La obediencia debida: anulada para militares, la tomaron los médicos
“Ante esta carga de convincente información científica y jurídica, debo confesar que me sumo a los conspiranoicos; y, como “a confesión de parte, relevo de pruebas”, debe enjuiciarme nuestro Ministerio Público”
¿Hay algo más valioso y preciado que la vida y la salud? No lo conozco. Testigo principal: Hipócrates. Hace pocos días y horas, se celebró en Madrid: “EL FORO MUNDIAL POR LA LIBERTAD”. Esperado por miles para aprender mucho, rechazado por los sistemas oficiales de salud, “por reunir a un grupo de paranoicos”. Solo pude verlo por la plataforma “Telegram”. Imposible por otros medios. Curiosamente entre los paranoicos pude ver a un juez italiano, abogados de varios países y médicos expositores inteligentes. Ninguno estaba armado ni llamó a revoluciones violentas. Eso sí, hablaron del “Nuevo Orden Mundial” que se desea desarrollar para el control masivo del planeta. ¿Pero acaso ese nuevo orden mundial no es ya algo viejo, al menos de décadas? ¿Acaso el planeta (Y Panamá) no tiene su tiempito de que la riqueza se acumula en menos del 3 % y el resto es clase media al borde de la extinción y pobreza rampante? ¿No somos -con todo y la gran posición geográfica, Canal panameño ampliado y puerto harto de contenedoresel tercer país con peor distribución de la riqueza a nivel continental, detrás de Brasil y Honduras? Entonces, ¿cuál es la novedad del nuevo orden mundial? ¿Por qué en España los medicamentos cuestan la mitad que aquí? ¿Por qué el Estado no puede zafarse del oligopolio de los cuatro clanes familiares que nos vende tan caros los medicamentos? ¿Por qué es imposible desarrollar una red de farmacias populares de capital mixto que no los vendan al precio de España?
Volvamos al Foro Mundial de Conspiranoicos. ¿Hablaron de imponer dictaduras marxistas o maoístas? No. ¿Hablaron de ir a apedrear la sede de la OMS, la EMA o la FDA? No. Pero sí hablaron de que, desde el Juicio de Nuremberg, “se dio, por distintos convenios internacionales, la prohibición y penalidad de todo tipo de ensayos génicos en cuerpos humanos que pudiesen causar daños a la vida y la salud”. Hablaron de que “no es bioético utilizar ensayos clínicos ante reales o supuestas pandemias sin el debido consentimiento, previamente bien informado, con sus potenciales riesgos y beneficios”, algo que no se ha hecho con las supuestas vacunas de hoy -no consideradas formalmente como tales y que incumplieron el experimento con animales, previo uso con humanos. Sí hablaron de que “es una mentira o, al menos, un absurdo científico aprobar por emergencia unos dudosos ensayos clínicos, habiendo medicamentos y sustancias científicamente probadas con evidencias que son capaces de prevenir o curar cualquier virus, no importan las variantes”. Se dijo -y puede comprobarse o desmentir- que la EPA -como la FDA gringaautorizó en el año 2000 el uso del Dióxido de Cloro o DCS como remedio eficaz para distintos virus. Que en Europa se pidió una patente en el 2006 y se aprobó en el 2014 para el uso médico del DCS para enfermedades respiratorias. Que la misma EPA autorizó el uso del DCS como descontaminante, agregado a las bolsas de plasma sanguíneo para prevenir infecciones tipo VIH u otras. Que en revista oficial de la NASA de 1968 se consideró el Dióxido de Cloro “como el Antídoto Universal”. Que “el soberano de su salud es el paciente y no el medico”, como parecen querer imponer el actual sistema de salud mundial y sus protocolos. Que tal imposición incurre en un crimen de lesa humanidad y mínimo en “negación médica de auxilio”.
¿Qué más sí dijeron los paranoicos entre su panel de jueces italianos, abogados y médicos de varios países? Que el actual dominio y control mundial de los medios gigantes de comunicación, en especial las corporaciones televisivas, impusieron una gigantesca campaña de terror por un supuesto virus indomable, cuando los índices mundiales de letalidad y mortalidad no llegan en promedio ni al 1 %, sino a decimales. Y que la censura oficializada a cualquier información independiente es censurada, tachada e incluso sometida a pérdida de licencias médicas, difamaciones denigrantes y otras retaliaciones. Que existen desde ayer y hoy curas diversas para el tipo de virus que ha arruinado las economías y creado una pandemia real de desempleo mundial, y que entre ellos están científicamente comprobados las eficacias de la Hidroxicloroquina en fases tempranas de contagios por coronavirus, así como el empleo de la Ivermectina en usos profilácticos y abordajes curativos, al igual que el uso del Dióxido de Cloro. Tales conspiranoicos europeos -y hay miles en nuestro continentenos inculcaron el “análisis crítico positivo” (y el pleno derecho humano de informarnos como soberanos de nuestra vida y salud).
Ante esta carga de convincente información científica y jurídica, debo confesar que me sumo a los conspiranoicos; y, como “a confesión de parte, relevo de pruebas”, debe enjuiciarme nuestro Ministerio Público.