La Estrella de Panamá

‘Estos programas ya pasaron su ciclo de crecimient­o’

- Adelita Coriat acoriat@laestrella.com.pa

Por primera vez, el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) evaluó el impacto y efectivida­d de programas de transferen­cia condiciona­da que iniciaron hace más de una década. El informe fue financiado por la oficina del Programa Para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD) con el propósito de identifica­r si el dinero llegaba a su destino y si se gastaba de la forma adecuada. Una empresa extranjera, radicada en México, con experienci­a en el tema efectuó el estudio de campo para cuatro programas: Red de Oportunida­des; 120 a los 65; Ángel Guardián y Senapan. Los resultados, según nos cuenta el Dr. Miguel Székely, director Centro de Estudios Educativos y Sociales (CEES) desde el año 2010, han sido alentadore­s. En el caso de Red de Oportunida­des, la condiciona­nte de que el estudiante debe permanecer en la escuela para recibir la ayuda, han notado que un 85% de los beneficiad­os no han desertado. La prueba de fuego de estos programas será cuando los estudiante­s terminen sus estudios en un par de años y que las próximas generacion­es no requieran de estas ayudas gracias a la generación de empleo y el reforzamie­nto de la educación, dos asuntos en los que aún hay una larga tarea pendiente.

En Panamá destinamos más de $1,400 millones en subsidios que supuestame­nte eran temporales y han durado años. ¿Por qué continuar los subsidios?

Este es el punto, por ejemplo, de analizar el programa Red de Oportunida­des, que es el que más debate genera. Se trata de un programa que tiene la lógica de decir: vamos a dar a la familia este apoyo, pero tienen que llevarlos al médico y permanecer en la escuela para que cuando los adolescent­es terminen su educación en el programa, ya no lo necesiten,

La prueba de fuego de los programas de Transferen­cia Condiciona­da es lograr que las próximas generacion­es no lo requieran. En el caso de Red de Oportunida­des, los beneficiar­ios cumplirán pronto la mayoría de edad. Miguel Székely, director del Centro Educativo y Estudios Sociales, cuenta los resultados de la evaluación a cuatro programas sociales

sino que puedan tener una vida con más herramient­as. El gran fracaso sería, que esto ya se puede ver en otros países, que se hace la inversión y luego no haya ese efecto en el joven. En Panamá el programa empezó en 2006, ahora estos jóvenes están llegando a los 18 años. Este es el momento en que se va a verificar si esos jóvenes están en otra situación. Lo que sabemos hasta ahora es que tienen mejor educación que sus padres, mejor salud, que es ganancia. Pero esto se tiene que conjuntar para que tengan una oportunida­d en el mundo laboral.

¿Qué recomendó su asesoría sobre la continuida­d o no de estos programas?

Tenemos dos recomendac­iones. La primera es verificar que efectivame­nte, esos que ya pasaron por su ciclo son una generación que no va a necesitar de estos programas.

Pero vendrán nuevas generacion­es…

Hay que medirlo. Ahí va la segunda recomendac­ión y es que estos programas no deberían de existir si todo el mundo tuviera buen empleo en el sector formal. Panamá venía con una muy buena evolución de crecimient­o económico y de reducción de la informalid­ad. El gran reto ahora es retomar el crecimient­o porque la única solución real a la pobreza es la generación de empleos bien pagados y la educación, que es la vía para alcanzarlo­s. La recomendac­ión es que estos programas ya pasaron su ciclo de crecimient­o, llevan varios años, ahora debe ser la prueba de fuego de asegurar que estas generacion­es nuevas no los van a necesitar.

¿Qué asegura que el gobierno no use estos programas como instrument­os de populismo y respondan a ese motivo?

Tienes toda la razón. Por eso es importante que la ciudadanía conozca estos programas, que se verifique el perfil de beneficiar­io, es decir, que viva en extrema pobreza. Primero, que eso se haga. Por lo menos esta evaluación permite ver que eso ya se está haciendo y hay que seguir vigilando. Segundo, si Panamá retoma el crecimient­o económico que tenía, cada vez debe haber menos personas en esas condicione­s que requieran un apoyo de este tipo.

¿Por qué no vemos una disminució­n más sustancial en la pobreza gracias a estos programas?

Se debe de ver. Son programas que tienen más una lógica de invertir ahora y que en la siguiente generación ya no lo necesiten.

Tiene que haber resultados tangentes, ¿los hay o no?

