Es el país, señores
La lucha contra la pobreza ha sido la consigna central del actual Gobierno. Cifras de los informes ofrecidos a la Nación, desde 2019 a la fecha, demuestran la constante que desde julio de ese año, el presidente Laurentino Cortizo Cohen denominó la conquista de la sexta frontera.
Más allá del eslogan, las políticas públicas desarrolladas encierran otras razones, y de igual manera otras consecuencias, que van desde enfrentar el trato discreto recibido en los últimos 15 años por los que menos tienen, hasta un paquete de leyes de corte social destinado a asegurar la continuidad de los programas ensayados desde distintas instituciones y su accionar como un todo.
En julio de 2019, nadie desconocía que fruto de la desatención, aunado a la inflación que se vivía, Panamá era un barril de pólvora a punto de estallar, una situación que se agudizaría con el lamentable escenario que cuajó con los más de 36 meses de pandemia que afectó al planeta.
Ningún balance honesto puede desconocer esto. La administración Cortizo debió tratar, no solo el programa con que llegaba al Palacio de las Garzas, sino con los retos que le endosaban una pandemia, dos huracanes, el hoyo financiero heredado de la administración Varela, las cuentas no declaradas que fueron apareciendo, una guerra que le pegó a la columna vertebral del sistema, el petróleo, y más de mil y tantos de proyectos abandonados, muchos de los cuales se han debido terminar en este quinquenio.
Julio de 2022 no fue, ni casualidad ni sorpresa, sino fruto de la acumulación referida. Claro, si durante todo este periodo, la tergiversación, la mentira y el silencio han conspirado contra la labor del Gobierno, nada de extraño será que durante la campaña electoral que ahora empieza, tales conceptos vayan más allá de la moda, y traten de hacer balances inocuos como si aquí no hubiera pasado nada.
Pese a los retos señalados, la pobreza bajó de 18 % a 15 %; se ha estructurado una estrategia denominada Plan Colmena, donde, por ley, se compromete el accionar en equipo de distintas instituciones, para atacar ese flagelo. La Encuesta de Hogares del año 2019, revelaba que la pobreza general de Panamá alcanzaba al 21.5 % de la población, es decir, 917 069 personas; de las cuales, 10.0 % vivía en condiciones de pobreza extrema (o indigencia), 428 005 personas. En comparación con el año anterior, un 0.6 % más personas vivía con ingresos menores al mínimo requerido para adquirir una canasta de alimentos, bienes y servicios básicos (línea de pobreza general); en tanto, un 0.8 % más personas no tuvieron los ingresos suficientes para tener acceso a una canasta de alimentos básicos.
Para encarar el problema, el entrante Gobierno de Laurentino Cortizo Cohen desplegó una labor que incidía directamente en el crecimiento del sector agropecuario, abrió plazas de trabajo, nuevos negocios, ayudó de manera efectiva a la reactivación de una economía que, en América Latina, es una de las más prósperas, que garantiza remesas a varios países y que, además, ensancha las posibilidades de crecimiento del PIB.
Ah, que los problemas no están resueltos. Es cierto, pero habrá que hacer una diferencia entre aquellos que deja la coyuntura, los malos Gobiernos, el despilfarro de recursos, y aquellos que son estructurales, que ningún Gobierno ha resuelto.
Entre tanto, en el actual quinquenio hay algunas cifras que se deben valorar. De seis zonas francas creadas entre 2009 y 2014, el país pasó a 26, que incorporaron cinco mil plazas nuevas de trabajo, y que han sumado tecnología, ayudando a elevar la calidad de la mano obra panameña. Es hora de mirar la situación de provincias.
No es mi intención hacer una larga lista de logros del actual Gobierno, ya llegará el momento. La intención es subrayar que la atención a la cuestión social alarga la convivencia pacífica, como lo hizo durante la pandemia, y le garantiza a unos el despliegue de sus negocios y a otros oportunidades que no se habían abiertos en años. La paz social permite el desarrollo fluido de todas las actividades de la economía, el perfeccionamiento de la democracia sin costo de vidas o de recursos económicos.
En una palabra, en este periodo el país ha tenido la oportunidad que merece, ha sostenido un contexto que permite hablar de desarrollo y de la atención a los principales problemas; condiciones sanas a veces vulneradas por el rumor procaz y los deseos vacuos.
Quienes traten de ocultar esto con los rumores, con la amargura que da el odio per sé, ningún bien le hacen a la nación y la comprometen con un escenario frívolo que lo único que logra es envenenar su ambiente y los corazones de aquellos que, contra todo, siguen creyendo en Panamá. (JBV)