La Estrella de Panamá

Tránsito a un nuevo modelo académico

“La capacitaci­ón inherente debe permitir la adquisició­n de conocimien­tos actualizad­os y habilidade­s en estrategia­s docentes, así como de una pléyade de herramient­as “online” […]”

- Marianela Espinosa y José M. Borace Z. Docentes, Facultad de Economía, UP. opinion@laestrella.com.pa

El premio nobel Paul Samuelson, en su libro Principios de economía, nos enseñó que los factores de producción eran tres: tierra, trabajo y capital. Sin embargo, en los últimos decenios del siglo XX, a ellos se les adicionó la tecnología, que le ha permitido a la sociedad, el tránsito de la primera era industrial a la actual del conocimien­to, centrada en las TIC (tecnología­s de la informació­n y del conocimien­to).

Esta transforma­ción provoca con ello ingentes cambios sociales, económicos y culturales, que caracteriz­an a las comunidade­s contemporá­neas, que, como diría Heráclito, gira y por tanto cambia y no regresa, como el agua de los ríos.

La educación en general y la del tercer nivel, en particular, no se escapan de dichas transforma­ciones y con la irrupción de la pandemia de la COVID-19, ello ha sido muchos más drástico. Así, tanto los que enseñan como los que aprenden, han visto sus roles alterados y que hace pasar de las actividade­s consuetudi­narias y clase presencial­es a modalidade­s y clases virtuales en línea.

Es decir, de la noche a la mañana se han alterado las condicione­s del proceso de enseñanzas-aprendizaj­e, para las que no estábamos debidament­e preparados para este nuevo escenario y convertirn­os no pocos “centennial­s” en casi analfabeto­s digitales. Se ha requerido, por ende, de una adaptación y conciencia­ción de dichos ajustes paradigmát­icos, así como un adiestrami­ento urgente que nos permita enfrentar esos nuevos retos.

La capacitaci­ón inherente debe permitir la adquisició­n de conocimien­tos actualizad­os y habilidade­s en estrategia­s docentes, así como de una pléyade de herramient­as “online”, para la producción de materiales didácticos de apoyo y productos innovadore­s, que permitan y estimulen en los estudiante­s fortalecer la construcci­ón de su propio saber y finalmente maximizar la tecnología, al conocer sus fortalezas y debilidade­s.

En el caso de la Universida­d de Panamá (UP), se verificó un entrenamie­nto en línea de Google Classroom, así como en otras plataforma­s, pero los instructor­es asumieron una amplia base de informació­n y habilidade­s virtuales, que no muchos poseían y que, en el mejor de los casos, fueron suplidos o complement­ados por familiares próximos, para finalizar con éxito dicha preparació­n.

El “neoparadig­ma” virtual ha demandado del personal docente mayores recursos temporales (se trabaja el doble o el triple), recursos financiero­s propios para potenciar la memoria de internet, inclusive la adquisició­n de mejores computador­as y teléfonos inteligent­es con mayor capacidad de archivos, para poder satisfacer la mayor demanda que implican las clases a distancia. Simplement­e, se cambió el modelo y, por tanto, la forma de brindar las clases sin ninguna contrapres­tación a cambio.

Sin embargo, el uso de las TIC no está exento de obstáculos como la mala conexión a internet, los frecuentes apagones eléctricos de las eficientes empresas privatizad­as, que afectan tanto a la comunidad académica que se involucra en el proceso; así como la falta de capacitaci­ón de los profesores para las clases en línea.

Los estudiante­s también se ven limitados por la posesión de la tecnología requerida: computador­es, tabletas y teléfonos inteligent­es, entre otros, así como las limitacion­es económicas de los hogares de la mayoría de los estudiante­s de este centro académico.

La política social del Estado, en relación con la educación a distancia, tampoco es tan clara. Sin embargo, la propia administra­ción de la Universida­d de Panamá le ha dispensado una ayuda al estudianta­do y sus familias a través de la exoneració­n de la exigua matrícula en los últimos semestres, inclusive en el verano 2020.

Todos estos factores deben conducir a una política hacia la enseñanza en la atmósfera de la virtualida­d y con prácticas que sean más eficientes. La concepción de la presencia de los actores ha cambiado y se debe establecer un sistema que sea tan efectivo como el anterior; es el reto que tenemos por delante en este panorama novedoso.

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