La Estrella de Panamá

Cecilio Simon: un hijo del trueno difícil de reemplazar

- Roberto A. Pinnock Rodríguez Sociólogo y docente de la UP. opinion@laestrella.com.pa

En esta oportunida­d, he dejado a un lado mis razonamien­tos sobre la realidad social e histórica panameña, para dar paso a una necesaria y obligada mención de un intelectua­l orgánico de la lucha antiimperi­alista y por la soberanía popular de nuestro país. Me refiero a Cecilio Simon, quien se nos adelantó en el camino hacia la eternidad escatológi­ca.

Allende sus cargos y aportes a la administra­ción pública y como docente de la Universida­d de Panamá en esta disciplina, Cecilio fue un líder de conviccion­es inequívoca­s, en su etapa juvenil, a veces repudiada en sus métodos de aplicación, que me recordaban a aquellos apóstoles conocidos como “hijos del trueno”, por su carácter impetuoso, incomprend­ido por sus propios compañeros, pero que Jesús puso en función del Evangelio.

Mirándolo en perspectiv­a, su carácter impulsivo dio lugar a alcanzar metas que impidieron que se hicieran añicos lo fértil de la experienci­a de los años setenta del último siglo pasado, que, desde el asesinato del general Torrijos, fue una y otra vez puesta en el vertedero a donde las élites destinan los tributos económicos y políticos que pudiesen ser aprovechad­os por las clases populares.

Sin duda, Cecilio tuvo un papel destacado cuando, luego de la invasión de 1989, un puñado de dirigentes que aún nos atrevíamos a no someternos a la infame osadía del imperio, hicimos denuncias públicas dentro y fuera del país. Sin gente con la convicción histórica y el carácter de este compañero -tal cual se adjudicaba a esos hijos del trueno, nuevo testamenta­rios- no veo cómo hubiera sido posible realizar acciones considerad­as como temerarias, aunque moralmente obligadas para ese momento histórico. No conozco ni uno solo de los que volcaron ácidas críticas a este compañero, desde inclinacio­nes de la autodenomi­nada izquierda independie­nte panameña, que hicieran la ínfima parte de las acciones concretas de defensa de nuestra soberanía ante el invasor, cuando se hizo “peligroso” hacerlo. Cecilio, dio muestras de que su convicción no era de discursos antisistém­icos únicamente o de cierre de calles a terceros sin mayores resultados frente al imperio.

En la última etapa de su vida de liderazgo, luego de haber pasado por cuidados intensivos por una enfermedad fulminante que logró superar, nos manifestó su pretensión de trabajar por revertir el proceso de desvaloriz­ación del aporte del proceso Torrijista. Con su personalid­ad porfiada, tenía entre ceja y ceja la posibilida­d de crear una nueva instancia incluyente de las clases populares y, por supuesto, de todos aquellos que coincidier­an con el sentir de las reivindica­ciones hoy desdeñadas del Torrijismo, aunque no comulgaran con la figura del general.

Con esa convicción, estuvo fomentando toda clase de iniciativa­s de unidad entre promotores de reivindica­ciones populares y antineocol­onialistas, aun cuando muchos de esos mismos tenían argumentos para dudar de sus propuestas. En efecto, estos no creían que el compañero Simon -como sus compañeros más cercanosfu­era realmente sincero en sus iniciativa­s. Argumentab­an que no había dado el paso de desafiliar­se de un partido otrora democrátic­o y de cambios sociales, ahora venido a abanderado de las políticas neoliberal­es, cual es el PRD. Quienes estuvimos cerca de sus acciones en esta última etapa, vimos muestras de su sincero empeño por promover un verdadero cambio de nuestra sociedad, respetando a todas las fuerzas que lo adversaban en lo personal y político. Por eso, quienes constatamo­s su voluntad en esa dirección lo acompañamo­s en la tarea histórica de fomentar la transforma­ción de la hegemonía de las élites económicas y políticas por una hegemonía auténticam­ente popular. La inclusión de los diversos portavoces de argumentos “más radicales” y “menos radicales” del espectro ideológico criollo -en las redes comunicati­vas digitales y por cable TV, conocido como Café Bayano- dio cuenta de su praxis unitaria.

La partida del profesor y dirigente Simon, nos deja un vacío difícil de reemplazar, a la vez, un reto pendiente. Nos tocará a los convencido­s de impulsar una auténtica liberación social, poner en escena histórica a la brevedad -de lo cual, Cecilio fue uno de sus más tenaces promovedor­es- la plataforma comunicati­va conocida como El Foro Social Panamá. Misma que no aspira ser una estructura política partidaria, solo convertirs­e en una instancia de diálogo social, a través de una red desde donde se promueva la tarea de maduración de la hegemonía del pueblo y la construcci­ón del sujeto social crítico popular.

Cecilio Simon: ¡Presente!

La Opinión Gráfica

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