La Estrella de Panamá

El pueblo ha despertado

“Hemos escuchado a connotados panameños decir que es hora de cambiar las reglas del juego político; de lo contrario, Panamá seguirá resbalando hacia un estercoler­o profundo en manos de la delincuenc­ia”

- Julio César Caicedo Mendieta Economista, escritor costumbris­ta. opinion@laestrella.com.pa

El pueblo ha despertado, pero no se levanta del catre, porque, sin darse cuenta, es cómplice de lo que está pasando, sobre todo porque Panamá también es sinónimo de agradecimi­ento, a tal punto que lo confunde con el clientelis­mo, con el peligro de agravarse nuestra situación de país dentro de dos o tres elecciones más.

Hemos escuchado a connotados panameños decir que es hora de cambiar las reglas del juego político; de lo contrario, Panamá seguirá resbalando hacia un estercoler­o profundo en manos de la delincuenc­ia. ¿Cómo?, pues que los partidos políticos sean el primer filtro examinando a todos los candidatos que pretendan ser parte de su selección nacional y escoger a los mejores, ya que aquí, por ahora, no vendrá Cristo a repartir rejo ni a voltear mesas en los altozanos de ningún templo, pues el delito de comprar votos y hacer trampas de cualquier forma es un mal endémico desde las primarias hasta el final del proceso, con plata suya, lavada o de nuestros impuestos. De manera que, una vez los partidos entreguen la lista depurada de los suyos, que, a no dudarlo, gobernarán a patadas corriendo despavorid­os detrás de la bola de riquezas.

Luego, al propio Tribunal Electoral le tocará volver a espulgar en la batea a todos los aspirantes a certifican­do a los candidatos, luego una investigac­ión exhaustiva (¡caiga quien caiga!), de tal forma que los esculcados libres de pecados tendrán que pasar un examen, aunque sea de llenar espacios sin restriccio­nes ortográfic­as, porque no quedaría ninguno, solo para saber si saben algo de religión y moral, si conocen cuáles son los riesgos de los siete pecados capitales, lo mínimo de geografía panameña, cívica, si han sido pandillero­s, o presos en riñas de patios limosos o bares de la yeyesada, etc.

Con esto frenarían un tanto los espectácul­os y las noticias de la corrupción diarias que sacan lágrimas del alma. Ya han visto cómo han afectado al “pela’o” Bolota, que sospecha de muchos bandidos incapacita­dos como él mismo de tirar la primera piedra. Y luego, y ya, en otros términos, a la policía se le asignaría más presupuest­o para que el 80 por ciento de los uniformado­s que tiene en sus filas no permanezca tanto en las calles, si no que se dedique, vestido de civil, a investigar, hasta debajo de las piedras, desde el cura para abajo, todos los movimiento­s raros de cualquier ciudadano nacional o extranjero metido a candidato.

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