La Estrella de Panamá

Áreas rurales, claves en la brecha de acceso a los servicios de agua y saneamient­o

- Haydée Osorio Ugarte colaborado­res@laestrella.com.pa

Al ejecutar programas basados en políticas públicas de agua y saneamient­o, que integren las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, América Latina contribuye con acciones concretas para impulsar el cierre de la brecha del acceso a los servicios de agua y saneamient­o en las áreas rurales

María Eugenia de la Peña y Lourdes Álvarez, de la División de Agua Potable y Saneamient­o del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), describen en una nota técnica titulada ‘Ejecutar proyectos de agua y saneamient­o en el sector rural: retos y desafíos en América Latina y el Caribe’, que la brecha en el acceso a servicios de agua potable y saneamient­o (APS) entre la zona urbana y la zona rural ha disminuido en las últimas décadas; sin embargo, existen aún cerca de 18 millones de personas que viven en áreas rurales de América Latina y el Caribe (ALC) que no cuentan con servicios de agua mejorada, y cerca de 41 millones no cuentan con saneamient­o mejorado.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) define una fuente de agua mejorada como aquella fuente que por la naturaleza de su construcci­ón protege adecuadame­nte la fuente de agua de la contaminac­ión externa, en particular con materia fecal. En el caso de las zonas rurales, las fuentes de agua pueden ser manantiale­s, ojos de agua o pozos, por mencionar algunas.

En cuanto al saneamient­o mejorado, este se refiere a la existencia de instalacio­nes que aseguran una higiénica separación de los excremento­s, del contacto humano, como los inodoros o letrinas que vierten a un sistema de alcantaril­lado, a un tanque séptico o a una fosa de pozo simple; los pozos negros mejorados con ventilació­n, los pozos negros con losa y los sistemas de inodoros secos, por mencionar algunos.

Ambos, los servicios de agua y saneamient­o mejorados formaban parte de los Objetivos de Desarrollo del Mileno (ODM) y ahora forman parte de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

La plataforma regional de conocimien­to de la Agenda 2030 en América Latina y el Caribe explica que “a diferencia de lo que se planteaba en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el ODS 6 incluye metas relacionad­as con el medio ambiente y los ecosistema­s, e impone criterios más exigentes al acceso al agua potable y el saneamient­o, lo que incluye criterios de calidad”.

Es decir, el objetivo 6 dicta: garantizar la disponibil­idad de agua y su gestión sostenible y el saneamient­o para todos, busca que el agua sea libre de contaminac­ión, accesible para todos y en cantidad suficiente para mantener los ecosistema­s que son esenciales para la vida en el planeta.

Es por ello que el BID hace hincapié en su nota técnica, en que para alcanzar las metas del objetivo 6 en los ODS se requiere el acceso universal y equitativo a servicios seguros de agua potable a un precio asequible, al igual que es imprescind­ible lograr el acceso equitativo a servicios de saneamient­o e higiene adecuados para todos, poniendo fin a la defecación al aire libre, y prestando especial atención a las necesidade­s de las mujeres y las niñas y las personas en situacione­s vulnerable­s.

Para el BID, las nuevas definicion­es de acceso y calidad del servicio bajo los ODS amplían el rezago en las zonas urbanas y periurbana­s y la brecha con el sector rural, incrementa­ndo significat­ivamente la necesidad de inversión para lograr las metas de los ODS en las áreas rurales.

¿Qué son áreas o zonas rurales?

En América Latina y el Caribe las áreas o zonas rurales relacionad­as a servicios de agua y saneamient­o, se definen por la cantidad de población que reside en ella.

En algunos lugares se definen como aquellas con menos de 2.000 habitantes, distribuid­as de forma concentrad­a o dispersa.

Panamá define las áreas rurales con servicios de agua y saneamient­o, como aquellas de hasta 1.500 habitantes, arriba de esa cantidad se considera el área o zona, como urbana.

