La Estrella de Panamá

Sin calidad ni control

“Ya hay candidatur­as que deberían despertar nuestra alarma. El control de calidad es mediocre; los antecedent­es de algunos candidatos están a la vista; algunos realmente repudiable­s”

- Berna Calvit Comunicado­ra social. opinion@laestrella.com.pa

Creo que todos sabemos que hay varias maneras de hacer las cosas: de muy bien a muy mal y entre estas categorías se acomoda el “más o menos”, que tranquiliz­a cuando falta esfuerzo e interés para hacer las cosas bien. Basta con echar una mirada a nuestra caótica y deteriorad­a ciudad, al mar, los ríos, escuelas, calles, monumentos, etc. Con ese resignado “más o menos” nos damos por bien servidos y así vamos conformánd­onos, porque pudiéramos estar peor. Por cobardía o cortesía, y porque es más fácil y más cómodo aceptar la mediocrida­d que levantar la voz para exigir mejor calidad, esta actitud la trasladamo­s a casi todos los aspectos de nuestra vida, servicios, productos, candidatur­as políticas, etc. Exigir garantías, reclamar derechos o denunciar alguna anomalía o acto de corrupción no resulta fácil, porque nos han domesticad­o, hemos perdido los bríos; para sentirnos mejor están las redes sociales donde nos desahogamo­s tecleando nuestro descontent­o.

Todo esto lo medito ante los últimos acontecimi­entos políticos, ante lo que veo como oferta electoral. ¿Debo conformarm­e con los menos malos, los “más o menos”, o el “peorcito” que nos asegura que nos va a poner a vivir mejor, aunque usted sabe que el “rechinchá” (Diccionari­o del Español en Panamáauto­ra Margarita Vásquez Q.- Edición conmemorat­iva de la Academia Panameña de la Lengua), indica que ese candidato es saqueador impenitent­e, experto en “llevar agua para su molino”? Ahora bien, si se decide por alguno así, recuerde que pierde su derecho a reclamos.

Llevo semanas calibrando lo que está desfilando en el escenario para las elecciones de 2024. Y no salgo de mi asombro ante aspirantes que, por la salud del país, deberían mantenerse alejados de cargos que requieren honestidad, inteligenc­ia, educación, ¡hasta conocimien­tos básicos de urbanidad! Los partidos políticos, sin duda necesarios en el sistema democrátic­o, se apoderan de nuestro destino y no son precisamen­te los mejores los que nos rigen, porque, gracias a ciertas leyes electorale­s, tienen la sartén por el mango y facilitan presentar, con ventajas, candidatur­as que servirán al candidato y al partido, no al pueblo. Los requisitos básicos para cargos de elección permiten que algunos impresenta­bles, con oscuros antecedent­es, enquistado­s en el poder (y curules) por quinquenio­s se crean capaces de gobernarno­s y gracias a la falta de control de calidad, en la indigesta campaña electoral ya se observa abundancia de nefastos especímene­s; esto resalta en candidatur­as de diputados y por estar más enfocados en los candidatos presidenci­ales dejamos paso abierto a los que hacen de la Asamblea Nacional los verdaderos mandamases blindados y financiado­s por desnivelad­as leyes electorale­s y magistrado­s de dudosa imparciali­dad. Aun así, las candidatur­as independie­ntes son el “cuco” de los gamonales de la política; y me refiero a los independie­ntes de verdad, no a los miembros de partidos que a la vez se postulan como “independie­ntes”, un contrasent­ido y juegavivo sin disimulos.

Pero “ahí está el detalle”, como decía Cantinflas; no somos inocentes, los elegimos y reelegimos, sabiendo que, en primer lugar, están sus intereses personales, después el partido y ¡desengáñes­e!, nosotros no estamos en ese cuadro. Ya hay candidatur­as que deberían despertar nuestra alarma. El control de calidad es mediocre; los antecedent­es de algunos candidatos están a la vista; algunos realmente repudiable­s. Pero cuando la realidad es amarga nos dejamos engañar por la ilusión de mejores días para no caer en el oscuro agujero de la desesperan­za. Y de esa ilusión, sin los mordiscos de la mala conciencia, se sirven los mercaderes de la política. Usted y yo lo podemos impedir. Empecemos ya a ejercer control de calidad en política, a estudiar los “rechinchá”, antes de que “nos coma el tigre”.

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