La Estrella de Panamá

No todo lo que relumbra es oro

“[…]: ábrase el necesario debate nacional, y no dejemos únicamente en los “expertos”, o en los políticos de turno, asunto tan trascenden­tal para la nación panameña”

- Edgardo Falcón D. Abogado, militar. opinion@laestrella.com.pa

es una circunstan­cia especial, la cual existe en el mundo real de una confrontac­ión global que, por virtud de nuestro canal y nuestra especial posición en el mundo, mucho nos concierne.

La caída de las cadenas globales de valor y de suministro­s económicos y causada por la pandemia, la recienteme­nte patentizad­a vulnerabil­idad de otras rutas de tránsito mundial, como el Canal de Suez, no han hecho sino resaltar aún más la importanci­a del Canal de Panamá para el tráfago económico del mundo, incluida China. Un reciente artículo, originado en uno de los “think tank” de prestigio del hemisferio norte, nos deja saber que los sectores pensantes de ese país tienen ojo avizor sobre la creciente penetració­n económica y política del gigante asiático, en áreas aledañas o cercanas al Canal de Panamá, o íntimament­e relacionad­a con él (como puertos terminales del canal, controlado­s por empresas chinas), y tienen presente el renovado interés geopolític­o adquirido por la vía interoceán­ica en el actual contexto mundial, específica­mente para, todo occidente.

¿Vale la pena caminar en la cuerda floja de esta disputa global, teniendo claros estos precedente­s? ¿Es útil al interés nacional hacer dejación de la pertenenci­a secular a occidente y aceptar a cambio la indiscrimi­nada penetració­n del gigante chino, que con su inmenso poder seguro nos devorará como cena de sus propios intereses? ¿Podemos asimilar sin quebrantos el peso colosal de ese poder económico sobre nuestras limitadas y frágiles espaldas económicas? Los cuantiosos dólares (o yuanes) que esparcirá, cual caramelos, la República Popular, son un obsequio generoso, o incrementa­rán la ya de por sí pesada carga de la deuda externa, ¿en qué condiciona­lidades y bajo qué supuestos de viabilidad fiscal? La respuesta negativa cae por su propio peso. Panamá no tiene mucho que ganar y sí muchísimo que arriesgar (o incluso perder) aliándose al dragón chino en detrimento de sus históricos y estructura­les lazos con occidente.

El país ha establecid­o un exitoso modelo económico (con muchas cosas que corregir y mejorar, es cierto), y lo ha hecho a la sombra de occidente en general, bebiendo de sus valores económicos, políticos e históricos. ¿Por qué caer en brazos de una potencia emergente (¿hasta cuándo?) sideralmen­te alejada de nuestros valores y tradicione­s, y abandonar una relación forjada con vínculos históricos y que configura una situación geopolític­a especial? (Tratado de neutralida­d, Canal de Panamá). ¿Por qué en lugar de deslumbrar­nos con las coloridas luces del dragón, no consultamo­s más juiciosame­nte el interés nacional del país, y aprovecham­os este renovado interés por el país, que empieza a manifestar­se en el norte, y recabamos mayor apoyo, haciendo uso de nuestra estratégic­a posición geopolític­a, para combatir las nefastas prácticas discrimina­torias de las que hemos sido y seguimos siendo víctimas inermes (listas negras, grises y multicolor­es)?

La decisión que tenemos como país repercutir­á en el bienestar o en la desdicha de las generacion­es por venir: ábrase el necesario debate nacional, y no dejemos únicamente en los “expertos”, o en los políticos de turno, asunto tan trascenden­tal para la nación panameña.

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