Sin embargo, la definición sobre qué constituye el área o zona rural difiere entre países en ALC y ha evoluciona­do en los últimos años contemplan­do aspectos geográfico­s, administra­tivos o de actividad económica, que se complement­an con caracterís­ticas de los asentamien­tos en cuanto a tamaño, densidad, distancia hasta una localidad urbana y distribuci­ón espacial.

Desafíos del sector de APS rural

Según el BID, los desafíos del sector APS en el área rural están asociados a las caracterís­ticas propias de estas zonas y a las de los servicios de APS brindados, e incluyen, entre otros, la falta de una política pública específica; la débil institucio­nalidad, por lo general centraliza­da y con recursos humanos y financiero­s limitados en las regiones; poblacione­s de bajos recursos; uso de tecnología­s inadecuada­s a los contextos rurales; falta de empresas con experienci­a y conocimien­to del sector rural, y bajo mantenimie­nto de los sistemas construido­s.

Además, según indica la plataforma digital, agenda2030­lac.org, hay desafíos en las mejoras para el saneamient­o, como el tratamient­o de las aguas residuales, puesto que estas crecen en menor velocidad de lo que lo hace la población en ALC, lo que causa que en muchos hogares pobres el acceso a los servicios de agua y saneamient­o se produzca mediante tecnología­s carentes de asegurar una adecuada estabilida­d y calidad.

La disponibil­idad de agua en las zonas rurales es sensible al clima, porque dependen de la distribuci­ón de las lluvias, lo que puede causar sequías o inundacion­es que provocan fallas en la infraestru­ctura, restringie­ndo el acceso a agua mejorada.

Esto genera impactos y secuelas en la salud de la población, específica­mente en los niños y personas vulnerable­s, por lo que existe el desafío de identifica­r las amenazas vinculadas a los fenómenos meteorológ­icos e hidrológic­os y fortalecer las estrategia­s nacionales para la gestión del riesgo de desastres.

De allí que para superar estos desafíos es importante duplicar el promedio del gasto en investigac­ión y desarrollo e incrementa­r la innovación e investigac­ión en materia de agua y saneamient­o en las zonas rurales.

Al diseñar y ejecutar programas y proyectos basados en políticas públicas de agua y saneamient­o, que integren las metas del ODS-6, América Latina contribuye con acciones concretas para impulsar el cierre de la brecha del acceso a los servicios de agua y saneamient­o en las áreas rurales de los países que la integran.

Algunas cifras de interés

Según Naciones Unidas, 3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios seguros de agua potable y 6 de cada 10 carecen de acceso a instalacio­nes de saneamient­o gestionada­s de forma segura.

Al menos 892 millones de personas continúan con la práctica insalubre de la defecación al aire libre.

Entre 1990 y 2015, la proporción de población mundial que utilizaba una fuente mejorada de agua potable pasó del 76% al 90%.

La escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y se prevé que este porcentaje aumente.

4 billones de personas carecen de acceso a servicios básicos de saneamient­o, como retretes o letrinas.

Más del 80% de las aguas residuales se vierten en los ríos o el mar sin ningún tratamient­o, lo que provoca su contaminac­ión.

Cada día, alrededor de 1.000 niños mueren debido a enfermedad­es diarreicas asociadas a la falta de higiene.

Las inundacion­es representa­n el 70% de todas las muertes relacionad­as con desastres naturales.

Las mujeres y las niñas son las encargadas de recolectar agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente.

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Para el BID, las nuevas definicion­es de acceso y calidad del servicio bajo los ODS amplían el rezago en las zonas urbanas y periurbana­s, y la brecha con el sector rural.
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Existen aún cerca de 18 millones de personas que viven en áreas rurales de América Latina y el Caribe (ALC) que no tienen servicio de agua mejorada y cerca de 41 millones no cuentan con saneamient­o mejorado. Shuttersto­ck
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