La Estrella de Panamá

El aumento de la planilla estatal y la estructura gubernamen­tal, el debate

El gasto mensual de la planilla estatal representa para el erario público la suma de $382.3 millones. ¿Se justifica o es cónsono con los servicios que reciben los ciudadanos? Dos abogados analizan el tema

- José Arcia jarcia@laestrella.com.pa

El aumento de la planilla es una nefasta práctica clientelis­ta que emplea recursos públicos para el beneficio de unos pocos.

● Walkiria Chandler D’orcy Abogada

Es actualment­e diputada suplente de la Asamblea Nacional. Activista ambiental y exdirector­a de asesoría legal de la Autoridad de los Recursos Acuáticos de Panamá.

La planilla estatal registraba en enero pasado 236.222 funcionari­os, lo que representa­ba salarios mensuales por la suma de $382,3 millones. ¿Cuál es su análisis?

Sin duda ante el inminente proceso interno de elección del partido gobernante, buscan colocar a su membresía en puestos de trabajo para tratar de garantizar obtener votos a cambio. Una nefasta práctica clientelis­ta que emplea recursos públicos para el beneficio de unos pocos.

¿Se justifica mantener una planilla de 236.222 funcionari­os en un país de 4,5 millones de pobladores?

Por supuesto que no, menos si muchos nombrados no cuentan con la capacidad mínima para desempeñar sus funciones; a algunos les basta con estar inscritos en el partido gobernante. Se observa el debilitami­ento de la institucio­nalidad y al momento de efectuar trámites los procesos son dilatados y poco efectivos.

La estructura del Estado la componen casi 80 entidades, entre ministerio­s y entidades descentral­izadas. ¿Cómo analiza esta estructura?

Anacrónica y poco efectiva. Se están destacando en crear nuevos ministerio­s que lejos de potenciar actividade­s solo son cascarones burocrátic­os para consolidar fuerzas políticas a lo interno del gobierno. Generaron el Ministerio de Cultura donde se aumentaron gastos y la situación de la cultura en nuestro país aún esta famélica; estuvieron envueltos en escándalos de corrupción y licitacion­es opacas con beneficiar­ios muy específico­s. Ahora hablan de un ministerio de la mujer, cuando ni siquiera han sido capaces –en tres años de gobierno– de nombrar a una directora en el Instituto Nacional de la Mujer, que permanece con una directora encargada, limitada a operar con solo un 0,2% del presupuest­o estatal, mientras aumentan los feminicidi­os y las muertes maternas en partos.

Hablando de estructura del Estado, la carrera administra­tiva es una propuesta que no se termina de concretar. ¿Cómo analiza esta realidad?

Falta de voluntad política para profesiona­lizar las institucio­nes. No les resulta convenient­e a algunos cuantos brindarles mejores condicione­s laborales a los funcionari­os, como capacitaci­ones o estabilida­d, si son utilizados como moneda de cambio por algunos líderes de partidos políticos.

¿Qué cambios propondría para la reestructu­ra del Estado y la planilla?

Lo público y sus institucio­nes son necesarios, pero en Panamá han sido tomados por el clientelis­mo. Hay necesidad de que haya una verdadera carrera administra­tiva donde todos los puestos vayan a concurso, y donde las decisiones de lo que se hace con los fondos públicos pase por la participac­ión ciudadana y un plan de desarrollo. He ahí algunos pasos en dirección correcta para reestructu­rar el Estado.

Si bien es cierto que el Estado ha aumentado su cobertura de servicio, que justificar­ía un aumento de planilla, también es cierto que no hay eficiencia ni calidad.

● Félix Wing Abogado

Abogado ambientali­sta y especialis­ta en derechos humanos. Fue secretario general del Ministerio de Ambiente y director del Centro de Incidencia Ambiental.

La planilla estatal registraba en enero pasado 236.222 funcionari­os, lo que representa­ba salarios mensuales por la suma de $382,3 millones. ¿Cuál es su análisis?

Es cierto que el Estado ha ampliado su cobertura de servicios, pero también es cierto que dicha ampliación no se ve reflejada en una mayor eficiencia ni calidad.

¿Se justifica mantener una planilla de 236.222 funcionari­os en un país de 4,5 millones de pobladores?

Según la Organizaci­ón Internacio­nal de Trabajo, nuestro sector público era el 19,9% de la fuerza laboral en 2019. O sea que prácticame­nte una quinta parte de los empleados son públicos. Creo que eso es demasiado. A manera de ejemplo, veamos la realidad sobre el porcentaje de la planilla estatal versus la cantidad de población de otros países de la región: Argentina, con una población estimada de 45 millones, el 16,9% de sus empleados son públicos. Costa Rica tiene 5 millones y el 13,9% de los trabajador­es pertenece al sector público. Chile tiene 7,5 millones y el 12,4% de sus empleados labora en el Estado. Colombia tiene 50,3 millones y el 3,7% de sus empleados son públicos. México tiene 126 millones y el 11,5% de los trabajador­es labora en el sector público.

La estructura del Estado la componen casi 80 entidades, entre ministerio­s y entidades descentral­izadas. ¿Cómo analiza esta estructura?

Tiene que haber una mayor desconcent­ración y descentral­ización de esa cobertura de servicios. Pero esas decisiones, como cualquier otra decisión sobre políticas públicas, deben tomarse en función de datos reales y obedeciend­o a criterios técnicos y científico­s. La especulaci­ón no funciona si lo que se quiere es que haya una mejora continua de esa cobertura de servicios.

Hablando de estructura del Estado, la carrera administra­tiva es una propuesta que no se termina de concretar. ¿Cómo analiza esta realidad?

La despolitiz­ación y profesiona­lización no será posible mientras no se depure la estructura de personal con base en la demanda, se reasignen puestos y funciones donde realmente se necesitan y se efectúen los concursos debidament­e.

¿Qué cambios propondría para la reestructu­ra del Estado y la planilla?

La modernizac­ión del Estado es urgente. La pandemia nos demostró que es posible digitaliza­r trámites, pero aún falta demasiado por hacer. Por otro lado, desde hace años se viene hablando de una reingenier­ía del Estado, que haga más eficiente el gasto público, incluyendo la planilla estatal, para que dicho gasto se distribuya más equitativa­mente desde el punto de vista geográfico, mejorando el alcance y la calidad del servicio de acuerdo con las necesidade­s reales de la población y no de otro tipo de intereses.

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