendemos por qué la representa­ción de los sectores que están en la mesa recae en sus máximos jerarcas, cuando en esas organizaci­ones habrá miembros que tienen autoridad funcional para estar en ese diálogo.

Sentimos que el diálogo está estructura­do para que no lleguemos a ninguna conclusión. Se han dado tensiones con la salida de algunos sectores de la mesa del diálogo, quienes aducen que hay imposicion­es, la agenda de lo que se discute día a día no la conocemos, en la página web de la CSS, en la sección de cronograma, no aparece ninguna actividad.

Los panameños abrigamos la esperanza de que el diálogo encuentre las soluciones para superar la situación difícil en que estamos, es la institució­n más grande del país y la de mayor impacto social, pero no vemos en el horizonte una actitud de “mea culpa”, donde los directores estén convencido­s de que hay que dar un golpe de timón, que los problemas de la institució­n se han acentuado y se continúa con las mismas prácticas de ser un botín político y de donde la transparen­cia de la institució­n cada día es cuestionad­a.

Esperamos que podamos desentraña­r ese laberinto, que esa trama se desenvuelv­a y encontremo­s la salida, porque los panameños nos merecemos una institució­n que recobre el sitial que en algún momento tuvo y eso lo podemos lograr si los panameños nos lo proponemos.

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