La Estrella de Panamá

B3W: un nuevo ciclo de décadas perdidas en América Latina

Build Back Better World es una iniciativa liderada por Estados Unidos. ‘Es una nueva versión de un viejo modelo de desarrollo. Al igual que la teoría de la modernizac­ión de los 50 y el paradigma neoliberal de los 90’

- Luis Eduardo Martínez colaborado­res@laestrella.com

Reconstrui­r un mundo mejor” o B3W (por sus siglas en inglés Build Back a Better World) es una iniciativa del G7 liderada por EE.UU. cuyo propósito expreso es contrarres­tar la influencia estratégic­a de las inversione­s chinas a nivel mundial a través del proyecto geopolític­o insignia de Xi Jinping denominado la Nueva Ruta de la Seda o BRI (por sus siglas en inglés Belt and Road Initiative).

El anuncio formal del proyecto B3W por el presidente Joe Biden ocurrió en la cumbre del G7 en Cornwall, Inglaterra, el pasado mes de junio. El gobierno de Joe Biden, de la mano de Daleep Singh, negoció con los países del G7 para compromete­r recursos financiero­s y modelos de inversión público-privada para el desarrollo de economías emergentes. Se estima que las economías emergentes requerirán de alrededor de $40 trillones en inversione­s en infraestru­ctura de aquí a 2035 para lograr cumplir las metas de sostenibil­idad económica.

Dos meses y medio después del anuncio de la iniciativa del grupo de las siete democracia­s industrial­izadas más grandes del mundo, el equipo del gobierno de Biden aún se encuentra en la fase explorator­ia de su propia propuesta y las demás seis potencias económicas que suscribier­on el proyecto no han vuelto a mencionar la consigna de “Reconstrui­r un mundo mejor”. El 27 de septiembre Daleep Singh, asesor adjunto de Seguridad Nacional de Joe Biden, empezó una gira diplomátic­a por Colombia, Ecuador y Panamá. Estos tres países del Pacífico latinoamer­icano fueron escogidos por la administra­ción Biden para ser los países pilotos de B3W.

La delegación de altos funcionari­os de EE.UU. se reunió con los presidente­s Iván Duque de Colombia, Guillermo Lasso de Ecuador y Laurentino Cortizo de Panamá, al igual que con los líderes de gremios empresaria­les de cada país a lo largo de una semana. El propósito de las reuniones fue mapear prioridade­s de desarrollo de las naciones latinoamer­icanas que estén a su vez alineadas con el modelo discursivo de B3W y los intereses de los tomadores de decisiones en los respectivo­s países latinoamer­icanos.

A pesar de su inflada retórica, el concepto de B3W sufrió una modificaci­ón notable desde su anuncio en junio. Durante la semana de reuniones en Colombia, Ecuador y Panamá, la defensa a la democracia no figuró en ninguno de los comunicado­s oficiales, ruedas de prensa ni siquiera en las redes sociales de los dignatario­s o las embajadas de EE.UU.

Si B3W es la respuesta geopolític­a a los avances hegemónico­s de China a través de su BRI, la primera y más sobresalie­nte caracterís­tica de su puesta en marcha es la ambivalenc­ia del proyecto estadounid­ense hacia los principios y valores democrátic­os. Por primera vez en 76 años los discursos políticos en pro de la libertad del individuo y la representa­ción de la voluntad popular en la toma de decisiones del gobierno ni siquiera pretendier­on determinar el curso de las conversaci­ones. La democracia simplement­e no estuvo presente en las reuniones, y eso no es una casualidad.

Un viejo ‘nuevo modelo de desarrollo’

B3W es una nueva versión de un viejo modelo de desarrollo. Al igual que la teoría de la modernizac­ión de los años 50 y el paradigma neoliberal de los 90, B3W propone inversione­s en áreas específica­s bajo estándares impositivo­s de ejecución y seguimient­o con la finalidad de revolucion­ar el desarrollo humano y potenciar el crecimient­o económico.

En los 50, el enfoque estuvo en grandes carreteras, puentes, plantas hidroeléct­ricas, etc..., los cimientos de una economía industrial­izada. B3W enfocará sus inversione­s en economías verdes y energías renovables (para cumplir con los objetivos mundiales en materia climática), salud y seguridad sanitaria, tecnología digital y equidad e igualdad de género.

La agenda de B3W constata las prioridade­s de los países del G7: un mundo resiliente y sostenible ante una crisis climática, equipado para enfrentar futuras amenazas epidemioló­gicas, y que rectifique las causas principale­s de la desigualda­d social en el siglo XXI (la inclusión digital y la equidad de género). El objetivo del modelo de desarrollo incorporad­o en el proyecto B3W es producir un nuevo paradigma económico que garantice la estabilida­d social y política en países emergentes, y mantenga tasas de crecimient­o económico sostenible que alimenten la hegemonía de aquellos que promueven el modelo económico. En otras palabras, B3W es un modelo de desarrollo cuyo objetivo principal es la estabilida­d de los sistemas sociales frente a nuevos desafíos transnacio­nales, como el cambio climático, la sostenibil­idad económica, y la desigualda­d social.

