No solo de SARS vive el hombre
El mundo está actualmente enfocado en controlar la pandemia de COVID-19 para intentar retornar a la vida normal precedente, ojalá una mejor. No es para menos. Una crisis que ya ha dejado 240 millones de casos diagnosticados, casi 5 millones de fallecidos y, al menos, 60 millones de personas con secuelas de la enfermedad. La ciencia, como no podía ser de otra manera, respondió con rapidez, elaborando vacunas seguras y efectivas para prevenir gravedad o muerte en 85-99 % de las personas que aceptan ser inmunizadas. Como la salud es un proceso de corresponsabilidad, nos toca poner el brazo, no solo para cobijo personal, sino para propiciar, con empatía y solidaridad, la protección de los demás, especialmente de aquellos que, por alguna legítima razón, no puedan aún ser vacunados. La inmunización masiva, además, evitaría la emergencia de variantes virales más peligrosas o difíciles de contener. La mezquindad no debe ser jamás una cualidad de la autodenominada especie racional. El individualismo era típico de los neandertales y hoy sabemos que su extinción estuvo condicionada en favor de los socialmente interconectados “sapiens”. En la medida en que la sensatez supere la estolidez, alcanzaremos por fin la victoria y podremos dedicar todos nuestros esfuerzos a los múltiples problemas que asfixian el cotidiano vivir.
Aparte de arrinconar al SARS-COV-2, los objetivos prioritarios de la Organización Mundial de la Salud se centran en la erradicación final de la poliomielitis, con la valiosa colaboración de la Fundación Bill & Melinda Gates, Unicef, CDC, PATH, Club Rotario, investigadores científicos, empresas farmacéuticas y autoridades sanitarias de muchos países. La incidencia de poliomielitis paralítica ha sido reducida al más bajo nivel de la historia. Los virus salvajes de polio tipo 2 y 3 han sido eliminados desde 1999 y 2012, respectivamente, mientras que apenas 2 casos del tipo 1 se diagnosticaron este año 2021 en dos países, Paquistán y Afganistán. La extinción de esta terrible enfermedad, por tanto, está más cerca que nunca. Pese a esta fabulosa noticia, ocurren aproximadamente 300 casos anuales de poliomielitis paralítica, debido al virus atenuado empleado en la vacuna oral (método Sabin), el cual es excretado en el ambiente por individuos vacunados, permanece viable en aguas servidas, sufre mutaciones genéticas y recobra esporádicamente su virulencia original. La estrategia que sigue, por ende, es abandonar por completo la vacunación oral a corto plazo y que todos los países empiecen a inmunizar exclusivamente con la vacuna inactivada, de aplicación intramuscular (método Salk). Si todo marcha como lo planeado, la certificación de la erradicación definitiva de la poliomielitis acontecería potencialmente alrededor del 2030.
Para lograr la erradicación sin contratiempos, ciencia y política deben trabajar en íntima armonía para superar los variopintos obstáculos. Con la retirada de la vacuna oral en el mundo, habrá desabastecimiento de las vacunas inyectables. Se ensayan, por ende, novedosas formulaciones inactivadas, con el uso de adyuvantes que mejoran inmunogenicidad o con la administración intradérmica fraccionada, que puedan solventar dicha escasez. Se debe eliminar el virus salvaje de polio en los laboratorios de producción para que no ocurran filtraciones accidentales ni manipulaciones para armas biológicas. Las empresas manufactureras deben variar la técnica de fabricación (uso de virus debilitado inofensivo) para tal propósito. Los países deben mantener elevadas coberturas de vacunación (90-95 %) de manera constante y vigilar la entrada de inmigrantes o turistas con esquemas nulos e incompletos.
Finalmente, como los virus atenuados de las vacunas orales pueden persistir en el ecosistema por muchos meses y causar infecciones en regiones de bajas coberturas, se conducen paralelamente investigaciones con innovadores inmunógenos orales, modificados genéticamente, que sean totalmente inocuos, pero a la vez eficientes.
Numerosos científicos en Panamá han participado activamente en los estudios de seguridad e inmunogenicidad de una de estas vacunas (NOPV2), la que ya se distribuye, después de tan solo 2.5 años de desarrollo, en algunos países africanos y asiáticos de riesgo (Lancet 2021; 397:27; J Infect Dis 2021; oct. 5; Lancet 2021; en vías de publicación). Estos prometedores biológicos serán utilizados en la última fase de la hoja de ruta de erradicación para abolir todo vestigio ambiental del virus y para poder incluso rescatar el programa de erradicación en situaciones de reemergencia del poliovirus salvaje debido a contratiempos inesperados. Después de erradicar la viruela, la eliminación de la poliomielitis será otro enorme hito de la medicina moderna.
Aparte de la COVID y la poliomielitis, las organizaciones científicas y sanitarias supervisan otras infecciones con potencial para causar epidemias: ébola, nipah, dengue, malaria, influenza, chikungunya, zika, sarampión, cólera, tifoidea, encefalitis viral, hantavirus, etc.; y, refuerzan la vigilancia de otras notoriamente controladas: sarampión, difteria, fiebre amarilla, tétanos, tosferina o tuberculosis, algunas de las cuales están causando brotes en países cercanos con menores coberturas de vacunación. Es posible, además, que tengamos incrementos futuros de enfermedades no transmisibles (cáncer, diabetes, dolencias cardiovasculares, trastornos de salud mental, etc.), cuyo manejo ha sido parcialmente abandonado durante la pandemia.
Con orgullo destaco que la ciencia panameña está colaborando arduamente con los estudios internacionales de muchas de estas enfermedades y aportando un extraordinario legado a las futuras generaciones, nacionales e internacionales. Invertir en ciencia reduce mortalidad, mejora calidad de existencia y alarga expectativa de vida. La evidencia es más que abrumadora…