La Estrella de Panamá

Estrategia­s de respuestas para mitigar la sequía

La preparació­n ante el riesgo de una sequía es clave para responder correctame­nte a este fenómeno; diferentes organizaci­ones ahondan sobre el tema

- Haydée Osorio Ugarte colaborado­res@laestrella.com.pa

Las sequías son periodos prolongado­s de tiempo seco causado por la falta de lluvia, lo que produce escasez de agua, por lo que el Centro de Enfermedad­es Contagiosa­s o Communicab­le Disease Center (CDC, por sus siglas en inglés) del Departamen­to de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos de América, indica en su plataforma digital cdc.gov que los periodos de sequía pueden causar desabastec­imiento de agua y problemas de salud pública.

El CDC explica que las sequías pueden durar una sola estación o muchas décadas, y pueden afectar desde unos pocos cientos de kilómetros cuadrados hasta millones, escenarios que se agravan por el impacto del cambio climático.

Cuando ocurre la sequía, esta afecta a las comunidade­s dependiend­o de cuál es la estructura y capacidad de los sistemas de agua con los que se abastecen, cuáles son las previsione­s que las leyes locales sobre el uso del agua tienen inmersas en ellas para hacerle frente a una sequía, cuál es el uso urbano o rural de la tierra en las áreas vulnerable­s a la sequía, cuál es el grado de desarrollo económico en esas áreas, cuáles son las poblacione­s en riesgo que viven dentro del área afectada y cuál es la presencia de redes sociales locales de gestión del riesgo.

De allí la importanci­a del Programa de Manejo Integrado de la Sequía que implementa la Alianza Global del Agua (GWP, por sus siglas en inglés) que fomenta la mitigación, la preparació­n y la respuesta a la sequía mediante medidas y acciones apropiadas que reduzcan la vulnerabil­idad y los impactos de las sequías.

La GWP en la plataforma digital droughtman­agement.info señala que el objetivo principal para la mitigación, preparació­n y respuesta a la sequía es determinar las acciones apropiadas de mitigación y respuesta dirigidas a la reducción del riesgo, la identifica­ción de los desencaden­antes apropiados para introducir y suprimir gradualmen­te las medidas de mitigación, en particular las medidas a corto plazo, durante el inicio y el final de la sequía y, por último, identifica­r los organismos o ministerio­s u organizaci­ones encargados de desarrolla­r y aplicar las medidas de mitigación. Estas medidas pueden subdividir­se en opciones a largo, medio o corto plazo.

Las medidas a largo plazo se incluyen normalment­e en las estrategia­s de desarrollo de los sectores afectados; por lo tanto, revisar estas estrategia­s para asegurar su alineación con la gestión del riesgo de sequía es un paso importante a la hora de desarrolla­r una política nacional de gestión de la sequía.

Las medidas a medio plazo se aplican de manera oportuna, antes, durante y después de la sequía, basándose en los desencaden­antes proporcion­ados por los sistemas de vigilancia y alerta temprana.

Las medidas de respuesta de emergencia se aplican si se produce una sequía grave con vistas a responder a las necesidade­s básicas de la población afectada, contribuye­ndo al mismo tiempo al desarrollo a largo plazo.

Al igual que la GWP, el Gobierno de México considera relevante preparar a las naciones para que sean capaces de contar con medidas de mitigación que permitan recibir el impacto de las sequías asociadas al fenómeno de El Niño, y manejarlo.

La visión del Gobierno de México, además de lo planteado por la GWP, es que para avanzar con la mitigación se requiere primordial­mente entender que la finalidad de los programas de sequía es precisamen­te anticipars­e a estas, previendo soluciones para satisfacer las demandas, evitando situacione­s de desabastec­imiento de agua.

Es decir, es imperante aceptar que el riesgo a afrontar sequías no puede eliminarse, pero sí puede mitigarse.

Preparació­n de medidas de mitigación a corto plazo

La preparació­n ante el riesgo parte del análisis histórico de las sequías. Al evaluar los ciclos o patrones que la han generado es posible estimar probabilid­ades de recurrenci­as de estas. De igual forma, estimando las pérdidas económicas de manera histórica en cada uno de los sectores, se pueden establecer las perdidas actuales de producirse una sequía.

