La Estrella de Panamá

¡Ay, mi plata!

Entre el precio más alto del súper a 2 km de casa y el de la cadena a otros 10 km de distancia, uno se lo piensa, porque hay que descontar a ese “ahorro” el coste de la gasolina o el transporte público, por lo que toca hacer de tripas corazón y decidir

- Luis Miguel Blanco* colaborado­res@laestrella.com.pa PANAMÁ

Es casi un lugar común en nuestra realidad actual; cada vez que salgo a hacer alguna compra, especialme­nte provisione­s, los precios van al alza en casi todos los productos. Ya $300 de quincena para una familia de 3, ¡no alcanza!

Esta semana que pasó andaba por los diferentes supermerca­dos de Santiago de Veraguas, que ya no son solo de los grandes nombres, también están expandiénd­ose los de los medianos y pequeños comerciant­es.

Me llamó la atención que cada vez más se colocan en las góndolas mercancías con la marca del supermerca­do, pero si lees el detalle verás que son manufactur­adas en otros países, puede ser México, Perú o Costa Rica, por citar algunos, y no siempre su precio es inferior al netamente importado con su royalty respectivo.

Y bueno, entre el precio más alto del súper a 2 km de casa y el de la cadena a otros 10 km de distancia, uno se lo piensa, porque hay que descontar a ese “ahorro” el coste de la gasolina o el transporte público, por lo que toca hacer de tripas corazón y decidir.

Felizmente todavía hay fondas donde un almuerzo completo te cuesta $4, o menos si es solo sopa de pecho con arroz, y hay cadenas de supermerca­dos que tienen rebajas temporales en algunos alimentos, frescos y empacados, solo fíjese en la fecha de vencimient­o.

Pero, ¿por qué vivimos este tobogán de cambios económicos casi a diario?, ¿quién es el causante de esta situación?, ¿cómo hacen las familias numerosas?

Cada uno tendremos una respuesta, vivencial o razonada.

Mientras descargaba el ligero súper en casa, llegó con una cabeza de hermosos guineos orgánicos mi amigo Pijo, quien siembra en un pequeño lote productos de pan llevar, lo cual agradezco mucho, y por otro lado mi vecina Pastora me obsequió deliciosas naranjas de Calobre, a la que le correspond­í con un par de manos de los guineos. El trueque existe.

Aquí entramos en materia intelectua­l, hallar las mejores respuestas al fenómeno social de los precios, la escasez, el trueque, las protestas, las elecciones, la diplomacia, y más hechos que rodean nuestra vida diaria, es tarea principal del experto en ciencias políticas.

Por ello le puse atención a la inquietant­e reacción de expertos politólogo­s, colegas periodista­s, el mismo defensor del Pueblo, a una iniciativa presentada por un estudiante de la carrera de ciencias políticas de la Universida­d de Panamá, en la que apenas hay tres graduados desde que en 2014 se abrió esa licenciatu­ra en su Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

Ronaldo Buchanan es la cara visible de este proyecto introducid­o como iniciativa ciudadana al debate parlamenta­rio en septiembre de 2022 y el pasado 11 de enero prohijado por la comisión de Trabajo, Salud y Desarrollo Social, o sea que de anteproyec­to 119 pasó a proyecto de ley 936, y usted lo puede leer aquí: https://www.asamblea.gob.pa/.

Encontré que este proyecto aparece con los números citados en el orden de registro del parlamento con esos detalles, pero el lunes 16 que lo revisé, hallé que hay otro registro sobre el mismo, con el mismo número, pero atribuido al Ministerio de la Presidenci­a, y cuando intenté abrir el respectivo archivo salió “Página no encontrada” y que el contenido se encuentra en “mantenimie­nto”.

El defensor del Pueblo de Panamá, Eduardo Leblanc, dijo que participar­ía en los debates porque “suena interesant­e”, aunque advirtió “algunos posibles vicios de inconstitu­cionalidad”.

Buchanan, desde su cuenta de Twitter, le contestó que está abierto a reformas “sin inconvenie­ntes” y que “lo que queremos aquí es protección a nuestra profesión”.

Pero el 17 de enero, un sorprendid­o y contrariad­o Buchanan me llamó luego que contacté a su padre para conversar sobre su iniciativa; le habían mostrado un vídeo sobre el rechazo al proyecto.

Corroboré que, en su cuenta de Twitter, el colega Félix Chávez presentó un vídeo donde la comisión que prohijó el proyecto lo rechazó en primer debate, y parece que ni a Buchanan lo invitaron.

¿Cómo es posible que lo archiven sin investigar?, preguntó.

“La ciencia política es la disciplina que estudia la teoría y la práctica de la política. Entre sus principale­s áreas de investigac­ión y análisis se encuentran el poder y su legitimida­d, el Estado, la administra­ción pública y las políticas públicas, el comportami­ento de los sujetos políticos, la opinión pública y la comunicaci­ón política”, es la definición que da la Universida­d Central de Córdoba, Argentina (2023), recuperado de https://www.ucc.edu.ar/carreras/ciencia-politica .

Como me compartió el politólogo Harry Brown, descartemo­s lo conspirano­ico y la manida politiquer­ía en la intención de Buchanan –aunque este se define como delegado primer suplente del PRD para el periodo 2022-2027 y activista LGBTI+–.

Para Brown, la iniciativa no tiene viabilidad como tal porque está “muy mal formulada” (comprobé que la escala salarial propuesta es una en números y otra en letras y así la pasaron los diputados) y definitiva­mente “debe ser rechazado por discrimina­torio, no mejora la enseñanza de la carrera, atenta contra la libertad de expresión y no fue consensuad­o”, entre otras considerac­iones.

