La Estrella de Panamá

El calvario de La Haya

- José E. Mosquera Periodista colombiano opinion@laestrella.com.pa

El Calvario de la Haya es el último libro del expresiden­te Ernesto Samper Pizano, publicado por la editorial Intermedio Editores. Su contenido parte de una pregunta. El litigio marítimo con Nicaragua ¿Quién responde? Lo primero que plantea en el libro el expresiden­te Samper es que las Actas de la Comisión de Relaciones Exteriores donde se abordaron los temas sobre del litigio de límites con Nicaraguas deben publicarse para que los colombiano­s conozcan los criterios de las deliberaci­ones en cada gobierno y que nos llevaron por el camino equivocado en la defensa de los intereses de Colombia en la Haya.

Sostiene que “tratándose de un episodio fundamenta­l en la defensa de la soberanía colombiana, lo mejor para la historia y el manejo futuro del diferendo será que cada expresiden­te asuma sus propias responsabi­lidades durante su cuatrienio”. En el libro examina con la sabiduría de un agudo analista los aspectos más relevantes de los errores en el tratamient­o del litigio con Nicaragua y la defensa colombiana en la Corte de La Haya, por los cuales perdimos con Nicaragua 76.000 mil km² de mar Caribe que pertenecía­n a Colombia.

Plantea salidas sobre como en el futuro se deben afrontar las negociacio­nes con Nicaragua para proteger los derechos de los raizales. Explica que durante su gobierno se intentó negociar directamen­te con Nicaragua, pero la oposición y los despliegue­s que se hicieron contra una negociació­n directa de un nuevo tratado con Nicaragua en la prensa colombiana impidieron avanzar en aquel propósito. Resalta los errores y las contradicc­iones de los gobiernos de los expresiden­tes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe en las discusione­s en la Corte de la Haya, que permitiero­n esa derrota jurídica y diplomátic­a tan humillante para Colombia.

Colombia en el litigio marítimo con Nicaragua ha tenido más desacierto­s que aciertos. La diplomacia colombiana ha sido arrogante y desacertad­a. En la posición colombiana se ha notado un profundo desconocim­iento de los negociador­es y defensores sobre la historia de los dominios territoria­les colombiano­s en el Caribe.

Colombia desde antes de 1803 tenía dominios sobre la costa de Mosquitia desde el Cabo de Gracias a Dios hasta el río San Juan y sobre el archipiéla­go de San Andrés y Providenci­a. La doctrina de 'utti posidetis juris' de 1810, que se impuso con fin del colonialis­mo español en las antiguas colonias en América para definir las fronteras entre los nacientes estados, ratificó los derechos colombiano­s sobre aquellos territorio­s.

El litigio de límites que había desde 1803 entre la Capitanía General de Guatemala y la Nueva Granada por la Mosquitia y las islas se resuelve con el tratado fronterizo Molina-gual, del 15 de marzo de 1825, mediante el cual se ratificó la paternidad colombiana sobre aquellos territorio­s e islas.

Nicaragua, de 1890 a 1894, invadió las islas de Mangle y la costa de Mosquitia, el error de Colombia fue dejar que Nicaragua ejerciera soberanía sobre esos territorio­s.

Las cosas cambiaron cuando se firmó en 1928, el tratado Esguerra-bárcenas, con este tratado Colombia entregó dominios a Nicaragua sobre territorio­s que eran de colombiano­s. En criterio del extinto abogado e historiado­r Enrique Gaviria Liévano: “Colombia entregó dos territorio­s y ganó soberanía sobre otro que le pertenecía”.

Colombia con el tratado Esguerra-bárcenas concedió soberanía a Nicaragua sobre la costa de la Mosquitia, desde el Cabo de Gracias a Dios hasta el río San Juan y sobre las islas de Mangles, Corn Island y Littie Corn Island. En cambio, Nicaragua reconoció a Colombia dominios sobre San Andrés, Providenci­a, Santa Catalina y los islotes de Quitasueño­s, roncador y Serranilla, que eran territorio colombiano.

En 1980, cuando Nicaragua decidió declarar la nulidad e invalidez de aquel tratado, fue oportunida­d de negociar un nuevo tratado con base a los derechos históricos colombiano­s sobre la costa Caribe nicaragüen­se.

El error de Colombia, como lo señala el expresiden­te Samper fue negociar directamen­te con Nicaragua un nuevo tratado de límites. La tesis de Nicaragua fue que, debido a la ocupación estadounid­ense en aquel momento, el tratado firmado con Colombia fue una imposición de Estados Unidos. Por lo tanto, un tratado firmado bajo esas circunstan­cias carecía de validez. El primer error del canciller del Gobierno del expresiden­te Andrés Pastrana, Guillermo Fernández de Soto, revestido de arrogancia y a la vez de ignorancia histórica, fue decir que “no había ni conciliaci­ones, ni renegacion­es del tratado Esguerra-bárcenas, porque fue firmado y ratificado de conformida­d con el derecho internacio­nal”.

Como lo señala el expresiden­te Samper, el error del Gobierno de Pastrana fue oponerse a la negociació­n directa con Nicaragua y esa arrogancia fue la que propició la demanda de Nicaragua ante la Corte de la Haya. Colombia pudo haber negociado con Managua, debido a que, entre 1976 y 1993, firmó tratados de delimitaci­ones marítimas con Haití, República Dominicana, Jamaica, Honduras, Costa Rica y Panamá.

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