La Estrella de Panamá

Filtracion­es y periodismo

- P. Fernando Pascual Sacerdote y filósofo. opinion@laestrella.com.pa

El fenómeno de la filtración de noticias ayuda a comprender qué intereses mueven a los dos protagonis­tas: el que realiza la filtración y el que la hace pública en la prensa o en otros medios.

Una persona filtra informacio­nes sobre un particular, o una empresa, o un partido, normalment­e, porque desea defender una causa justa que merece ser atendida, o por envidias, o por deseos de ascenso, o por otros motivos (buenos o malos).

Por su parte, un periodista recibe y publica las filtracion­es por motivos parecidos, a los que se añade muchas veces el deseo de dar a conocer una “exclusiva” que puede hacerle famoso y beneficiar a su periódico.

No resulta fácil evidenciar, en cada caso concreto, los motivos de la filtración, porque, como acabamos de indicar, pueden ser muchos. Lo que sí parece claro es que cada filtración tiene un objetivo, que puede ser noble, o que puede ser desdeñable.

Sean cuales sean los motivos que mueven al filtrador, las filtracion­es implican algunos problemas éticos, sobre todo cuando el filtrador va contra sus deberes profesiona­les, o traiciona la confianza de otros, o cuando antes ha extorsiona­do a alguno al pedirle dinero a cambio de no publicar informacio­nes compromete­doras.

Por lo que se refiere al periodista que recibe una filtración, hay que distinguir entre quien trabaja de modo autónomo, por gestionar un blog o una página con plena libertad, y quien trabaja para una agencia de noticias, un periódico u otro medio informativ­o “standard”.

En el primer caso (el periodista “en solitario”), publicar o no publicar la filtración será algo que se decida según el punto de vista de ese periodista. Es obvio que dará a luz lo más pronto posible aquella filtración que le interese, por ejemplo cuando permite denigrar a una persona o un grupo considerad­os como “enemigos”, y que no lo haría si siente simpatía hacia los perjudicad­os por la filtración.

En el segundo caso, el periodista que pertenece a un medio informativ­o, dependerá casi por completo de los criterios de quienes le pagan, hasta el punto de que solo podrá publicar lo que interesa a sus jefes, por motivos como los aquí indicados. El mundo periodísti­co está lleno de filtracion­es que se difunden rápidament­e en temas que afectan a personajes públicos, a grupos importante­s de la vida política, cultural o económica. Los lectores creerán acceder, a través de esas filtracion­es, a dimensione­s de la vida que no resultan asequibles.

En este tema, como en tantos otros que se refieren a la ética periodísti­ca, resulta siempre oportuno preguntarn­os sobre la veracidad de la filtración, sobre los modos usados para conseguirl­a y, sobre todo, sobre los intereses que están en juego a la hora de difundirla.

En pocas palabras, hay que formular esta sencilla pregunta: ¿qué buscan el filtrador y el periodista que divulga lo filtrado? De este modo, resultará posible emitir un buen juicio ético sobre este fenómeno, de forma que se actúe para evitar filtracion­es que provoquen daños injustos a personas o a grupos.

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