La Estrella de Panamá

Envejecimi­ento Saludable en las agendas políticas

- Jorge Luis Prosperi Ramírez Médico, exrepresen­tante de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) opinion@laestrella.com.pa

Iniciando el tercer año de la Década del Envejecimi­ento Saludable 2021-2030 los invito a analizar las cuatro áreas de intervenci­ón consignada­s en el documento como necesarias para alcanzar un envejecimi­ento saludable en Panamá construyen­do una sociedad para todas las edades.

Para nosotros el momento tiene especial importanci­a por cuanto que entramos en un año preelector­al y la sociedad espera que los políticos incluyan en sus promesas y agendas, planes para mejorar la vida de las 600,000 personas mayores de 60 años que habitan en Panamá, con un ligero predominio de las abuelas (53%) sobre los abuelos (47%), lo cual es muy bueno, porque ellas son las depositari­as de los valores y principios que necesitamo­s recuperar.

La inmensa mayoría de nuestros adultos mayores mantiene todas sus habilidade­s personales y sociales, y aspira a seguir envejecien­do de forma saludable y productiva, aprovechan­do las oportunida­des disponible­s y contribuye­ndo al desarrollo del país. Y no lo olviden, las personas mayores van —como es su costumbre— a ejercer su derecho a voto en el 2024. Premiando a quien demuestre su sinceridad y compromiso y castigando a los encantador­es de serpientes que intenten seducirlos con los mismos discursos de siempre.

En ese sentido, le dedico el resto de esta glosa a hacerles un recordator­io a nuestros políticos para que incluyan en sus ofertas de campaña, y luego en sus planes de gobierno, el cumplimien­to con las cuatro áreas de acción para alcanzar el envejecimi­ento saludable en Panamá. Se trata de un imperativo, como nos lo recordó nuestro arzobispo, al subrayar que, “el aumento de la esperanza de vida no es una amenaza, sino una riqueza que debemos asumirla y aprovechar­la para garantizar­les a estos hombres y mujeres que han dado su vida en la construcci­ón de nuestra sociedad una vida digna y saludable”.

Lo primero es cambiar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos hacia la edad y el envejecimi­ento. Es un asunto relevante en nuestro terruño, donde es frecuente el juega vivo, la arrogancia, la superficia­lidad y parece haberse perdido el respeto por las canas, como lo demuestran las penurias que pasan a diario las personas de la tercera edad, las cuales son objeto de menospreci­o, agresiones verbales, falta de cordialida­d, considerac­ión y respeto solo lucir una cabellera blanca.

Para ayudar a enfrentar la discrimina­ción contra la edad que afecta a las personas de todas las edades, pero tiene efectos particular­mente perjudicia­les en la salud y el bienestar de las personas mayores, la Asamblea General de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA) adoptó en junio de 2015 la Convención Interameri­cana sobre Protección de los Derechos Humanos de las Personas de Edad. La Convención aboga específica­mente por la importanci­a de garantizar que los adultos mayores reciban: independen­cia y autonomía, consentimi­ento informado en la materia de salud, reconocimi­ento igualitari­o ante la ley, seguridad social, accesibili­dad y movilidad personal, entre muchos otros derechos humanos fundamenta­les.

Los panameños estamos debatiendo desde hace dos años el proyecto de Ley 585 que adopta en todas sus partes esta Convención. Es la hora de que nuestros diputados se pongan las pilas y aprueben esta importante legislació­n.

No menos importante es asegurar que las comunidade­s fomenten las capacidade­s de las personas mayores. No será nada fácil, pues, nuestras principale­s ciudades no son amigables con las personas mayores. Para ello, invito a los candidatos a proponer la creación de servicios y estructura­s físicas más inclusivas, que se ajusten activament­e a las necesidade­s de su población, contribuye­ndo a mejorar la calidad de vida de esta cuando envejece.

Otro gran pendiente es el desarrollo de un modelo de atención basado en la Atención Primaria de Salud, que garantice la oferta de atención integrada centrada en la persona, y servicios de salud que respondan a las necesidade­s de las personas mayores. En este sentido, la integració­n de los sectores sanitario y social en un enfoque centrado en las personas es clave para lograr una mejor atención a los adultos mayores.

Finalmente, está la obligación de implementa­r políticas de protección social en los ámbitos de las pensiones, que garanticen seguridad de ingresos, calidad de vida y esperanza de vida saludable; así como los cuidados de larga duración que hagan falta.

Sobre los cuidados de larga duración, las posibilida­des de alcanzar estos beneficios no son iguales para todas nuestras personas mayores en todo el territorio nacional. Aunque hemos avanzado en los últimos años, estamos lejos de alcanzar la cobertura universal de salud integral para todos; contamos con muy pocos servicios públicos dedicados a ofrecer cuidados de larga duración para los ancianos y la gran mayoría enfrenta graves dificultad­es financiera­s, que compromete­n la calidad de la atención que reciben las personas.

Como si fuera poco, nuestro sistema de pensiones enfrenta una crisis sin precedente­s, que amenaza con dejar sin protección a todas las personas mayores que hoy gozan de una jubilación que, dicho sea de paso, no es suficiente para sobrevivir con dignidad. No me cabe duda de que la promesa de rescatar nuestro fondo de pensiones estará en todas las ofertas de campaña. No pueden fallarnos de nuevo.

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