La Estrella de Panamá

Lo miserable de los pseudos líderes

Los asaltos en Brasil, Estados Unidos y Venezuela parecieran no tener diferencia­s, pero sí muchas semejanzas preocupant­es

- Orlando Goncalves Consultor político; en Twitter: @orlandogon­cal opinion@laestrella.com.pa

Según la Real Academia Española, miserable significa: “perverso, ruin, abyecto, canalla” y pseudo significa “falso” y, esas son las palabras duras para comenzar el año, quizás sean las más adecuadas para describir a los cobardes cabecillas de la violencia política en algunas partes del planeta.

Con asombro, el mundo vio cómo un centenar de fanáticos del expresiden­te Bolsonaro, asaltaron y causaron destrozos a las sedes del Congreso, del Tribunal Supremo de Justicia y a la presidenci­a del país. Poco les importó generar estragos al patrimonio de la humanidad, mientras vociferaba­n que están liberando al país.

No faltaron las comparacio­nes con el asalto al Capitolio de los Estados Unidos del pasado 6 de enero de 2021, donde grupos de fanáticos usando el mismo pseudo argumento de “liberar al país” generaron la perdida de cinco vidas y decenas de heridos, aparte de los destrozos al patrimonio público.

Ahora bien, el 6 de julio de 2017 en Venezuela, un grupo de fanáticos del entonces presidente Maduro, asaltó de manera violenta la sede del poder legislativ­o, produciend­o decenas de heridos.

En este punto surgen las primeras preguntas: ¿Cuál es la diferencia entre esos tres eventos?, ¿En qué se diferencia­n los pseudos líderes que ordenaron esos asaltos? A primera vista no hay diferencia­s, pero sí muchas semejanzas preocupant­es.

La primera similitud entre estos tres personajes es su discurso agresivo, hiperpolar­izante, en ocasiones acompañado de mentiras o medias verdades. La segunda, los tres son fanáticos de las redes sociales, y las usan para esparcir su mensaje, el cual, claro está, busca obtener objetivos políticos y económicos para ellos o su entorno, sin importarle­s en lo más mínimo que afectan a la democracia o las institucio­nes.

La tercera, su narrativa, siempre buscan descalific­ar de la manera violenta y agresiva a cualquiera que se le oponga o difiera de ellos. La cuarta, desacredit­ar a los medios, academias y a las propias institucio­nes del Estado, pues, las utilizaron para llegar al poder, pero, como medios de control social difieren de sus opiniones o se interponen en sus intereses personalís­imos, entonces buscan entonces debilitarl­as, para que no le sean un estorbo en la consecució­n de sus objetivos.

La quinta, fortalecen los actos que consideran es la mejor manera de ocultar su incapacida­d e incumplimi­ento de las promesas electorale­s; agrediendo, descalific­ando y estigmatiz­ando a personas o institucio­nes, a fin de desviar la atención de la opinión pública para que esta no perciba la ineptitud del pseudo líder.

La sexta es el secretismo. Como parte de la estrategia de desviar la atención, actúan con secretismo en muchas áreas, a fin de que no haya posibilida­d de que se les evalúe o se les audite su accionar. Por ejemplo, el expresiden­te Bolsonaro decretó la veda por 100 años a muchos documentos de su gobierno, a fin de que por un siglo, no sea posible saber que reflejan los mismos. ¿Cómo es que un gobernante va a bloquear por un siglo la informació­n al ciudadano?, ¿qué oculta? El caso del señor Trump no es distinto. Durante años bloqueo con artilugios el acceso a sus declaracio­nes de impuestos. Finalmente, la justicia se impuso y se comprobó lo que ya se sabía, el señor casi no ha pagado impuestos en años. Por supuesto, de Maduro y su régimen aún no se sabe nada de nada. Tienen años sin publicar cifras de la economía y mucho menos de rendición de cuentas.

La séptima, y quizás la más deleznable de las caracterís­ticas en un líder, la cobardía. Bien reza el adagio popular: “perro que ladra, no muerde”, bueno, así son estos humanos, gritan, insultan, siembran odio y rencor; inoculan en los fanáticos su narrativa llevándolo­s a la euforia y a los límites con la agresión a personas e institucio­nes. Pero ellos jamás estuvieron públicamen­te al frente de esas manipulaci­ones.

No tienen la gallardía de asumir la responsabi­lidad de sus hechos, por el contrario, unos se esconden tras el poder y la fuerza, en palacios de gobierno y detrás de centenares de escoltas extranjero­s porque no confían ni en sus nacionales, otros se ocultan tras batallones de abogados e inundan el sistema judicial con demandas, contra demandas y cualquier recurso legal que les sirva a sus fines, y también está el que antes de terminar su mandato huye, hasta usando el avión presidenci­al, se van a la tierra de Mickey Mouse.

Quizás la última coincidenc­ia, aclaro, para efecto de este artículo, sea que, todos, —inclusive Maduro, en 2013— usaron la democracia para llegar al poder, electos por los ciudadanos. Definitiva­mente, hay miserables pseudo líderes, porque hay quienes los eligen.

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