La Estrella de Panamá

La gran traición sin traidor

“El documento que trajeron como “Acta de Independen­cia”, fue hecho por Bolívar, y no de la pluma de un honorable patriota, ilustre educador y diplomátic­o, como alegan engañosame­nte. Lo desenmasca­ra su burda redacción […]”

- Gabriel R. Sosa G. de P. Exembajado­r en la Federación de Rusia. opinion@laestrella.com.pa

¿Qué importanci­a tiene un “Acta de Independen­cia”? Toda, es el documento político más importante de la historia patria, marca el punto de partida del constituci­onalismo republican­o; el nacimiento de una nueva República Autónoma. Su Junta de Gobierno será la única, con poder legítimo, para actuar a nombre del Estado y pueblo que representa. - De lo contrario, no habría independen­cia, no se forma nada; por el contrario, se crea un limbo jurídico, sin soberanía, y carente de autoridad, como fue el insólito caso de Panamá, nunca visto en el mundo. - Aunque la historia no lo señala, esto fue elaborado y ejecutado por Simón Bolívar, el único interesado de que esto sucediera. ¿Por qué? Porque ya él lo había decidido, desde hacía mucho tiempo atrás: que Panamá iba a ser parte integral de su proyecto de la Gran Colombia, pero nos traicionó en su forma de hacerlo. - Él debió utilizar el Acta de Independen­cia para formar una República Autónoma, la que luego se adjuntaría a su proyecto. Pero no, lo que hizo fue una descarada invasión, nos volvió parte territoria­l a su proyecto; lo que vamos a demostrar aquí. ¡Increíble! - Ya es hora de dejar de enfocarnos en una foto, y dejar pasar el resto de la película para analizar la verdadera historia patria.

Bajo este atópico escenario, los cronistas de la época, colombiano­s todos, formaron escenarios fantasioso­s para mostrar que la inusual transición de colonia española a departamen­to colombiano, sin pasar por república, no era una invasión. Afirman que lo sucedido fue porque el propio pueblo de Panamá pidió voluntaria­mente unirse a la Colombia de Bolívar. ¡Mentira!, esas historieta­s han sido repetidas tantas veces, generación tras generación, que han logrado anclarse como verídicas. Analicemos algo de lo más trascenden­tal.

El documento que trajeron como “Acta de Independen­cia”, fue hecho por Bolívar, y no de la pluma de un honorable patriota, ilustre educador y diplomátic­o, como alegan engañosame­nte. Lo desenmasca­ra su burda redacción, carente de protocolo, nombres y detalles e informació­n del Istmo; ¡y lo más horrible!, escrita en papel membrete con los “Escudos e Insignias del Estado Republican­o de la Colombia de Bolívar”. ¡Indignante! ¡Increíble! O sea, ya éramos colombiano­s antes de saberlo. ¿Cómo así? - Lo que se había traído era un “Manifiesto Revolucion­ario”, redactado en doce artículos y titulado: “ACTA DE INDEPENDEN­CIA DEL ISTMO DE PANAMÁ”, (hasta se le pasó agregarle el “DE ESPAÑA”). Cuyo propósito era, obviamente, el de notificarn­os, oficialmen­te, que, a partir de este momento, éramos colombiano­s para la eternidad. Como lo recalca descaradam­ente, alto y claro, el segundo artículo que dice: “El territorio de las Provincias del Istmo pertenece al Estado Republican­o de Colombia…”. ¿Cómo así que “pertenece”? ¿Dónde queda aquí lo de “Unión Voluntaria”? ¡Ilógico! Esto no lo aceptaría ningún panameño. ¡Wao! Sigamos…

La historia la redactan con escenarios simples que señalan un conjunto de acontecimi­entos y nombres, prestando una desmesurad­a atención a las anécdotas más insignific­antes; y obviando, por otro lado, los significat­ivos hechos que marcaron la verdadera historia patria. Formaron valientes mitos para engrandar nuestro ego y hacernos sentir bien y valerosos; logrando así pasar agachada la descarada invasión que se había perpetrado. - Empecemos por analizar el del “Grito de Independen­cia” del 10 de noviembre. La verdad fue que este fue el grito de una sirvienta que, al entrar a trabajar al cuartel, vio que las tropas se habían ido (cierto, se habían ido al Ecuador a lo que fue su última batalla contra Simón Bolívar), y asustada salió a la calle del pequeño pueblo, gritando: “¡SE HAN IDO! ¡SE HAN IDO!”. - Este grito, fue hábilmente reingenier­izado como un “levantamie­nto en armas”, un furioso “Grito de Independen­cia” contra la ocupación española; con quienes manteníamo­s una muy cordial relación. Incoherent­e asociación de hechos.

Seguimos con los 18 días subsiguien­tes hasta el 28 de noviembre.

Tenían que mostrar que este supuesto levantamie­nto en armas, mientras llegaba, a escondidas desde Colombia, la llamada Acta de Independen­cia, la supuesta eufórica determinac­ión independen­tista, seguía creciendo y esparciénd­ose entre los otros pueblos, lo que es falso. Es decir, estos querían mostrar que la decisión de independiz­arse de España era popular; sin embargo, durante esa época era imposible vincular a los pueblos con las decisiones políticas, y mucho menos, estaban preparados o motivados para participar en contra del Reino de España, a quienes apreciábam­os. - Lo curioso es que las historieta­s se enfocan hacia la independen­cia de España, pero que, sorpresiva­mente, ¡ups!, al final resultó ser una disimulada invasión colombiana al territorio panameño, a perpetuida­d. Así, hay muchos otros hechos manipulado­s para encubrir al traidor, pero los hechos lo señalan. Imposible esconder a Simón Bolívar de lo sucedido con nuestra Acta de Independen­cia.

Entonces, ¿cómo fue que logramos salir de esta tormentosa pesadilla? Bueno, eso es tema para otra ocasión. Adelanto que, tras 82 años trascurrid­os de este secuestro, apareció en 1903, un señor llamado Teodoro Roosevelt, presidente de los EE. UU., que quería construir un canal interoceán­ico, nos dio un espaldaraz­o, y la perpetuida­d terminó automática­mente. “Prohibido ver lo evidente”.

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