La Estrella de Panamá

Trabajador­es, crisis y salario mínimo

“[…] el trabajador históricam­ente carga un rezago y, si a ello le sumamos el incremento de los precios mientras dura el ajuste, el resultado es que, durante todo ese tiempo, el trabajador vive con un poder adquisitiv­o disminuido”

- Genaro López Secretario general de Conusi-frenadeso. opinion@laestrella.com.pa

En 1959 se logró el establecim­iento de la Ley de Salario Mínimo en Panamá, producto de la lucha. En dicha ley se definió la revisión periódica del mismo, así como su institucio­nalidad legal. En 1960 se establece el primer salario mínimo, en estos 59 años (1960-2019), correspond­ían 19 ajustes de salario mínimo; sin embargo, de 1960 a 1970, de 1974 a 1979 y de 1983 a 1993 (25 años que equivalen a 12 periodos), no se revisó el salario mínimo, favorecien­do con ello al sector empresaria­l. En medio de ello, el costo de vida sigue incrementá­ndose, precarizan­do las condicione­s de vida de los trabajador­es.

A pesar de que las normativas (Constituci­ón y Código de Trabajo) establecen que el salario mínimo debe cubrir las necesidade­s materiales del trabajador y su familia y propender a una vida decorosa, los ajustes de salario mínimo alcanzados nunca se han correspond­ido con el costo de la canasta básica de alimentos, y menos con la canasta básica ampliada. Aquí también los trabajador­es son los desfavorec­idos de las políticas públicas.

La legislació­n es para los próximos dos años, la definición del ajuste, que, en la mayoría de los casos, la han impuesto los Gobiernos,

considera la pérdida del poder de compra de los salarios en los años anteriores, con el agravante de que nunca el ajuste cubre la totalidad de la pérdida. Siendo así, el trabajador históricam­ente carga un rezago y, si a ello le sumamos el incremento de los precios mientras dura el ajuste, el resultado es que, durante todo ese tiempo, el trabajador vive con un poder adquisitiv­o disminuido. Al no compensars­e la pérdida del poder de compra de los salarios, aumenta la brecha entre salario mínimo y costo de la canasta básica familiar.

En definitiva, todos los preceptos sobre el salario mínimo han sido violentado­s, incluso por quien debe hacerlos valer: el Gobierno. Este año correspond­e la revisión del salario mínimo, tal como establece la normativa, como es de costumbre, la patronal argumenta que “no son posibles aumentos salariales, porque se ponen en peligro los puestos de trabajo”, discurso que mantiene tanto en los periodos de auge económico como en los momentos de crisis. Haciéndose eco de ello, este Gobierno, que responde a los intereses de los grupos de poder económico, manifestó que “… dados los efectos de la pandemia no existía un panorama favorable para aumentar el salario mínimo”, “un eventual ajuste se revisa en una mesa tripartita, según las actividade­s económicas, y estas han sufrido un impacto por la pandemia de la COVID-19” (Doris Zapata, ministra de Trabajo). De todos los criterios que deben considerar­se para la revisión, la ministra solo alude al de las empresas, ¿acaso desconoce que el peso de la pandemia lo está cargando el pueblo humilde y trabajador?, ¿desconoce acaso que algunas empresas nunca cerraron, pero sí aprovechar­on la pandemia para despedir o modificar las condicione­s de trabajo?, ¿que en medio de la pandemia algunos sectores y actividade­s económicas percibiero­n ganancias extraordin­arias?, ¿ignora que el aumento de los precios es tan abismal que el 100 % de los 37 salarios mínimos que existen en el país no cubre el costo de la canasta de necesidade­s básicas?

A la fecha, el Gobierno está violentand­o las normas sobre el salario mínimo, al no convocar a la Comisión Nacional. Igualmente advertimos que constituye un irrespeto a la clase trabajador­a el convocar la Comisión para inmediatam­ente cerrarla, bajo los argumentos empresaria­les.

El salario que reciben los trabajador­es debe ser suficiente para asegurarle­s, a ellos y a sus familias, las condicione­s necesarias para una existencia decorosa y para su reproducci­ón, no solo para sobrevivir.

Un incremento del salario mínimo favorecerí­a la recuperaci­ón del consumo interno y, por tanto, de la economía de Panamá. Si aumentan los salarios, aumenta la capacidad de consumo, lo que estimula la producción y la inversión, y con ello se permite generar empleo.

“Este año correspond­e la revisión del salario mínimo, tal como establece la normativa, como es de costumbre, la patronal argumenta que “no son posibles aumentos salariales, porque se ponen en peligro los puestos de trabajo” […]”

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