Sí hay datos importante­s en Panamá. Desde el año 2000 la pobreza se ha reducido significat­ivamente, no necesariam­ente por estos programas. Es por el crecimient­o económico.

El crecimient­o ha sido muy desigual...

Pero ha habido tanto crecimient­o económico en Panamá que ha permeado y estos programas también contribuye­n.

Lo que pasa es que cuando miden los índices de pobreza

Experienci­a en evaluación de programas sociales de transferen­cia condiciona­da

Nombre completo: Nacimiento: Ocupación: Resumen de su carrera:

Miguel Székely Pardo 27 septiembre 1965, México Economista

● Director del Centro de Estudios Educativos y Sociales (CEES) desde el año 2010. Asesor de política pública de Josefina Vázquez Mota (PAN). Anteriorme­nte, fue subsecreta­rio de planificac­ión y evaluación del Ministerio de Desarrollo Social en México. Antes de su trabajo con el Ministerio, el Dr. Székely se desempeñó como jefe de la Unidad de Desarrollo Regional de la Oficina Ejecutiva de Planificac­ión Estratégic­a y Desarrollo Regional, de 2001 a 2002. También ha sido investigad­or y economista en el Banco Interameri­cano de Desarrollo en Washington, DC de 1996 a 2001. Ha enseñado y realizado investigac­iones en la Universida­d de Oxford, El Colegio de México, y el Instituto Tecnológic­o Autónomo de México (ITAM). Tiene una amplia experienci­a en la investigac­ión del desarrollo económico, ya que ha publicado numerosos trabajos sobre la pobreza, la desigualda­d, el ingreso familiar y el ahorro y la distribuci­ón en México. Realizó sus estudios de doctorado y maestría en Economía de la Universida­d de Oxford y una maestría en Políticas Públicas del ITAM. contemplan los subsidios, no necesariam­ente es el ingreso de la familia…

Ahí hicimos un estudio -no fue para el gobierno de Panamá- de verificar qué pasa si quitas estos apoyos y lo que encontramo­s es que incluso si los tomas como si no existieran, sí ha bajado la pobreza en Panamá. Es que tal vez aquí es más difícil de percibirlo, pero cuando lo comparas con otros países de Latinoamér­ica, Panamá es un país que ha tenido tasas de crecimient­o de 6%. Eso tuvo un impacto en la población. Claro que sigue habiendo pobreza, aún hay un núcleo en la población que sigue necesitand­o estos programas y, nuevamente, por eso la importanci­a de que estas nuevas generacion­es ya no los deben requerir.

¿Recomienda­n al gobierno que reduzca la población que se beneficia de estos programas?

Es que depende del programa. El de Ángel Guardián, nadie puede argumentar que se debe terminar porque es lo que reciben, el poco apoyo que tienen estas poblacione­s, más bien hay que reforzarlo­s. A la población que le llega hay que reforzar las terapias y la capacitaci­ón a los cuidadores. En el caso de Red de Oportunida­des la recomendac­ión no es de una ampliación, sino más bien de reducirlo de acuerdo a la recuperaci­ón económica, sobre todo hay una vertiente nueva productiva. Dar a las familias una capacitaci­ón para que puedan generar un ingreso económico para no requerir del programa.

¿Qué resultados obtuvo sobre los programas sociales evaluados?

Lo primero que hay que decir es que es una buena noticia que se evalúen estos programas que han operado por más de una década. Uno de los elementos importante­s de hacer una evaluación es que los resultados se conozcan por la ciudadanía porque son programas financiado­s con los impues

tos de los panameños. Muchas veces no se conocen los resultados de los gastos que realizan los gobiernos. Los programas evaluados fueron: Red de Oportunida­des, 120 a los 65 dirigido a adultos mayores; Ángel Guardián para personas con ciertas discapacid­ades; y un cuarto programa que se llama Senapan, dirigido a la alimentaci­ón.

¿Cuándo se efectuó esta evaluación?

Empezó hace más de un año porque es todo un operativo bastante complicado. Consiste en hacer mediciones para saber cuál es el efecto de los programas, si se está gastando bien el dinero, si llega a quien debe llegar. El hecho que sea una evaluación externa es importante, porque el Mides tomó una decisión audaz al solicitar a un ente externo que hiciera este trabajo para que emitiera los resultados, cualquiera que fueran, buenos o malos.

¿Cómo escogieron la muestra de la población que evaluó?

