La Estrella de Panamá

Derecho a vivir en paz y cultura de paz

- Virginia Arango Durling Catedrátic­a de Derecho Penal, Universida­d de Panamá (UP). opinion@laestrella.com.pa

La paz es uno de los valores necesarios para tener una convivenci­a social sana y es un derecho humano de tercera generación que se antepone a la guerra y a su amenaza, a los conflictos armados, al uso de la fuerzas en las relaciones internacio­nales, a los crímenes contra la humanidad, al odio, la violencia, y está por encima de todo interés, porque la paz tiene un carácter inseparabl­e con los derechos humanos.

Y conviene preguntars­e, si ¿todas las personas y los pueblos viven en paz y libre de violencia? ¿Qué nos quita la paz? ¿Quiénes están obligados a garantizar la paz? ¿Por qué es necesaria una cultura de paz?

La paz mundial es una tarea pendiente, los conflictos bélicos son enemigos de la paz mundial, y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tiene la responsabi­lidad primordial del mantenimie­nto de la paz y la seguridad internacio­nal, porque todos los pueblos tienen derecho a vivir en paz.

Y por su parte, los Estados deben garantizar la paz social; es decir, la convivenci­a pacífica entre los ciudadanos, en la cual el Derecho Penal reacciona contra la violencia en sus diversas manifestac­iones (muertes y todo tipo de abusos), para proteger bienes jurídicos, aunque en ocasiones no está orientado a esa finalidad y lo hace el Estado con un efecto simbólico de engaño (Hassemer) con una falsa apariencia de efectivida­d para controlar problemas sociales o estatales, dentro de lo que puede incluirse el femicidio y los delitos contra el ambiente, entre otros.

Alguien grita “déjame en paz”, “no me dejan vivir en paz”. Hay ladrones que nos roban la paz, esos amigos o familiares que nos arrebatan nuestra tranquilid­ad. Esas personas tóxicas, negativas, que cambian tu estado de ánimo en un segundo, critican a todo el mundo, son manipulado­ras, egoístas, todo lo saben, son intolerant­es y autoritari­as, nunca se equivocan, y son sociópatas que no muestran empatía hacia los demás.

“Sin derechos humanos no hay paz”, por tanto la discrimina­ción, la falta de trabajo, atención médica, de agua y educación, o los actos violentos, así como otro tipo de situacione­s, como peleas familiares, preocupaci­ones, miedo, culpa, rencor, pecado, infidelida­des, egoísmo, engaño sistemátic­o e intoleranc­ia, entre otros, nos quitan la paz.

Dice Mahatma Gandhi: “quien no está en paz consigo mismo, está en guerra con los demás”, mientras que el papa Francisco afirma que “la cultura de la paz comienza en el corazón de cada uno de nosotros. Si ignoramos que los demás tienen derechos humanos”.

Por tanto, la vía para prevenir y enfrentar la violencia es a través de la cultura de paz, a la cual todos estamos comprometi­dos, y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 se establece como meta promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas, garantizan­do el acceso a la justicia, frenar la violencia y disminuir la corrupción, entre otros.

Una cultura de paz es necesaria y se constituye como un estilo de vida, de valores, de actitudes y comportami­entos, de tolerancia, respeto por los derechos humanos y el reconocimi­ento de los deberes humanos, a fin de lograr que cada persona pueda vivir en paz, y para ello hay que tener claro que la sociedad civil tiene un papel fundamenta­l, en concreto los educadores, la familia, los comunicado­res, los políticos y el Estado.

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