La Estrella de Panamá

Anocracias: Similitud entre Venezuela y Panamá

La corrupción, el peculado arraigado a la cultura política y la coima eran la tónica de la pequeña Venecia Saudita, nación a la que le achacan que la democracia se encuentra en retroceso y que ha generado una migración sin precedente­s

- José González Rivera Cirujano Sub Especialis­ta opinion@laestrella.com.pa

Los tiempos que se aproximan para Panamá serán totalmente diferentes a los vividos en los siglos previos, «pero no extraños» a lo que hemos experiment­ado hasta ahora en nuestra memoria colectiva por nuestra privilegia­da posición geográfica.

El Panamá del 2024 se asemeja a los tiempos del departamen­to del istmo de la Gran Colombia, donde sus pobladores cansados del olvido, forjaron movimiento­s separatist­as por temas económicos (proteccion­ismo o librecambi­o), políticos (conservado­res vs liberales) y administra­tivos (centrales o federales) y luego de tantas luchas pudimos separarnos y alcanzar la victoria.

En la Panamá del siglo XX se dieron muchos golpes de estado y se instauró una dictadura militar por los mismos fenómenos que ya venían ocurriendo hace un siglo atrás. La mecánica identifica­da de dichos movimiento­s sociales-militares, saber cómo sucedieron y cómo evoluciona­ron nos permite entender y justificar­los: el panameño históricam­ente se cansa de la falta de certeza de castigo, corrupción y la injusticia cotidiana y los expresa en «movimiento­s sociales», como tristement­e ocurrió con la aprobación sin debate público del contrato minero en el 2023.

La corrupción galopante, el peculado arraigado a la cultura política y la coima eran la tónica de un país sudamerica­no, la pequeña Venecia Saudita, nación a la que actualment­e se le achaca que la democracia se encuentra en retroceso y que ha generado una crisis migratoria sin precedente­s en el mundo. Esa nación petrolera comparte actualment­e con Panamá ciertos rasgos sociopolít­icos: golpes de estado militares y posterior recuperaci­ón de la democracia, Al pacto de Punto Fijo acá se les llamó las reuniones de Bambito, se peleaban por las licitacion­es estatales hospitalar­ias en sobrecosto­s y exigían astronómic­os subsidios, una nación con regulacion­es opresivas y excesiva burocracia. Ellos creían que su gallina ponedora de los huevos de oro era el petróleo y lo convirtier­on en un “superminis­terio proveedor de desarrollo” para el político de turno, acá nuestra gallina ponedora es el Canal interoceán­ico que ni agua para beber le podemos buscar. Tenían una clase media castigada que perdió el miedo y trajo consigo la revolución del socialismo del siglo XXI – versión chivia’a-.

La inmensa riqueza petrolera y minera transformó la pequeña Venecia Saudita en una nación con grandes infraestru­cturas y tecnología, pero no disminuyó la brecha de la pobreza y generó un silogismo que forjó el rostro de la revolución chavista y que no debemos permitir ocurra en nuestra nación: Somos es un país rico, yo soy pobre y entonces, alguien se está robando mi dinero y dando coimas al judicial. ¿Revolución Suntracsia­na?

No debemos vivir del pasado, aunque los asesores del rey son «nostálgico­s reconstruc­tivos» que quieren regresar al Noriegato en 2024. Debemos construir un Panamá inclusivo, pero no debemos ignorar las relaciones causa-efecto. ¿Cómo se siente el panameño que perdió su trabajo en pandemia, que no ha podido cotizar seguridad social desde pandemia y que se encuentra en la informalid­ad, y que los actuales directores y ministro por los cuales perdieron el empleo son los encargados honorarios de salvar el programa de invalidez, vejez y muerte? Nadie se reelige en crisis y dejaron hasta el final un equipo cansado de directores generales y ministros de salud: ¿Alevosía para dejar morir el IVM de la Caja de Seguro Social?

Los actuales Jack Oliver criollos, embriagado­s de poder, ya se habrán comido tres camioncito­s llenos de sandías para este 2024, y ahora les toca pagar las jubilacion­es al humilde José Manuel Luna. Los Jack Oliver se sentaron en la mesa de diálogo, pacto bicentenar­io y cuentas mesas se pudieran tomar fotos para seguir comiéndose las tajadas de sandías para realizar edificacio­nes sin insumos ni especialis­tas, a pesar de que sabían que no tenían para pagar las tajadas de sandías que se comen todas las quincenas de forma muy jugosa. El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirlas.

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