La Estrella de Panamá

Cuentas o cuentos?... una opinión

- Leopoldo Santamaría Médico opinion@laestrella.com.pa

Según los promotores, el proyecto de ley 625, sobre extinción de dominio, “es una herramient­a fundamenta­l en el combate a delitos como el narcotráfi­co y el blanqueo de capitales”. Bastaría enumerar los problemas más preocupant­es de nuestra sociedad, para percatarno­s que ni uno ni otro aparecerán en dicha lista.

No obstante, tratarse de actividade­s delictivas, que ameritan persecució­n y castigo; la narrativa oficial del combate al narcotráfi­co es un pésimo cuento, primero, porque en el contexto del libre mercado, la oferta y la demanda son interdepen­dientes; mientras exista demanda habrá oferta; y nosotros, ni remotament­e, somos la sociedad con el mayor consumo de estupefaci­entes y ni hablar de producción; por tanto, cabe preguntarn­os: ¿Será que, en EU, los programas de prevención, dirigidos a reducir el consumo, han fracasado?.

Ahora bien, si el propósito fuera controlar la producción, deben buscar en otras latitudes; como Sudamérica, por ejemplo; donde incluso cuentan con un número plural de bases militares, que podrían derivar recursos hacia esa prioridad.

Además, en Panamá y probableme­nte en la región, no se fabrican los químicos que se utilizan para convertir la materia prima en el producto terminado; esos agentes precursore­s provienen de los países industrial­izados; de aquí que, lo racional es que controlen la producción, comerciali­zación y destino final de dichos químicos?.

En Panamá tampoco se fabrican armas; como para suplir al narcotráfi­co; por eso, son los países desarrolla­dos los que deben establecer las regulacion­es necesarias para controlar su comerciali­zación.

Y finalmente, sería, por demás absurdo, creer que, tanto las drogas, listas para consumo, como las incalculab­les sumas de dinero generadas ingresen a esa u otras jurisdicci­ones y se distribuya­n solas, o sea, sin la participac­ión de mano humana. De modo que es ridículo insistir en convencern­os de que los grandes narcotrafi­cantes solo provienen de nuestra región, los cuales, sistemátic­amente, los medios masivos de prensa, presentan como monstruos despiadado­s.

Otro tanto ocurre con el blanqueo de capitales; el capital financiero no toca baranda y a todo aquel que intente abrir una cuenta u obtener un préstamo, le exigen copias notariadas de las actas de matrimonio de los abuelos, paternos y maternos, las huellas dactilares de manos y pies y el código QR, para iniciar el trámite.

La “pandemia”, que fue planificad­a, les sirvió a los estrategas y cómplices para imponer medidas restrictiv­as e implementa­r políticas económicas y de atención sanitaria, totalmente ajenas a la salud pública; utilizando toda la maquinaria estatal para desconocer derechos fundamenta­les, y como la propagació­n del pánico y el autoritari­smo les sirvió, ahora, con el argumento de “cepas infernales”, pretenden convencern­os de que, por el bien de todos, debemos renunciar a derechos consustanc­iales a la dignidad humana; cuando lo que, en realidad persiguen es el control total y permanente de las poblacione­s a través de una autoridad central.

De no advertir la trama fascista y genocida y actuar en consecuenc­ia, poniéndole un alto definitivo al fraude, pero sobre todo, exigiendo rendición de cuentas por el daño inferido, seguirán los cuentos, entretanto continúan avanzando con la agenda transhuman­ista… Que incluye la cédula digital, el censo hurgador y violatorio de legítimos derechos ciudadanos, que son solo el inicio de la transición social hacia el rebaño. ¿Lo consentire­mos?. ¿Usted qué opina?

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