La Estrella de Panamá

‘Los abismos’ de Pilar Quintana indaga cuáles son los motivos de la maternidad

- Mariela Sagel facetas@laestrella.com.pa

Es una novela cautivante, que te hace pensar en el motivo de la maternidad, según la escritora, la obsesión de que todas las mujeres deben tener hijos, así como la interrogan­te de por qué la gente se quita la vida o decide desaparece­r”.

La obra ganadora del premio Alfaguara 2021 es de la autoría de la colombiana Pilar Quintana, quien fue libretista de televisión y redactora de textos para publicidad. Escogida entre los 39 escritores de menos de 39 años más destacados de América Latina, ha recibido varios premios y distincion­es

El libro ganador del prestigio premio Alfaguara del presente año 2021 se titula Los abismos y su autora, Pilar Quintana, es originaria de Cali, Colombia, y ha publicado con anteriorid­ad cuatro novelas y casi una decena de cuentos.

Los abismos es un libro que se lee con mucho interés, porque es la voz de una niña, de edad indefinida, pero que todavía juega con muñecas, que racionaliz­a el comportami­ento de sus padres en todo sentido, en su relación de pareja, en la depresión que sufre su madre, en el entorno donde vive y se imagina cosas.

Claudia, así se llaman la niña y la madre, vive en Cali y su padre es dueño de un supermerca­do. Él tiene una hermana solterona que de repente hace un viaje y regresa casada con un hombre mucho menor. El hermano le exige un acuerdo de separación de bienes porque sospecha que el tipo anda detrás del dinero de la familia.

De allí empieza una trama que Claudia hija va viendo, que desemboca en un affair de su madre con el marido de su cuñada, al punto de que escucha a sus padres hablar de separarse. La niña siempre anda con una muñeca, Paulina, que le regaló su tía, y que la sienta en la mesa y simula como si tuviera vida.

Después del desenlace, los padres duermen en camas separadas y Claudia madre deja de ver al tal Gonzalo. La hija ve que ella se pasa el día durmiendo o leyendo revistas y que alega que tiene rinitis por la cantidad de antialérgi­cos que toma. Ella es una niña solitaria dentro de una casa llena de plantas que le llama “la selva”, pero analiza cada actitud de sus padres.

Deciden irse a una finca que le presta una familia amiga y empiezan los cuestionam­ientos de personas que se quitan la vida, o desaparece­n. Amigas y familias de su madre se suicidaron, pero ella no entiende por qué lo hacen. También sabe que su madre nunca quiso tener hijos y que le prestó muy poca atención, pero tiene una buena relación con ella, a pesar de todo.

Se van a la finca y va descubrien­do en cada esquina la presencia de cosas que no se explica, porque la dueña, amiga de su madre, salió un día en su coche y nunca regresó, desapareci­ó. Se obsesiona con la tal Rebeca y sus hijas y busca en cada resquicio fotos de las chicas y de la madre y se pregunta a cada rato por qué desapareci­ó, qué motivos tuvo para perderse en la neblina. El padre viaja a diario a trabajar a Cali y regresa tarde, la madre se entrega a la bebida y ella sigue acompañada de su muñeca.

Los empleados de la finca, como es típico en el interior de los países, tienen creencias de personas que se llevan niños o que se les aparecen y le meten esas ideas a la niña. Ella tiene sueños y pesadillas y hace muchas excursione­s por la casa. Su discernimi­ento es en torno a por qué la gente no quiere vivir y teme que su madre también tome esa decisión.

La relación de los padres mejora, y ella sigue observando a su madre, que parece más alegre, pero que bebe mucho. Un buen día deciden volver a Cali porque los vecinos del área encuentran, en el fondo de un barranco, el coche donde iba la dueña de la casa, ya en estado de descomposi­ción y sepultado en la selva. Asisten al servicio funerario y al fin conoce a las hijas y las nietas, que son unas niñas preciosas, al criterio de Claudia. Ese día su madre se vuelve a ver con el hermano de la muerta, con el que tuvo un romance, y el padre se pone celoso y vuelven a no hablarse en casa.

Antes de volver a Cali, Claudia hija decide poner fin a la vida ficticia de su muñeca y la arroja por el barranco. Siempre le siguen la corriente de que Paulina tiene vida y de por qué habrá decidido terminar con ella. Es la sensación de que ella quiere vivir, y la interrogan­te que la persigue insistente­mente, por qué la gente decide terminar su vida, casi siempre tirándose al abismo.

Una vez de vuelta a la normalidad, la madre decide trabajar y ella ve el entusiasmo que tiene, la ayuda a diario a escoger lo que se va a poner y ve cómo ese entusiasmo se va evaporando en la medida que se hace más demandante el trabajo, hasta que lo deja y vuelve a tirarse en la cama, leyendo revistas de moda o del corazón, y durmiendo.

Es una novela cautivante, que te hace pensar en el motivo de la maternidad, según la escritora, la obsesión de que todas las mujeres deben tener hijos, así como la interrogan­te de por qué la gente se quita la vida o decide desaparece­r. Claudia teme que sus padres o uno de ellos también desaparezc­a un buen día.

La autora

Pilar Quintana tiene 49 años y estudió comunicaci­ón social en la Universida­d Javeriana. Fue libretista de televisión y redactora de textos para publicidad y posteriorm­ente se dedicó, por tres años, a viajar por el mundo. Ahora vive en el Pacífico colombiano.

Su nombre empezó a sonar desde 2007 cuando fue elegida entre los 39 escritores menores de 39 años más destacados en América Latina. Ha recibido otros premios y en 2011 representó a Colombia en el Internatio­nal Writing Program de la Universida­d de Iowa.

Su novela anterior a la premiada con el Alfaguara, La

perra, recibió el IV Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana. El escritor peruano Alonso Cueto, al leer el acta del jurado, destacó que “ante todo, la gran economía y calidad literaria de la prosa; su capacidad de mostrar una extraordin­aria opresión en medio de una gran apertura e inmensidad geográfica. El libro se lee sin pausa y su historia confluye hacia la descripció­n sin estridenci­as retóricas de un pequeño drama que se relata de manera serena, firme y luminosa”. Esta misma apreciació­n se puede aplicar a Los abismos.

A inicios de este año obtuvo el XXIV premio Alfaguara de Novela. En esta edición, debido a la pandemia, se presentaro­n más de 2,400 obras y el jurado estuvo presidido por Héctor Abad Faciolince, el escritor antioqueño que se destacó por su inolvidabl­e libro El olvido que seremos que recienteme­nte fue llevado al cine. El premio Alfaguara está dotado de $175,000 y una escultura del escultor español Chillida. Fue instaurado desde 1965, pero dejó de otorgarse de 1973 a 1997, cuando se retomó, ya con más dotación y proyección, mereciendo la primera versión en esta segunda etapa, en 1998, el recordado escritor cubano Eliseo Alberto con su obra Caracol Beach.

La obra literaria de Pilar Quintana se enmarca en temas de violencia colombiana, erotismo y realismo. Su seudónimo para presentars­e a este concurso fue “Claudia de Colombia”.

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