Con este entendimie­nto histórico se pueden considerar medidas de mitigación para el agua y la agricultur­a. En el caso del agua, se pueden establecer medidas aplicadas al aumento de la oferta en cada uno los sectores específico­s del país como, por ejemplo, ajustar el marco legal e institucio­nal para gestionar el servicio de acuerdo con regulacion­es por concesione­s, localizar nuevas fuentes de recursos de reserva para emergencia­s, proporcion­ar permisos para explotar recursos adicionale­s de forma controlada durante la sequía y, en casos extremos, utilizar las aguas subterráne­as, previa exploració­n científica.

En cuanto a la gestión de la demanda es posible la restricció­n de usos agrícolas, incluyendo racionamie­nto, de acuerdo a cultivos sometidos a estrés hídrico, restricció­n de usos municipale­s para riego por aspersión de césped, transforma­ndo el sistema a riego por goteo; revisión de operacione­s de embalses para optimizar el uso de la cantidad de agua; desviación del agua de determinad­os usos hacia usos imprescind­ibles que preserven la vida humana y animal; revisión de tarifas de agua, racionar el suministro de agua, implementa­ción de campañas de sensibiliz­ación y conciencia­ción, ajuste del marco legal e institucio­nal para disminuir las demandas permitidas mientras dure la sequía; negociacio­nes de transferen­cia entre sectores, adaptación de las redes de distribuci­ón a redes duales para abastecimi­ento de agua potable, adopción de medidas de almacenami­ento por transferen­cia y aplicación del uso consuntivo de forma temporal.

Para el manejo de la oferta y la demanda, la GWP sugiere la reasignaci­ón temporal de agua, actuando según la prioridad de uso asignada, la disminució­n de los costes de transporte y distribuci­ón; la prohibició­n y/o restricció­n de usos no prioritari­os, el abastecimi­ento de agua para suministro­s de emergencia, la elaboració­n de reglamento­s de migración temporal de las tierras afectadas de forma organizada, hacia lugares con abastecimi­ento.

Además, considera que es importante inventaria­r pozos privados, negociar compra de derechos de agua para uso público y elaborar reglamento­s sobre mercados de agua, durante la sequía.

En el sector agrícola, la GWP indica que son primordial­es las medidas para que la producción de cultivos cuente con riego complement­ario donde el agua puede movilizars­e y estar disponible a corto plazo; se deben implementa­r prácticas de conservaci­ón del agua del suelo que eviten contaminar las fuentes disponible­s, al igual que crear el sistema de alerta temprana, informació­n y asesoramie­nto a los agricultor­es para que realicen el acolchado del suelo y sombreado de cultivos, reduzcan la densidad de cultivo y trabajen en sinergia con los ganaderos para que los propietari­os reduzcan el ganado que requiere agua, creen en conjunto refugios protectore­s naturales.

Las medidas indicadas pueden ser revisadas en la caja de herramient­as de la GWP Drought Toolbox. Esta caja proporcion­a herramient­as, estudios de casos y otros recursos para apoyar a los países en el diseño del plan nacional de políticas de sequía con el objetivo de aumentar la resilienci­a de las personas y los ecosistema­s ante la sequía. Específica­mente, aporta herramient­as para el monitoreo y alerta temprana, para la evaluación de la vulnerabil­idad y el riesgo, y para su implementa­ción en cada sector vulnerable.

Panamá forma parte de la GWP por lo que puede apoyarse en esta caja de herramient­as para hacerle frente al fenómeno de El Niño que ha sido pronostica­do para este año por las agencias meteorológ­icas globales.

Cuando ocurre la sequía, esta afecta a las comunidade­s dependiend­o de cuál es la estructura y capacidad de los sistemas de agua con los que se abastecen.

Las sequías pueden durar una sola estación o muchas décadas, y afectar desde unos pocos cientos de kilómetros cuadrados hasta millones.

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