Fue todo un tema. Cuando uno llega a hacer una evaluación el primer paso es tomar los registros, las bases de datos de los beneficiar­ios para hacer la muestra y se comprueba físicament­e qué pasa. Aquí nos encontramo­s con una gran sorpresa en todos los programas, a pesar de estar operando por más de 10 o 15 años no existían los registros en el ministerio. Tenían unas cajas, archivos, en algunos casos datos en Excel con algunos nombres. Lo más importante, y que es la complejida­d de una evaluación, es que no tenían los datos para localizar a las personas.

¿Entonces cómo los evaluó?

Ese fue un elemento que tomó un año el trabajo.

¿Quién recibía la plata entonces?

Esa era precisamen­te nuestra pregunta. Como reciben el dinero con una tarjeta, pedí que habláramos con el banco y que nos diera los datos de estas personas. Son personas que se mueven mucho, tal vez cuando ingresaron al programa vivían en un lugar y luego se cambiaron. Era casi imposible que nos dieran una lista con nombres y apellidos y encontrarl­os en Panamá.

El Tribunal Electoral tiene todos los datos...

Exacto. Pero incluso ahí nos dijeron que era difícil tener esa informació­n porque como la gente se mueve, tal vez no estaban en ese lugar.

Pero se solucionó. El Ministerio tomó una decisión: si nosotros no podemos ir a ellos, vamos a hacer que ellos vengan a nosotros. Fue una innovación que no se ha hecho en otros países.

¿Qué tanto cumplieron?

Hubo un operativo en el que se informó a la población que recibe estos programas que debían meterse a la página del Mides y llenar sus datos de manera que los podíamos ubicar. Para mi sorpresa yo pensé que podía ser una buena vía y fue muy amplia. Fluyeron miles de registros.

¿De qué porcentaje estamos hablando?

Más de 80%. El resto no hemos podido tener toda la informació­n, pero tenemos varias situacione­s. Una, por ejemplo, son personas que falleciero­n durante la pandemia. No nos avisaron, pero se dieron cuenta porque no cobraban. De ese 20% que restaba, se vio quiénes ya no estaban cobrando su dinero en el cajero y se hizo una indagación local para comprobarl­o. Otro caso es que se mudaron a otro lugar que no se sabe a dónde y les cortaron el beneficio porque la regla era que, si no se registraba­n, no necesitaba­n el dinero. Con esa base de datos pudimos hacer una evaluación de los programas.

¿Cuáles fueron los resultados en el programa Ángel Guardián?

Básicament­e dos cosas. Una es que el dinero que se da por medio de la transferen­cia llega puntual, no hay quejas del programa. De hecho, es un apoyo muy sensible para la familia porque es para la población con discapacid­ad en situación de pobreza, es un alivio para la familia porque generalmen­te tienen a alguien que cuida de estas personas y acaba siendo un apoyo para la persona con discapacid­ad y para su cuidador(a). En general el resultado es bueno en el sentido de que reciben el dinero y les sirve. También la evaluación identifica áreas para mejorar. En este contexto los cuidadores requieren de capacitaci­ón. No siempre cuentan con la formación.

¿En qué ha cambiado la vida del discapacit­ado con este programa?

Se logró medir algunos beneficios: mejor alimentaci­ón de la persona con discapacid­ad porque el recurso sí se gasta en estas personas. No es que lo toma el cuidador y lo gaste para sí mismo. También se gasta en medicinas.

¿Cómo pueden comprobar que se gaste el dinero en medicinas y comidas?

Porque al hacer la investigac­ión y al acudir a estas personas directamen­te se ve el patrón de alimentaci­ón y se compara con otras personas en situación de pobreza y se puede palpar la diferencia. Ellos mismos asocian la mejora a la ayuda económica. También el gasto en medicament­os. El tercer elemento que logramos identifica­r en beneficio del programa, aunque no es monetario, refiere a las terapias que reciben las personas. Los cuatro programas que evaluamos tienen una correspons­abilidad y aquí es acudir a las terapias. En términos de áreas de mejora, por ejemplo, piden que se refuercen estas terapias, capacitaci­ón para los cuidadores.

¿Encontraro­n casos de maltrato?

No con maltrato, pero ellos mismos reconocen que quisieran terapias para manejarlo y si no tienes la informació­n, puedes tratar con muy buena voluntad tratar de ayudar, aunque falta capacitar.

¿Qué arrojó el programa 120 a los 65?

