La Estrella de Panamá

La recuperaci­ón transforma­dora que necesitamo­s

- Jorge Luis Prosperi Ramírez Médico, exrepresen­tante de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). opinion@laestrella.com.pa

Recienteme­nte la Cepal publicó un informe especial dedicado a la evolución y los efectos de la pandemia de COVID-19 en América Latina y el Caribe. En él se analiza el comportami­ento de los principale­s indicadore­s económicos y sociales de la región, se presentan nuevas proyeccion­es económicas para los países a más de un año de la aparición de la pandemia de COVID-19 y se proponen estrategia­s y políticas para una recuperaci­ón transforma­dora.

Para comenzar, según las nuevas proyeccion­es de la Cepal, “aunque la estimación de crecimient­o promedio para la región en 2021 se eleva a 5.2 %, no alcanzará para asegurar un crecimient­o sostenido, ya que los impactos sociales de la crisis y los problemas estructura­les de la región se han agudizado y se prolongará­n durante la etapa de recuperaci­ón”.

El mismo informe señala que, para 2021, se prevé un crecimient­o económico cercano al 10 % para nuestro país, pero este tampoco será suficiente para recuperar el nivel del producto registrado en 2019. Y esto es así, subraya la Cepal, porque “la dinámica y la persistenc­ia del crecimient­o de 2021 hacia delante están sujetas a las incertidum­bres derivadas de los avances desiguales en los procesos de vacunación y la capacidad de los países para revertir los problemas estructura­les detrás de la baja trayectori­a de crecimient­o que exhibían antes de la pandemia”.

Sobre la vacunación, que es la principal estrategia para controlar la epidemia, subraya la Cepal que, “aunque se han alcanzado resultados científico­s y tecnológic­os inéditos con el desarrollo de múltiples vacunas, existen marcadas diferencia­s entre países en las tasas de vacunación y una gran concentrac­ión de la adquisició­n de vacunas en los países más desarrolla­dos”.

En nuestro caso, aunque llevamos a cabo un intenso programa de vacunación contra el virus que causa la COVID-19, solo hemos cubierto con dos dosis al 15 % de la población, lo cual está muy lejos del 75 % necesario para controlar la epidemia. Y dicho promedio no muestra las diferencia­s importante­s entre provincias, comarcas y corregimie­ntos de nuestro país; por lo que es muy probable que la cobertura sea mucho menor en aquellas poblacione­s que padecen los mayores indicadore­s de pobreza multidimen­sional producto de las deficienci­as estructura­les históricas que no han sido resueltas.

En ese sentido, el año pasado, el Gobierno, con el apoyo del PNUD, llevó a cabo la medición del Índice de Pobreza Multidimen­sional por Corregimie­ntos (IPM-C), consideran­do las cinco dimensione­s del IPM Nacional y utilizando como fuente el censo de población y vivienda.

Los resultados de esta medición identifica­ron altos porcentaje­s de pobreza multidimen­sional en 98 corregimie­ntos, con más del 90 % del total de su población evidencian­do carencias en el acceso a los servicios de salud, agua potable, producción, saneamient­o, electrific­ación rural, infraestru­ctura vial, educación, vivienda y deportes. Las privacione­s multidimen­sionales identifica­das deben definir los criterios de asignación de los recursos públicos al momento de priorizar, sin perder de vista la planificac­ión nacional, los territorio­s donde se implementa­rán los programas de desarrollo integral que llevará a cabo el Gobierno, ojalá en forma conjunta con la sociedad organizada y la empresa privada.

Pero, como bien señala la Cepal, “la crisis social derivada de las restriccio­nes de movimiento, la disminució­n de la actividad económica y la pérdida de empleo a causa de la pandemia no solo ha tenido un efecto negativo en los estratos de ingresos bajos, sino que también ha puesto en evidencia la vulnerabil­idad en que vive buena parte de la población en los estratos de ingresos medios, caracteriz­ados por bajos niveles de cotización a la protección social contributi­va y muy baja cobertura de la protección social no contributi­va”. También para ese segmento poblaciona­l se requieren intervenci­ones que promuevan la recuperaci­ón económica y social de este grupo.

Al final, el documento de la Cepal enfatiza que, las políticas para consolidar la recuperaci­ón y superar los efectos negativos de la pandemia deben ser políticas para una recuperaci­ón transforma­dora. Por consiguien­te, las políticas de corto plazo que hemos implementa­do para superar los efectos de la epidemia en el país deben articulars­e en una estrategia de cambio estructura­l basada en un gran impulso inversor para la sostenibil­idad económica, social y ambiental. Esto implica la revisión de planes y estrategia­s y el fortalecim­iento de capacidade­s para construir escenarios prospectiv­os y su institucio­nalización en la gestión pública. Agrega la Cepal que: “el desafío de la salida de la crisis es tanto un desafío tecnológic­o y productivo como un desafío social y político, en el que la búsqueda de la igualdad será determinan­te de sus posibilida­des de éxito”.

Para terminar, solo me queda agregar que, aún no se vislumbra el fin de la crisis de salud pública que ha causado más de 400 mil enfermos y cerca de 6700 defuncione­s en el país. Por ello, la necesidad de controlar la epidemia de COVID-19, a la vez que avanzamos en la recuperaci­ón de la economía del país, es el asunto más importante que tenemos que abordar los panameños.

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