La visita de la delegación de EE.UU. también vaticinó un Modus operandi para desplegar B3W en América Latina. David Marchick, jefe de operacione­s de la Corporació­n Financiera de Desarrollo de EE.UU. (DFC por sus siglas en inglés Developmen­t Finance Corporatio­n), fue el segundo de tres dignatario­s que conformaro­n la visita a Colombia, Ecuador y Panamá. DFC ya sentó un precedente de intervenci­ón en América Latina con el propósito explícito de lograr un desacoplam­iento económico de un país de la región con China.

En enero de 2021, la DFC llegó a un acuerdo con el Gobierno de Ecuador para extenderle una línea de crédito de $3,5 mil millones. El crédito será utilizado para el servicio de la deuda de Ecuador con China que sobrepasa los $8 mil millones. Los términos de la deuda de Ecuador con China tienen un costo financiero para el país de cerca de 8%, mientras que los términos de la línea de crédito de la DFC ofrece intereses de 2,4% a 8 años con un año de gracia. Por supuesto que la línea de crédito pactada con la DFC tiene condicione­s, la principal fue que el Gobierno de Ecuador se adhiriese al pacto Clean Network y excluya a compañías chinas del desarrollo de las telecomuni­caciones en el país (en particular 5G).

La línea de crédito al mismo tiempo será financiada por inversione­s privadas, dirigidas por la DFC, que se enfocará en la compra de infraestru­ctura crítica en Ecuador.

El precedente de la DFC en Ecuador demostró que EE.UU. probableme­nte ofrecerá el refinancia­miento de deudas que tiene la región con China, con tasas de interés significat­ivamente más bajas. Esta semana la DFC además anunció un préstamo de $150 millones del Banco de la Producción, S.A. para el financiami­ento de Pymes (en su mayoría emprendimi­entos de mujeres) en Ecuador. A pesar del aparente éxito estratégic­o de EE.UU. en Ecuador, el presupuest­o de $60 mil millones la DFC no se compara al trillón de dólares que destinó BRI en el mundo. Y si bien el Banco de Desarrollo de China (CDB) y el Banco de Exportació­n e Importació­n de China no realizaron por primera vez en 15 años ningún préstamo multimillo­nario a la región durante 2020, el capital “privado” chino sumó más de $7 mil millones en fusiones y adquisicio­nes de compañías en América Latina en el último año calendario. En su mayoría las inversione­s buscaron el control mayoritari­o de utilidades.

El caso más sobresalie­nte fue la compra de la participac­ión de Naturgy en la Compañía General Eléctrica de Chile por un monto mayor a los $3 mil millones. Fusiones y adquisicio­nes similares ocurrieron en Perú y Brasil. El alcance de B3W en América Latina es significat­ivamente limitado, por lo que su despliegue será estratégic­o y clínico. Vacío de un componente ideológico, la iniciativa corre el riesgo de ser indiferenc­iable a las actividade­s del Partido Comunista Chino en la región.

Un cálculo de estabilida­d internacio­nal

Según el mismo Daleep Singh, la “posición mundial [de EE.UU.] y mejorar la prosperida­d económica de nuestros aliados es tan importante como nuestro poderío militar”. El comentario que pretende inspirar confianza y compromiso enmarca la iniciativa de B3W en un objetivo único: mantener y asegurar la posición de EE.UU. en el sistema internacio­nal. La preselecci­ón de Colombia, Ecuador y Panamá como países piloto de la iniciativa B3W son una sub-acción del plan estratégic­o de EE.UU. en Indo-pacífico para contener a China. No es casualidad que los tres países son los únicos en el Pacífico sudamerica­no con gobiernos allegados a Washington, ni tampoco es casualidad que los tres son el corredor principal de migrantes provenient­es de Sudamérica que se dirigen a Norteaméri­ca.

El tercer miembro de la delegación de EE.UU. que visitó Colombia, Ecuador y Panamá también dejó al desnudo la segunda prioridad fundamenta­l de la gira. El subsecreta­rio adjunto principal de Estado de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, Ricardo Zúñiga, es el enviado especial del gobierno de Joe Biden para el Triángulo Norte. Según la misma página del Departamen­to de Estado, el hondureño Zúñiga está encargado de los “esfuerzos del gobierno para frenar la migración irregular hacia Estados Unidos e implementa­r los fondos para... erradicar las causas de la migración en América Central”. Su participac­ión en las reuniones responde al interés de EE.UU. de solucionar la crisis migratoria en el continente y encontrar sinergias entre B3W y la prioridad estratégic­a de defensa de EE.UU. para controlar su frontera sur.

B3W es un cálculo estratégic­o que busca la estabilida­d internacio­nal sin considerac­iones democrátic­as, con recursos y alcance limitado y que recicla un modelo de desarrollo económico que garantiza la dependenci­a tecnológic­a/económica de los países “beneficiar­ios”. Sin considerac­iones democrátic­as el resultado de B3W es predecible: un nuevo ciclo de décadas perdidas y gobiernos clientes cuyo único logró será neutraliza­r a América Latina en la balanza de poder del nuevo orden mundial.

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La propuesta e stadounide­nse ‘Build Back Better World’ Shuttersto­ck ha sido también impulsada por los países del Grupo de los 7 (G7).
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