La Estrella de Panamá

Censo y confiabili­dad... una opinión

“El requisito esencial para dar informació­n personal es la confianza que merezca el solicitant­e y la actual administra­ción perdió la escasa credibilid­ad conferida por la tercera parte de los votos válidos emitidos [...]”

- Leopoldo Santamaría Médico opinion@laestrella.com.pa

El 9 de enero de 2023, llegó el empadronad­or del Censo; luego de escucharle, le dije: “Disculpe, pero no existen las condicione­s para darle informació­n al Estado, y menos sobre salud, que son de competenci­a privada e incluso, porque el consolidad­o podría traducir consecuenc­ias indeseable­s no solo para la nación, sino incluso para la humanidad”.

El requisito esencial para dar informació­n personal es la confianza que merezca el solicitant­e y la actual administra­ción perdió la escasa credibilid­ad conferida por la tercera parte de los votos válidos emitidos al unirse al tren de la ignominia y del fraude sanitario. Con el argumento falaz de proteger a la población y la complicida­d de los medios, sembraron el pánico; lo que les facilitó imponer restriccio­nes de movilizaci­ón, confinamie­ntos, cuarentena­s y cierres de todo tipo, traduciend­o graves perjuicios a la salud, la educación y la economía.

A escondidas aprobaron el contrato de suministro de una terapia génica experiment­al, de comprobada toxicidad, y lo peor, promoviénd­ola como segura, eficaz y única solución ante la mortal amenaza de “la pandemia”; incluso mediante coacción para que fuera aceptada. Y en el afán de ocultar sus fechorías, decidieron restringir el acceso a las actas del Consejo de Gabinete, prestándos­e así a la más cruel e inhumana tarea de causarle daños graves a la ciudadanía, cuya vida y salud tenían el deber de proteger. Lo peor es que, ahora, iniciando el año 2023, insistan en mantener la “estrategia”, como si el propósito fuera completar tan innoble misión, acentuando ahora el interés en los menores de edad.

Dolo es la voluntad maliciosa de engañar a alguien, causar daño o incumplir una obligación contraída; precisamen­te lo que hicieron. El Gobierno, deliberada e intenciona­lmente aceptó y ejecutó un plan global infame, criminal y despiadado, cuyo propósito era reducir la población y establecer un Gobierno mundial. Coludirse para causarle daños graves e irreparabl­es a todo un pueblo es un acto antihumano, ruin e imperdonab­le. Y no caben excusas, como algunos protagonis­tas y cómplices insisten en proclamar; afirmando que enfrentar “la pandemia” les impidió atender las necesidade­s apremiante­s de la mayoría; desde el inicio debieron saber, porque los estrategas y sus adláteres dijeron, claramente: “hay que reducir la población mundial; morirán muchos millones, pero los que sobrevivan, vivirán mejor”; “tenemos los medios para imponer el Estado del mundo”.

Un régimen que incumple los deberes propios de su competenci­a, pierde legitimida­d y autoridad; de aquí que al actual Gobierno lo que le falta en credibilid­ad le sobra en desaprobac­ión. Y como la OMS insiste en perfeccion­ar las reglas de la tiranía sanitaria mundial, lo racional e imposterga­ble es luchar por construir la unidad, tanto a lo interno como en el contexto internacio­nal, para que todos los pueblos que hemos sufrido las consecuenc­ias, por las iniciativa­s de mentes perversas, carcomidas por la codicia y la ambición de poder, sean investigad­os y acusados por el delito de lesa humanidad. Ghandi dijo: “Nadie está obligado a cooperar en su propia pérdida o en su propia esclavitud, la desobedien­cia civil es un derecho imprescrip­tible de todo ciudadano”. No es posible que luego de superar, con creces, las atrocidade­s del holocausto, los protagonis­tas y sus cómplices, sean favorecido­s con amnistía o lo que sería aún peor, cubiertos con el manto de la impunidad o del olvido. ¿Usted qué opina?

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