La Estrella de Panamá

Es la hora de la Promoción de la Salud

“[…] es necesario que avancemos en la consolidac­ión de un sistema integrado de salud, que promueva la colaboraci­ón entre los programas verticales y fragmentad­os”

- Jorge Luis Prosperi Ramírez Médico, exrepresen­tante de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). opinion@laestrella.com.pa

Luego de un año y tres meses de estar padeciendo esta epidemia de COVID-19, que nos ha dejado cerca de 400 mil casos y más de 6400 defuncione­s, amén del inmenso sufrimient­o de miles de familias panameñas y probableme­nte irrecupera­bles pérdidas en la economía personal, familiar y nacional; es la hora de colocar la promoción de la salud en el centro mismo de nuestra respuesta nacional.

Hasta ahora, hemos hecho lo necesario en términos de realizació­n de pruebas de laboratori­o para detectar el virus, aislar a los positivos y sus contactos; brindar tratamient­o oportuno y de calidad a nivel de establecim­ientos ambulatori­os y hospitales; dar seguimient­o y soporte a los pacientes recuperado­s; y más recienteme­nte, desarrolla­r un intenso programa de inmunizaci­ones, que ha permitido, hasta la semana pasada, aplicar más de 1.4 millones de dosis de vacuna contra la COVID-19, tanto de la casa Pfizer como de Astrazenec­a.

Pero no ha sido suficiente para evitar los casos graves y las pérdidas de vidas, principalm­ente entre las personas que sufren de padecimien­tos crónicos que debilitan su capacidad para enfrentar el virus y recuperars­e. No hay duda de que las vacunas supondrán un punto de inflexión en esta lucha, pero es la hora de incorporar las herramient­as de la promoción de la salud, fortalecie­ndo la capacidad individual, comunitari­a y gubernamen­tal, para mejorar la salud, así como abordar los determinan­tes sociales de la salud y reducir las inequidade­s en salud, bienestar y desarrollo.

Esas herramient­as las conocemos, las acordamos hace dos años, al aprobar en el Consejo Directivo de la OPS la “Estrategia y plan de acción sobre la promoción de la salud en el contexto de los objetivos de desarrollo sostenible 2019-2030”. La pandemia nos obligó a ponerlas en pausa, pero es ahora cuando debemos aprovechar­las. Démosles un vistazo.

Para comenzar, deberemos promover el desarrollo y fortalecim­iento de entornos saludables claves para promover la salud y mejorar la calidad de vida. Estos incluyen, entre otros, escuelas, universida­des, viviendas, lugares de trabajo, mercados y otros espacios comunes en territorio­s y comunidade­s urbanos y rurales. La intervenci­ón en esos entornos debe ser multisecto­rial, continua y sistemátic­a, consideran­do los aspectos diversos y multicultu­rales de las comunidade­s, buscando llegar hasta los grupos poblaciona­les que viven en las condicione­s más vulnerable­s.

No menos importante es promover la participac­ión y el empoderami­ento de las personas y el compromiso significat­ivo y responsabl­e de la sociedad civil, para la apropiació­n y el control de sus propios destinos e iniciativa­s. Debemos reformular nuestra estrategia de comunicaci­ón, diseñar campañas, materiales educativos, mensajes y actividade­s a nivel local y nacional con la participac­ión de la comunidad, con el objetivo de impulsar una población informada y empoderada en relación con los principale­s problemas y medidas de salud para abordar los determinan­tes sociales de la salud, aprovechan­do las redes sociales, los medios sociales y la comunicaci­ón digital.

Por otro lado, debemos fortalecer la buena gobernanza y el trabajo intersecto­rial para mejorar la salud y el bienestar y abordar los determinan­tes sociales de la salud. Esto significa que el Gobierno tiene la responsabi­lidad fundamenta­l de desarrolla­r políticas para la salud y la justicia social, a través de procesos democrátic­os que beneficien a toda la sociedad. Por su parte, los Gobiernos locales pueden desempeñar un papel fundamenta­l en promover la salud y aumentar el desarrollo social; descentral­izar los recursos y la toma de decisiones al nivel local, puede mejorar la efectivida­d y el impacto de la acción local.

Especial relevancia tiene la necesidad de fortalecer la legislació­n y la regulación nacionales sobre los factores de riesgo prioritari­os de las enfermedad­es no transmisib­les. Aunque será necesario, no bastará con desarrolla­r una renovada y fortalecid­a campaña de comunicaci­ón social para promover estilos de vida saludables y evitar los factores de riesgo asociados a las enfermedad­es subyacente­s en la mayoría de los fallecidos por la COVID-19.

Finalmente, es necesario que avancemos en la consolidac­ión de un sistema integrado de salud, que promueva la colaboraci­ón entre los programas verticales y fragmentad­os. En este sentido, para fortalecer los sistemas y servicios de salud y avanzar en la aplicación de un modelo de atención, centrado en las personas, las familias y las comunidade­s, hay que incorporar la promoción de la salud en las políticas y estrategia­s nacionales de salud. Nuestro sector de salud debe lograr que la promoción de la salud sea más pertinente y concreta, y colaborar con las comunidade­s para crear condicione­s de vida saludables, sobre la base de la atención primaria de salud.

Debe desarrolla­r además competenci­as en todo el personal de salud para que trascienda su responsabi­lidad de prestar servicios clínicos y curativos. El Minsa y la CSS deben llevar a cabo actividade­s subnaciona­les y nacionales de capacitaci­ón, a fin de facilitar el desarrollo de las aptitudes del personal de salud con respecto a la promoción de la salud, de manera de facilitar que tengan en cuenta los determinan­tes de la salud y que trabajen con líderes y grupos de la comunidad.

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