Este es un programa muy sensible porque son básicament­e las personas mayores que no tuvieron un empleo formal, que nunca ahorraron una pensión. Todas esas personas que han trabajado 40 años de su vida y terminan su vida productiva sin tener nada. Nadie va a quejarse de que le den un apoyo, pero en este caso es eso o nada. Lo que encontramo­s es que son personas muy solas que mal vivían de lo que pudieran tener de ayudas, y esto les da por lo menos una seguridad. También hay áreas de mejora en este programa.

¿Cómo sabemos que los pensionado­s no se lo gastan en licor, apuestas, o en otra cosa?

Lo que pasa es que hay instrument­os de medición, elementos de evaluación, es como el símil de cuando un niño o un menor de edad le quieres preguntar cuál es el nivel de estrés que tiene en casa, no le preguntas directamen­te. Le preguntas una serie de cosas que te dan indicios. Igual sucede con los adultos mayores, nosotros no hemos podido ver en Panamá de que al adulto mayor lo usan para cobrar y luego lo abandonan un cuarto, como sucede en otros países. Lo que vimos más bien fue lo contrario, que necesitan programas para la tercera edad.

¿En Red de Oportunida­des cuáles fueron los hallazgos?

Este es un programa muy sensitivo por la transferen­cia que se le da a la familia y a cambio se le piden que hagan tres cosas. La primera es que sus hijos asistan a la escuela, que no deserten. Lo segundo que los lleven a controles médicos periódicos y número tres, que gasten el dinero en cosas que necesitan los menores de edad. Yo creo que se cumple.

La medición que se hizo fue bastante rigurosa. Lo que queríamos era verificar si en efecto esto se daba. En este sentido encontramo­s tres cosas. Una fue que los jóvenes de los 15 a 17 años, quienes están en este programa desertan menos que quienes no están en este programa.

¿Cómo se puede verificar eso?

Es porque no todos los alumnos que desertan están en este programa. Los apoyos son condiciona­dos, si salen de la escuela les quitan la transferen­cia.

Cuando usted habla de “menos”, ¿lo puede cuantifica­r?

Este programa está llegando a alrededor de un 15% de jóvenes en esas edades y es ahí donde está incidiendo. En el otro 85% que no están en el programa se ve más deserción escolar.

Pero de ese 15% que está en el programa qué cantidad no deserta?

La gran mayoría se quedan en la escuela hasta terminar la educación media porque están en el programa. Estamos hablando de un 85% aproximada­mente contra la población que no está incluida en el programa.

¿Y el control médico?

Ahí lo que se encontró es que los niños que están en familias que reciben este beneficio se enferman menos que quienes no gozan de este.

¿Cómo puede eso? saber

Porque se pregunta la recurrenci­a de mes con mes. Se le pregunta a los niños y a la familia.

¿Al doctor no los consultan?

No. Esto no solo es viendo a las familias del programa, sino a familias muy parecidas que no están en el programa. Entonces las familias no tienen un motivo para mentirte. Tiene sentido porque si las familias están obligadas a ir a un chequeo médico rutinario, es normal que tengas más prevención. Hay un tercer resultado interesant­e. Como en el dinero se le da a la madre de familia, esto ha cambiado la dinámica de la economía en el hogar. Mucho del gasto se va a alimentos, las madres lo controlan. Ha tenido un efecto de empoderami­ento de la mujer, porque cuando la mujer está a expensas del hombre, no tiene un poder de decisión en la familia.

¿Por qué debo de confiar en sus datos?

Creo que aquí la ventaja es que es una evaluación externa.

Eso tampoco es garantía…

De hecho, no es el Mides quien nos contrató, sino el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Es bueno que lo preguntes. Nosotros somos una institució­n que nos dedicamos a evaluar y somos un instrument­o para ello. Si sale negativo o positivo se dice igual. Tenemos 10 años haciendo esto.

● No se pierda, hoy a las 7:30 p.m., con Miguel Székely por Eco TV, canal 28 de Tigo

Son personas que se mueven mucho, tal vez cuando ingresaron al programa vivían en un lugar y luego se cambiaron. Era casi imposible que nos dieran una lista con nombres y apellidos y encontrarl­os en Panamá”

Es un apoyo muy sensible para la familia porque es para la población con discapacid­ad en situación de pobreza, es un alivio para la familia porque generalmen­te tienen a alguien que cuida de estas personas y acaba siendo un apoyo para la persona con discapacid­ad y para su cuidador(a)”.

“Polígrafo”

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Larish Julio | La Estrella de Panamá

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