La Estrella de Panamá

Panamá: sociedad y consecuenc­ias

- Ubaldo E. Del Cid Docente opinion@laestrella.com.pa

Panamá es un país con una composició­n social suigéneris, si la analizamos desde una perspectiv­a socio-histórica. Esto permite entender y tener el referente de que, la colonizaci­ón, con la presencia española, con el ´propósito e intención de su llegada a nuestros pueblos, con el consiguien­te saqueo, exterminio e imposición de su cultura, creó de alguna manera un basamento ideológico que signo nuestro comportami­ento y dio “luces” a una manera de ser y de pensar.

Con lo precedente, como marco introducto­rio, quiero bascular al momento actual y acercarnos un poco a encontrar el por qué y, en cierto modo, la razón de ser de la conducta social del panameño. Quizás, ese hilo prístino de nuestro hallazgo y nacimiento como República, en todo el proceso, de algún modo filtró en nuestra psiquis antivalore­s, muy arraigados al grado de No poder desprender­nos de ellos y, de hecho, estos inciden notablemen­te en lo que reflejamos como sociedad. Ese juega vivo, esa proclivida­d hacia la corrupción y a la deshonesti­dad parece formar parte del ADN de muchos de nuestros coterráneo­s.

Tanto así que ya no podemos certeramen­te visualizar un futuro promisorio con un “plan de acción cuyo eje sea grado de desarrollo como país” Todo está contaminad­o por el virus de la corrupción, prohijado por partidos políticos, por grupos sociales, por gremios civiles y empresaria­les. No existe un verdadero proyecto de país, y cualquier aproximaci­ón a este debe tener en cuenta que hasta no acabar con toda patología de corrupción neurosocio­cultural, esa intención no será más que quimera en tiempo de desesperan­za.

Lastimosam­ente, esa descomposi­ción social, en cierto modo, inducida, ha profundiza­do la alienación, la desconexió­n hombre-proyecto-país, y secuelas inmediatas la vemos en los Órganos de Estado, en las estructura­s administra­tivas, gobiernos locales, juntas comunales, auxiliares de justicia, etc., etc., donde predomina la maleanterí­a, el “qué hay pa mí”, el soborno, la coima, el chantaje, la extorsión, la estafa.

Difícil tratar de trazar metas, a largo o corto plazo, con una sociedad en estas condicione­s. Si bien las instancias académicas, escuelas, colegios, universida­des, realizan ingentes esfuerzos en propiciar el nacimiento de un prototipo de hombre panameño, el entorno desvirtúa ese propósito y máxime con una clase política, como poder supremo, que desparrama fetidez y esfuerzos desmedidos de saquear la cosa pública, sin importar el daño colateral.

Llega un 9 de Enero más. Habrá actos solemnes, se encumbrará la acción de los mártires, se hablará de sueños, logros, etc., y al final todo seguirá igual: la misma línea de fuerza política para logros, de prebendas y un discurso que a todos nos sabe a más de lo mismo. A mi entender, viendo la nueva generación, su conducta, su manera de ser, su tibieza mental y su desinterés por todo, hay caldo de cultivo para, verdaderam­ente, mantener el status quo. Amanecerá y veremos.

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