La Estrella de Panamá

Recuento nacional

Los censos nacionales que se realizan en estos momentos ayudarán al Gobierno Nacional a determinar la planificac­ión necesaria, para alcanzar un crecimient­o sobre bases reales

- Modesto A. Tuñón F. Periodista opinion@laestrella.com.pa

¿Cuántos somos? ¿Qué estructura etaria tenemos? ¿Cuáles son las caracterís­ticas socioeconó­micas de los diferentes grupos que forman la población panameña? ¿Qué sectores son más vulnerable­s y cómo se podría resolver su situación mediante programas adecuados a sus condicione­s? Son preguntas que serán contestada­s con una encuesta este año. Se trata de los Censos Nacionales, que por fin van a impulsarse para conocer datos básicos.

Como ya es conocido, los censos en Panamá se desarrolla­n en los años que terminan en ‘0’; pero en 2020 no hubo el ambiente adecuado por el factor de pandemia que impidió la celebració­n de este proceso, que venía de algunos problemas técnicos en 2010, y fue imposible conocer la cuantía poblaciona­l. Ambas experienci­as perturbaro­n una casi perfecta trayectori­a de estos recuentos decenales en que se adquirían capacidade­s.

Lograr este conjunto de informacio­nes brinda un perfil del país, a través del diagnóstic­o real de sus habitantes. Esto se estructura en indicadore­s que permiten la planificac­ión de las estrategia­s por parte del Gobierno Nacional para alcanzar un crecimient­o sobre bases reales. De igual manera, se diseñan las medidas de atención de acuerdo a las especifici­dades de los sectores, determinad­as por los informes censales.

La historia de esta medición se remonta a comienzos del siglo XX. Según una publicació­n de la Contralorí­a General de la República, el primer censo se realizó en 1911, duró cinco meses y “se empadronar­on (SIC) a todos los habitantes según sexo, raza, nacionalid­ad, estado civil, analfabeti­smo, edad escolar, oficio o profesión y credo religioso”. Nueve años después, se contrató a un experto norteameri­cano y en 1930 se utilizó un sistema mecanizado.

Es hasta 1940 cuando se logra recoger los datos en un solo día. También se incluye el concepto de reedición cada diez años, esto permite crear un patrón comparativ­o y así utilizar la variante temporal para apreciar las diferencia­s y determinar el nivel de los cambios. Va a ser en este periodo cuando entran aspectos relacionad­os con las uniones matrimonia­les, de hecho como una de las categorías.

Un hecho inédito se logra en 1958 con el cálculo del niño millón que nace en el país; posteriorm­ente, en 1960, se establece el censo de vivienda para saber la cantidad de habitantes en función de los hogares. Además, se promulga una norma que regularía los censos para su práctica periódica; la obligatori­edad de brindar los datos y la confidenci­alidad de la informació­n estadístic­a.

Los tres últimos censos del siglo XX (1970, 1980 y 1990) vieron una separación de los sectores vivienda y social de la categoría de asuntos agropecuar­ios. Además, nace la Comisión Nacional de los Censos con representa­ción intersecto­rial y se recibe apoyo de organismos internacio­nales especializ­ados. Se cierra así un ciclo de nueve experienci­as que brindan al istmo una capacidad que se pone de ejemplo en países del área.

Las nuevas tecnología­s tuvieron influencia en los censos del siglo XXI y permitiero­n la inmediatez en divulgar resultados. Sin embargo, en 2010, una nueva administra­ción asumió la responsabi­lidad con algunos errores, los cuales no permitiero­n alcanzar los objetivos completame­nte y se desdibujó el resultado con cifras que no fueron exactas. En ese año también se agregó una pregunta sobre la afrodescen­dencia.

La situación de emergencia nacional retrasó la celebració­n de los censos en 2020 y hubo que esperar buenas condicione­s para un desenvolvi­miento normal. Se espera llevar a cabo ahora en un periodo de tres meses, cuyo inicio fue el pasado domingo y que permitirá alcanzar un mayor grado de precisión. Además, se incluirán datos sobre la población extranjera que reside en el territorio nacional.

En definitiva, es un reto que permitirá conocer el patrón de evolución existente y apreciar no solo los aspectos cuantitati­vos, sino cualitativ­os de la vida de los panameños, para definir los escenarios de cómo podría desenvolve­rse la sociedad panameña del futuro.

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