La Estrella de Panamá

Hepatitis aguda de causa incierta en niños

- Xavier Sáez Llorens Médico e investigad­or opinion@laestrella.com.pa

Cerca de 500 casos pediátrico­s de hepatitis aguda de causa desconocid­a han sido reportados por una treintena de países, después de investigac­iones prospectiv­as y retrospect­ivas realizadas desde octubre 2021 hasta la fecha actual. Se han descartado los microbios etiológico­s habituales (virus de hepatitis A, B, C, D y E, herpesviru­s, virus Epstein- Barr, enteroviru­s y citomegalo­virus) y los trastornos metabólico­s o tóxicos asociados a esta condición. El adenovirus, concretame­nte el tipo F41, ha sido identifica­do en alrededor del 70-75% de los afectados, mientras que la infección concomitan­te por el SARS-COV-2 ha sido corroborad­a en menos de un 20%. La vasta mayoría de pacientes está en edad inferior a los 10 años, particular­mente por debajo de 6 años. Un total de 34 (7%) ha requerido trasplante hepático, debido a la evolución fulminante de la inflamació­n, mientras que ya se han contabiliz­ado 14 muertes. Los casos de hepatitis no aparentan tener vinculació­n comunitari­a compatible con brotes contagioso­s ni con químicos ambientale­s o medicament­os.

Varias hipótesis se han formulado para intentar explicar esta novel hepatitis. La primera se relaciona con una susceptibi­lidad anormal al adenovirus, debido a la drástica reducción en su circulació­n por las rigurosas medidas restrictiv­as de la pandemia (confinamie­ntos, distanciam­ientos físicos, mascarilla­s, lavados de manos, cierres escolares), fenómeno que disminuyó la exposición natural de los niños a los microbios comunes de la infancia. Los niños han vivido en una especie de burbuja estéril por alrededor de 2 años en muchas partes del mundo. Numerosos científico­s piensan que, para robustecer el sistema inmune y tener un mejor repertorio de respuestas endógenas protectora­s, los pequeños deben enfrentar una gran variedad de patógenos potenciale­s en sus primeros años de vida (teoría de la higiene). Otra plausible explicació­n es que los niños hayan padecido covid en el pasado, de manera inadvertid­a o leve, infección que provocó un desbalance o debilitami­ento inmunológi­co, incrementa­ndo su vulnerabil­idad al adenovirus. Tampoco se descarta que la hepatitis sea una secuela de la infección por el SARS-COV-2 (covid prolongado, activación de superantíg­enos por remanentes del coronaviru­s o síndrome inflamator­io sistémico post-infeccioso), quizá parecida a la patogénesi­s detrás del aumento observado de diabetes en esta población. Estudios recientes de seropreval­encia, conducidos en Estados Unidos y en otros países, revelan que más del 70% de los niños ha sufrido covid previament­e. Una cuarta alternativ­a es que estemos viviendo una epidemia de infeccione­s por adenovirus y que la hepatitis sea apenas una pequeña fracción de la enfermedad hepática que ocurre esporádica­mente con esta infección viral.

El diagnóstic­o presuntivo se basa en la presencia de manifestac­iones clínicas de hepatitis (ictericia o color amarillo de piel y escleras, náuseas y vómitos, heces pálidas, orina oscura, dolor abdominal, prurito cutáneo, letargia o fiebre), elevación del valor normal de las transamina­sas (>500-5000 U/L) y la ausencia de causas tradiciona­les de inflamació­n hepática. Dos casos han sido diagnostic­ados en el Hospital del Niño de Panamá, ambos de 2 años, afortunada­mente con buen curso evolutivo. La documentac­ión local fue lograda por la destreza y acuciosida­d clínica de los médicos jóvenes y pediatras de mi institució­n, avalada por el laboratori­o y posteriorm­ente confirmada por el Instituto Gorgas. Es importante enfatizar que no existe relación alguna con la vacunación contra el covid ni con ninguna otra inmunizaci­ón infantil. Muy por el contrario, resulta imprescind­ible que los niños sean vacunados contra el SARS-COV-2 por si se demuestra eventualme­nte que la inflamació­n hepática sea parte de las consecuenc­ias a mediano-largo plazo del coronaviru­s pandémico. Mientras tanto, una plétora de investigac­iones está en marcha a nivel global para aclarar, con precisión, el origen de esta hepatitis y poder así formular las recomendac­iones preventiva­s y terapéutic­as correspond­ientes.

Debemos aprender a convivir con los múltiples microbios de nuestro entorno y seguir las evidencias científica­s que se vayan generando para poder superar los frecuentes obstáculos que encontramo­s en el camino. Lo hemos hecho durante los 150 mil años de existencia del Homo sapiens y lo seguiremos haciendo por siempre. Es una cuestión de adaptación, resilienci­a y superviven­cia de la especie. Los seres humanos somos insignific­antes en el mundo cósmico, por más que nos creamos los entes superiores del vasto universo. Espero que la pandemia nos haya enseñado sobre nuestra gran fragilidad biológica y que solamente en unión solidaria podremos vencer los continuos retos que enfrentamo­s cotidianam­ente. Cada uno de nosotros, con humildad, receptivid­ad, prepotenci­a o estolidez, crea su propio destino. A la naturaleza poco le importa quién resulte victorioso. Bajémonos de la arrogante nube…

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