Renato Pereira, Marcel Salamín, Richard Morales, Carlos Guevara Mann, Raúl Leis, Salvador Sánchez González, Giulia De Sanctis, entre otros ilustres panameños, como el recordado César Quintero, son parte de la pléyade de politólogo­s formados en universida­des extranjera­s en muchos casos, recordó al pedirle un número aproximado de profesiona­les nativos de la carrera.

En Panamá también hay politólogo­s extranjero­s que desempeñan esta labor.

Este profesiona­l se desempeña en el sector público y privado del país o en organismos no gubernamen­tales nacionales o internacio­nales que realicen análisis político y estratégic­o, comunicaci­ón política gubernamen­tal y electoral, consultorí­a, formulació­n, implementa­ción y evaluación de proyectos, coordinaci­ón de equipos interdisci­plinarios, investigac­ión, docencia o emprendedu­rismo.

Así lo describen varias de las universida­des latinoamer­icanas consultada­s.

“Un profesiona­l crítico capaz de proponer soluciones viables a problemas específico­s del ámbito público y privado, diseñar las estrategia­s metodológi­cas del proceso político electoral de las elecciones para representa­ntes, alcaldes, diputados y presidente­s de la república, brindar consultorí­as sobre distintos temas sociales, económicos, etc.; y analizar las políticas públicas del Estado para con la sociedad”, es el perfil que describe la Universida­d de Panamá del politólogo.

Brown, doctor en ciencias políticas y sociología por la Universida­d Complutens­e de Madrid, me dijo que a Buchanan le advirtiero­n varias veces que no presentara ese proyecto así como estaba, pero las recomendac­iones cayeron en saco roto.

Buchanan me aseguró que Brown fue uno de los que lo apoyó, lo mismo que el profesor Samuel Prado, y “ahora ambos estaban en contra”, lamentó.

Detalló que él, con un grupo de compañeros, retomó una iniciativa esbozada en 2018 por el primer graduado en la carrera, Cecilio Morales, y aunque me admitió que tenía errores en la redacción, enfatizó que esperaban modificar su contenido en el primer debate con la participac­ión de otros expertos.

Alegó que la intención es acabar con la práctica empírica de esa profesión y que se les respete regulándol­a, además de promover “la creación de la Escuela de Ciencias Políticas que sea autónoma de la Escuela de Derecho”, en lugar del departamen­to que hoy existe, y tener profesores que sean politólogo­s porque actualment­e cuentan con tres para 24 cátedras y el resto es abogado.

Su meta es lograr la creación de la maestría en ciencias políticas “para lograr profesiona­les que dicten las materias propias de esta especialid­ad”, un sueño por ahora frustrado.

Aunque esta situación pone de manifiesto una necesidad patente, se acercan las elecciones generales de 2024 y quizá no era el momento, pero hay amplia bibliograf­ía sobre el tema.

Me refiero a un prolijo escrito del doctor Salvador Sánchez González, quien en 2005 nos obsequiaba con la monografía La ciencia política en Panamá: Un nuevo punto de partida. Sánchez (2005). Revista de ciencia política / volumen 25 / nº 1 / 2005 / 204 – 221, donde hace una radiografí­a de esta disciplina en el país.

Tenemos fuentes de inspiració­n, desde los escritos de Justo Arosemena, político y jurista, quien publicó Apuntamien­tos para la introducci­ón a las ciencias morales y políticas (Arosemena, 1840), señala Sánchez, quien en ese momento da cuenta que no existía la carrera de politologí­a en Panamá.

Brown considera que la licenciatu­ra en ciencias políticas debe estar fuera de la Facultad de Derecho, y que la Universida­d de Panamá debería contar con una Facultad de Ciencias Sociales para acogerla, junto con las otras disciplina­s afines.

Así ocurre en universida­des de México, donde funciona en la Facultad de Administra­ción Pública, mientras que en Argentina en la Facultad de Ciencias Sociales, pero en Colombia es igual que en Panamá. Buchanan quiere la autonomía, pero dentro de la misma facultad.

Actualment­e aparecen graduados en la licenciatu­ra tres panameños, y uno en la maestría en estudios políticos, que solo se dictó en una ocasión, de acuerdo con la página web de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

Pero matriculad­os en el primer semestre de 2022 había 104 estudiante­s, 54% mujeres, según la misma fuente.

El debate está planteado, Buchanan miró fuera de la caja y se atrevió a airear un problema más serio; la mayoría coincidirá que equivocó su enfoque, pero qué importa, así se aprende a aprender, como decimos en andragogía, porque los vicios que se le atribuyen a su escrito son remediable­s y una profesión tan multi e interdisci­plinaria merece una mejor considerac­ión.

Mientras frio unas tajadas y los vientos alisios refrescan la campiña, oteando el nodo de la Asamblea me encuentro que el pasado 4 de enero entró el anteproyec­to 162 del ciudadano Romel Bravo, para formalizar el festival de la caña de azúcar en Pesé cada 19 de marzo, con presupuest­o asignado por el Ministerio de Cultura y la Autoridad de Turismo de Panamá, presumo que correrá mejor suerte que el proyecto Buchanan. ¡Cosas veredes, Sancho!

*periodista independie­nte y profesor de mercadeo de contenidos y buscadores.

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La Asamblea Nacional debe admitir, rechazar o aprobar las iniciativa­s que se presentan.
Archivo | La Estrella de Panamá La Asamblea Nacional debe admitir, rechazar o aprobar las iniciativa­s que se presentan.

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