Agenda cultural renovada
“La vida cultural debe brindar también insumos al imaginario de un país, cuya importancia regional obliga a tener emprendimientos […]”
Una mujer atolondrada sale por la ventana de un edificio, justo en el momento en que pasa por la calle un vehículo conducido por un hombre. Ella, desesperada, se introduce en el auto y empieza un recorrido en busca de una dirección que nunca ubica; mientras que entra en un diálogo sin sentido con el extraño, que poco a poco indaga sobre los motivos de su improvisada acompañante, como si fuera un coleccionista de conductas extrañas.
Este es el argumento de la obra de teatro Camarón, que se estrena en una de las salas de la ciudad. Su texto es original del director quien, con este trabajo, se estrena como dramaturgo y concreta el tiempo útil que ha estado confinado en casa.
Los autobuses urbanos conocidos como Diablos rojos son el motivo de una exposición gráfica y se constituyen en testigos de una época de crecimiento del transporte en la capital del país. Mientras, un grupo de esculturas que participaron en un concurso de expresiones obreras, se exhiben en un banco de la ciudad y dejan de manifiesto la capacidad creativa de un sector de trabajadores, que reproducen enfoques sobre la vida cotidiana.
Un museo del Casco Antiguo presenta una singular muestra de fotos, cuya autora es una panameña que residió en Italia y describe, con singular visión edificios, castillos, calles y columnas que reflejan el ingenio humano excepcional, con una antigüedad de varios siglos.
El público empieza a salir en busca de dramas, comedias y acercamientos a representaciones con variados títulos como: Nos la vamos a rifar, Un enemigo del pueblo, El mentiroso, La roca mágica, El zoológico de cristal, Todo o nada, Tramposos y Hotel todo incluido. Además, historias para el público infantil, musicales y otro tipo de espectáculos como Las bicicletas son para el verano o las experiencias de Encuentro con amigos.
Es toda una agenda de actividades culturales, llamando a una audiencia para compartir manifestaciones que una comunidad de artistas ha preparado, en un tiempo amplio cuando la tranquilidad, el silencio y hasta la soledad se convierten en el contexto de este clima productivo. Anida un sentimiento y sensibilidad en quienes adelantan estas tareas que implican salvar dificultades impuestas por las medidas de salud y de confinamiento.
Surge la pregunta sobre las iniciativas cinematográficas que han sido tradicionalmente escuetas, con una mayor tendencia hacia el documentalismo. Es un esfuerzo mayor, que requiere organización más compleja para lograr concretar filmes que narren historias diversas. Un buen grupo de jóvenes interesados deberán armar los guiones para alcanzar la fase de producción y salir adelante, con estos nuevos títulos que esperan.
En el ámbito de las redes sociales han surgido muchas innovaciones y la capacidad que brindan aplicaciones como Vivavideo, Filmora o las plataformas Youtube, Tiktok, entre otras, gracias a la existencia de una nueva forma de generar relatos cortos, conciertos y audiciones que se suben a los espacios para ser compartidos. Allí se encuentran ingeniosas ocurrencias que, poco a poco, se habrán de convertir en opciones alternas de estéticos mensajes audiovisuales.
El prolongado tiempo que han permanecido cerrados los locales, por estrictas medidas de prevención al contagio de la COVID-19, permitió a mentes inquietas formular respuestas para transmitir formas, contenidos y expresar las crisis vividas en estos meses de estados alterados o una realidad cuando el silencio, el alejamiento y también la atmósfera de morbilidad y mortalidad han actuado sobre el espíritu vulnerable de la población.
La vida cultural debe brindar también insumos al imaginario de un país, cuya importancia regional obliga a tener emprendimientos, respuestas que saquen a los ciudadanos de la postración que las oleadas de enfermos y muertos ocasionan. Incluso la memoria de estas víctimas nos pone en la perspectiva de salir de la pandemia, con la fuerza que brinda la mente.