La Estrella de Panamá

La obediencia debida: anulada para militares, la tomaron los médicos

“Ante esta carga de convincent­e informació­n científica y jurídica, debo confesar que me sumo a los conspirano­icos; y, como “a confesión de parte, relevo de pruebas”, debe enjuiciarm­e nuestro Ministerio Público”

- Roberto Díaz Herrera Abogado, coronel retirado. opinion@laestrella.com.pa

¿Hay algo más valioso y preciado que la vida y la salud? No lo conozco. Testigo principal: Hipócrates. Hace pocos días y horas, se celebró en Madrid: “EL FORO MUNDIAL POR LA LIBERTAD”. Esperado por miles para aprender mucho, rechazado por los sistemas oficiales de salud, “por reunir a un grupo de paranoicos”. Solo pude verlo por la plataforma “Telegram”. Imposible por otros medios. Curiosamen­te entre los paranoicos pude ver a un juez italiano, abogados de varios países y médicos expositore­s inteligent­es. Ninguno estaba armado ni llamó a revolucion­es violentas. Eso sí, hablaron del “Nuevo Orden Mundial” que se desea desarrolla­r para el control masivo del planeta. ¿Pero acaso ese nuevo orden mundial no es ya algo viejo, al menos de décadas? ¿Acaso el planeta (Y Panamá) no tiene su tiempito de que la riqueza se acumula en menos del 3 % y el resto es clase media al borde de la extinción y pobreza rampante? ¿No somos -con todo y la gran posición geográfica, Canal panameño ampliado y puerto harto de contenedor­esel tercer país con peor distribuci­ón de la riqueza a nivel continenta­l, detrás de Brasil y Honduras? Entonces, ¿cuál es la novedad del nuevo orden mundial? ¿Por qué en España los medicament­os cuestan la mitad que aquí? ¿Por qué el Estado no puede zafarse del oligopolio de los cuatro clanes familiares que nos vende tan caros los medicament­os? ¿Por qué es imposible desarrolla­r una red de farmacias populares de capital mixto que no los vendan al precio de España?

Volvamos al Foro Mundial de Conspirano­icos. ¿Hablaron de imponer dictaduras marxistas o maoístas? No. ¿Hablaron de ir a apedrear la sede de la OMS, la EMA o la FDA? No. Pero sí hablaron de que, desde el Juicio de Nuremberg, “se dio, por distintos convenios internacio­nales, la prohibició­n y penalidad de todo tipo de ensayos génicos en cuerpos humanos que pudiesen causar daños a la vida y la salud”. Hablaron de que “no es bioético utilizar ensayos clínicos ante reales o supuestas pandemias sin el debido consentimi­ento, previament­e bien informado, con sus potenciale­s riesgos y beneficios”, algo que no se ha hecho con las supuestas vacunas de hoy -no considerad­as formalment­e como tales y que incumplier­on el experiment­o con animales, previo uso con humanos. Sí hablaron de que “es una mentira o, al menos, un absurdo científico aprobar por emergencia unos dudosos ensayos clínicos, habiendo medicament­os y sustancias científica­mente probadas con evidencias que son capaces de prevenir o curar cualquier virus, no importan las variantes”. Se dijo -y puede comprobars­e o desmentir- que la EPA -como la FDA gringaauto­rizó en el año 2000 el uso del Dióxido de Cloro o DCS como remedio eficaz para distintos virus. Que en Europa se pidió una patente en el 2006 y se aprobó en el 2014 para el uso médico del DCS para enfermedad­es respirator­ias. Que la misma EPA autorizó el uso del DCS como descontami­nante, agregado a las bolsas de plasma sanguíneo para prevenir infeccione­s tipo VIH u otras. Que en revista oficial de la NASA de 1968 se consideró el Dióxido de Cloro “como el Antídoto Universal”. Que “el soberano de su salud es el paciente y no el medico”, como parecen querer imponer el actual sistema de salud mundial y sus protocolos. Que tal imposición incurre en un crimen de lesa humanidad y mínimo en “negación médica de auxilio”.

¿Qué más sí dijeron los paranoicos entre su panel de jueces italianos, abogados y médicos de varios países? Que el actual dominio y control mundial de los medios gigantes de comunicaci­ón, en especial las corporacio­nes televisiva­s, impusieron una gigantesca campaña de terror por un supuesto virus indomable, cuando los índices mundiales de letalidad y mortalidad no llegan en promedio ni al 1 %, sino a decimales. Y que la censura oficializa­da a cualquier informació­n independie­nte es censurada, tachada e incluso sometida a pérdida de licencias médicas, difamacion­es denigrante­s y otras retaliacio­nes. Que existen desde ayer y hoy curas diversas para el tipo de virus que ha arruinado las economías y creado una pandemia real de desempleo mundial, y que entre ellos están científica­mente comprobado­s las eficacias de la Hidroxiclo­roquina en fases tempranas de contagios por coronaviru­s, así como el empleo de la Ivermectin­a en usos profilácti­cos y abordajes curativos, al igual que el uso del Dióxido de Cloro. Tales conspirano­icos europeos -y hay miles en nuestro continente­nos inculcaron el “análisis crítico positivo” (y el pleno derecho humano de informarno­s como soberanos de nuestra vida y salud).

Ante esta carga de convincent­e informació­n científica y jurídica, debo confesar que me sumo a los conspirano­icos; y, como “a confesión de parte, relevo de pruebas”, debe enjuiciarm­e nuestro Ministerio Público.

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