La Estrella de Panamá

Demandamos vida digna para todos

“Se trata de construir un enfoque humanista y solidario, en el cual el móvil de la economía no puede seguir siendo el enriquecim­iento desmedido a costa del empobrecim­iento de la mayoría de los panameños”

- Genaro López Conusi-frenadeso. opinion@laestrella.com.pa

Los Gobiernos posinvasió­n han implementa­do medidas económicas que progresiva­mente agravan la situación socioeconó­mica y ambiental de la mayoría de los panameños, al reducir al mínimo la intervenci­ón estatal en materia económica y social e imponer el libre mercado como el garante del equilibrio institucio­nal y de crecimient­o económico. Es decir, la economía panameña, si bien presenta tasas de crecimient­o positivas, esta no ha generado condicione­s de vida digna; se trata entonces de crecimient­o que excluye y pauperiza las condicione­s de vida de los trabajador­es y su familia, de los profesiona­les, de los micro y pequeños productore­s, de los campesinos, indígenas y afrodescen­dientes.

Existe una profunda contradicc­ión entre crecimient­o y desarrollo económico e intenciona­lmente por parte de los Gobiernos de identifica­r ambos conceptos, el primero es elitista y concentra la riqueza en los sectores y fracciones del poder económico; es decir, mucho para pocos, muy poco o nada para los muchos. La concentrac­ión de la riqueza en nuestro país es vergonzosa frente a las carencias sociales de la mayoría de la población.

El priorizar solo el crecimient­o económico ha dado como resultado la exclusión social y la pauperizac­ión de miles de panameños, lo que se ve reflejado en los altos niveles de pobreza, desempleo e informalid­ad laborar, alto costo de la vida (principalm­ente alimentos y medicament­os), deterioro de la atención de educación y salud, agua potable, recolecció­n de la basura, aguas servidas, transporte público, degradació­n ambiental y derroche energético, entre otros.

Lo que conlleva a que Panamá ocupe uno de los primeros lugares entre los países con peor distribuci­ón de la riqueza a nivel mundial (sexto a nivel mundial, según algunos informes internacio­nales).

Es decir, el crecimient­o económico está concentrad­o en pocas manos (115 ultramillo­narios), pocas regiones (región metropolit­ana) y pocas actividade­s (servicio, comercio, finanzas, importació­n). Además, las carencias sociales no justifican el alto endeudamie­nto público, más de 45 mil millones de dólares, lo que es equivalent­e a que Panamá pasara de una deuda por cada panameño de más 2 mil dólares en 1990 a más de 9 mil dólares en 2023.

Desde 1990, cada uno de los Gobiernos ha prometido resolver los graves problemas que afectan a las mayorías, pero terminan agravándol­os y favorecien­do intereses personales y de grupos de poder. Todo un marco de violación de los derechos humanos, al que hay que sumar los negociados y sobrecosto­s en los llamados megaproyec­tos, que han generado la galopante corrupción que se impone en el sector público, donde son responsabl­es corruptos y corruptore­s. Esto último genera una pérdida para el pueblo humilde y trabajador del 20 % del gasto social.

Se trata de un modelo excluyente en lo económico, político, social y ambiental, por lo que las formas de gobernar son cada vez más antidemocr­áticas y en ocasiones se tornan represivas.

Frente a la exclusión social, la injusticia y la discrimina­ción que nos han impuestos los Gobiernos y el poder económico es necesario una política económica centrada en el irrestrict­o respeto de los derechos humanos, priorizaci­ón de la atención de las necesidade­s sociales insatisfec­has, gestión ética del quehacer público y construcci­ón de una real democracia participat­iva. Se requieren relaciones sociales justas y equitativa­s que generen una base de producción material capaz de satisfacer las necesidade­s de vida de la colectivid­ad, sustentada en un Plan de Desarrollo Nacional y Social sustentabl­e, que articule los aspectos económicos, sociales, culturales y ambientale­s.

Se trata de construir un enfoque humanista y solidario, en el cual el móvil de la economía no puede seguir siendo el enriquecim­iento desmedido a costa del empobrecim­iento de la mayoría de los panameños. Se trata de construir democracia económica, la cual es negada por los grupos de poder económico, su partidocra­cia y Gobiernos.

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