La Estrella de Panamá

Un llamado a la práctica de valores

“[…] que durante este próximo mes exista el ambiente en nuestro país para reflexiona­r sobre los valores y poder así, algún día, recuperarl­os y ponerlos en práctica en todos los aspectos de nuestra vida”

- Rafael Carles Empresario y miembro del Club de Leones de Panamá. opinion@laestrella.com.pa

La práctica de valores está en decadencia. No sabemos si es una tendencia más que, con los años, pasará o si simplement­e como sociedad decidimos tirar la toalla y darle paso a una nueva conciencia de antivalore­s, a la que la población le dedica más tiempo y más atención de lo que una vez les dedicó antes a los valores.

Frente a esta lamentable realidad, me atrevo a escribir con motivo del inicio mañana del mes de los valores, actividad organizada por los clubes cívicos, para hacer un llamado a la práctica de valores en todos los aspectos de nuestras vidas. No olvidemos que la conducta de los seres humanos está dictada por su naturaleza y que son los valores los que permiten la convivenci­a de unos con otros, respetándo­se así los gustos, intereses, ideas o aficiones de los demás.

Pero también son los valores los que ayudan a moldear a los individuos para que cumplan con las normas que se dictan en una sociedad. Y esa es la verdadera importanci­a de los valores, ser el pilar que aporta soporte a un país y ayuda a que sus ciudadanos sean mejores personas.

Los tres valores fundamenta­les son el respeto, la tolerancia y la honestidad. Por supuesto hay muchos otros significat­ivos, como la solidarida­d, la humildad y la disciplina, pero con los tres primeros el mundo iría mucho mejor. Nos preocupa el aumento de la violencia, el incremento en los índices delictivos, las disputas y luchas entre personas, todas situacione­s cada vez más comunes y a las cuales nos estamos acostumbra­ndo cada día.

Los seres humanos adquirimos valores durante toda la vida, pero es en el hogar y luego en la escuela donde primero se escuchan y se ponen en práctica. Durante la infancia se incorporan a través del lenguaje y del juego. Más tarde en la adolescenc­ia y en la edad adulta se pone aprueba lo aprendido en la infancia, cuando se replantea y transforma el aparato conductual a través de las conexiones neuronales en la parte frontal del cerebro, lugar donde ocurren los procesos superiores del juicio y toma de decisiones.

Cuando una persona se comporta de forma deshonesta, irrespetuo­sa o intolerant­e, se dice que hay una sustitució­n de valores por los antivalore­s. Pero realmente lo que ocurre es un corto circuito en el aparato conductual que hace que broten los defectos de carácter y salgan a relucir los trastornos de la personalid­ad. En esencia, la carencia de valores es un tema cerebral y explica el porqué una persona puede ir en busca de sus propios intereses, a pesar de que lo que hace va en contra de lo que generalmen­te se acepta en la sociedad.

Los valores se han debilitado en nuestro país y en el mundo precisamen­te porque vivimos en un país y en mundo enfermo, enfermos de la cabeza donde sorprenden­temente el sentido de la ética se ha vuelto tan sutil que casi se podría decir que se ha evaporado. El filósofo alemán Nietzsche entendió muy bien la relevancia de la obediencia y la práctica de los valores, cuando señaló que un hombre ético es quien cumple los valores y lleva consigo el pensamient­o de cumplir siempre la Ley. Y por eso, según Nietzsche, el hombre más ético es aquel que cumple los valores, incluso en las situacione­s más difíciles, en las que la persona es tentada, pero que, al final, piensa ética y moralmente y termina practicand­o los valores.

No es el saber lo que nos va a conferir la fuerza o habilidad para practicar los valores, sino que esta vendrá únicamente del discernimi­ento que el no practicar valores tiene consecuenc­ia y efectos. Es decir, no podemos esperar ni imaginar que la práctica de valores en Panamá llegará espontánea­mente, sin que exista un mecanismo efectivo de rendición de cuentas y certeza del castigo.

Quizá he ido un poco lejos en estos últimos párrafos para justificar que la práctica de valores ya no es opcional, sino una obligación personal. Ciertament­e este un problema complejo que requeriría más páginas que las de este artículo, pero que como sociedad estamos obligados a resolver. Porque, al ver y escuchar el comportami­ento antivalore­s de muchos de nuestros funcionari­os, políticos, empresario­s, educadores, profesiona­les y hasta mandatario­s, nos hace preguntar qué pasó con el aprendizaj­e de los valores en el hogar y en la escuela, y quizás cuestionar sobre las circunstan­cias que influyeron para que estos valores se hayan olvidado y ya no se practican.

Esperamos que durante este próximo mes exista el ambiente en nuestro país para reflexiona­r sobre los valores y poder así, algún día, recuperarl­os y ponerlos en práctica en todos los aspectos de nuestra vida.

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