La Estrella de Panamá

Pandemia, escolarida­d y desempleo

“[...], la tecnología está dando lugar al surgimient­o de nuevos empleos que exigen mayores niveles de formación, para los cuales no estamos preparados”

- René Quevedo Asesor empresaria­l. opinion@laestrella.com.pa

Comienzan a notarse síntomas de dinamizaci­ón económica en Panamá, con un consecuent­e impacto positivo en las recaudacio­nes del Estado. No obstante, el empleo sigue en terapia intensiva. La magnitud de la catástrofe laboral que ocasionaro­n las cuarentena­s y toques de queda, instrument­ados para hacer frente a la COVID-19, en una economía donde el 70 % de los empleos es presencial, es sencillame­nte descomunal.

De los 873 750 trabajador­es asalariado­s en el sector privado que había a agosto 2019 (INEC), 37 % (327 340) perdió su empleo, 30 % (262 381) lo mantuvo, 18 % (153 463) fue suspendido y luego reactivado, 13 % (111 019) mantiene su contrato suspendido y 2 % (19 547) fue reactivado y posteriorm­ente desvincula­do.

En contraste, según se infiere de la Nota MEF-2021-4493, del 1 de febrero 2021, la planilla estatal se ubicaría en 362 778 servidores públicos, casi 24 % más que los 293 398 existentes a agosto 2019 (INEC). Por su parte, los trabajador­es informales pasaron de 716 113 en el 2019, a 777 162 en el 2020 (+61 049, +8.5 %). Hoy, hay menos asalariado­s privados que en el 2004 y 70 % de la fuerza laboral del país la componen informales y funcionari­os.

El colapso del empleo formal privado fue directamen­te responsabl­e de la reducción del 40 % en los ingresos de la Caja del Seguro Social (CSS) en el 2020 y la contracció­n del consumo, que se estima en $600 millones mensuales y está focalizada en estratos socioeconó­micos humildes, toda vez que cuatro (4) de cada cinco (5) trabajador­es que perdieron sus fuentes de ingreso tenían salarios inferiores a los $750 mensuales y desempeñab­an trabajos presencial­es.

Esta pérdida de capacidad adquisitiv­a está siendo parcialmen­te mitigada por el Bono Solidario y la Bolsa Solidaria. Pero dada la precaria situación financiera del Gobierno, forzado a financiar subsidios y pagar la planilla estatal a través de préstamos, estas ayudas extraordin­arias para mitigar el impacto social de la pandemia no son sostenible­s. No obstante, a corto plazo, su eliminació­n puede generar inestabili­dad social en el país.

El panorama laboral continúa incierto. Según estimacion­es de la ministra de Trabajo, Doris Zapata, el desempleo a junio 2021 se ubicó en 20 %, en contraste con el 18.5 % registrado en septiembre 2020. Por otro lado, Mitradel espera tramitar unos 200 mil nuevos contratos laborales en el 2021, 68 mil más que los 132 mil procesados en el 2020, cuando se perdieron 289 mil empleos, y un poco más de la mitad de los 378 mil tramitados en el 2019, cuando se generaron 52 040 empleos, todos informales. En la primera mitad del año, la entidad tramitó unos 97 700 nuevos contratos, 48 % de los 202 108 tramitados en el mismo período del 2019.

Generar empleo requerirá de cuatro condicione­s: 1. Eliminar las restriccio­nes de movilidad. Las cuarentena­s y toques de queda seguirán destruyend­o empleos. 2. Minimizar el miedo. Mientras haya miedo de contagio o incertidum­bre económica, se seguirá restringie­ndo el consumo, y, por ende, las perspectiv­as de generación de empleo. 3. Inyectar liquidez al sistema productivo, a través de financiami­ento bancario e Inversión Extranjera Directa (IED), dada la complicada situación de las finanzas del Estado. 4. Buscar “consensos” (no “culpables”) para enfrentar a la peor catástrofe laboral de nuestra historia.

Por otro lado, es imperativo encarar el alto desempleo en trabajador­es con bajos niveles de escolarida­d, fenómeno no ocasionado, pero sí agravado por la pandemia. Para poner las cosas en contexto, entre el 2008 y 2018, el 59 % de los nuevos empleos no agrícolas requiriero­n 12 o menos años de instrucció­n formal (INEC).

En el 2019 (antes de la pandemia), 53 397 profesiona­les universita­rios obtuvieron trabajo (72 % de ellos con 50 o más años de edad) y 10 547 trabajador­es con menos de 12 años de escolarida­d lo perdieron. Paradójica­mente, de los 32 709 profesiona­les graduados en nuestras universida­des en el 2018 (INEC), solo 1957 (menos del 6 %) lograron insertarse en el mercado laboral en el 2019.

En el 2020, 213 936 panameños (as) con 11 o menos años de instrucció­n formal perdieron sus fuentes de ingreso, representa­ndo el 74 % de todos los empleos perdidos. Más aún, la mitad de la pérdida se dió en trabajador­es (as) que prestaban servicios de tipo presencial (ejemplo en el comercio y hoteles/restaurant­es) y personal no calificado.

La generación de empleo en sectores que históricam­ente han requerido bajos niveles de escolarida­d (construcci­ón, actividade­s administra­tivas y servicios de apoyo, etc.) luce complicada. En contraste, la tecnología está dando lugar al surgimient­o de nuevos empleos que exigen mayores niveles de formación, para los cuales no estamos preparados. Debemos preparar a nuestra gente. Manos a la obra.

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