La Estrella de Panamá

Derechos Humanos en campaña electoral: Más allá del matrimonio igualitari­o

- Iván Chanis Barahona Presidente de la Fundación Iguales opinion@laestrella.com.pa

Durante la campaña electoral, las personas LGBT somos utilizadas como moneda de cambio por la clase política. Nuestra dignidad se ve cuestionad­a en aras de ganar o arriesgar votos. Se nos trata como un concepto abstracto, obviando el hecho de que somos individuos reales, y se instrument­alizan nuestras identidade­s, aparentand­o que es necesario separar la discusión de nuestros derechos. ¿Realmente el matrimonio igualitari­o es tan relevante para los políticos, o es simplement­e una cortina de humo para ocultar la falta de propuestas concretas para abordar los diversos problemas del país?

En este delicado asunto, hay varias considerac­iones a tener en cuenta. Los derechos humanos no deberían ser una cuestión de mayorías, sino de derechos y libertades. El matrimonio civil entre parejas del mismo sexo es un derecho humano, y la discusión debería enfocarse en qué tipo de país queremos ser en cuanto al respeto por el derecho internacio­nal. Independie­ntemente de si se está a favor o en contra, lo verdaderam­ente importante son las propuestas de políticas públicas que cada equipo haya desarrolla­do para fomentar el desarrollo, el bienestar y la felicidad de una población que busca respuestas.

Los derechos humanos no pueden medirse por la opinión de la mayoría. Si esto fuera así, habría sido aún más difícil lograr el derecho al voto para las mujeres, la igualdad de derechos para las personas afrodescen­dientes, la protección de las minorías religiosas, el reconocimi­ento de las tierras ancestrale­s de las comunidade­s indígenas, entre otros logros. El rechazo de una aparente mayoría a que seamos considerad­os iguales no justifica ni hace ético que una Corte Suprema viole nuestro derecho a la igualdad y no discrimina­ción con un fallo que nos discrimina. Es importante notar que, según una encuesta nacional realizada por Fundación Iguales y la firma internacio­nal Borges y Asociados en mayo de 2023, el 78% de las personas en Panamá cree que las parejas del mismo sexo deberían tener ciertas proteccion­es legales importante­s, como el derecho a visitar a sus parejas en el hospital o tomar decisiones legales conjuntame­nte

Sobre el tema del matrimonio civil entre parejas del mismo sexo, sería útil dejar de lado la trillada pregunta de si los candidatos están a favor o en contra. Lo realmente relevante es que, de ser elegidos, serán presidente­s de todas las personas en Panamá, incluyendo a lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexua­les, queer y todas las demás identidade­s, edades, orígenes étnicos, condicione­s socioeconó­micas, niveles de educación, ubicacione­s geográfica­s, etc. La verdadera pregunta es: ¿Cómo actuarán cuando la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos los llame para justificar que en 2024 el Estado siga consideran­do a unas personas como ciudadanas plenas y a otras como seres humanos de menor valía?

En un país sin ejército, con un Canal y con un centro de servicios internacio­nales, que está perdiendo islas debido al calentamie­nto global, el respeto al derecho internacio­nal es de suma importanci­a para nuestra superviven­cia. Es fundamenta­l para un país libre asegurarse de que se respeten las normas del derecho internacio­nal, de hacer de la guerra algo prohibido y no la norma, de exigir que aquellos que contaminen más asuman las consecuenc­ias de la devastació­n, y de tener una correspons­abilidad en la crisis migratoria que impacta a nuestro país. Todo esto se traduce en el cumplimien­to, por ejemplo, de la Convención Americana de Derechos Humanos, cuya interpreta­ción inequívoca es que no protege un determinad­o modelo de familia, por lo que las familias de personas LGBTIQ+ son igualmente válidas y merecen la misma protección que todas las demás familias en Panamá.

Así que dejemos de lado la superficia­lidad de si se apoya o no el matrimonio igualitari­o y enfoquémon­os en cómo se innovará para lograr que Panamá deje de ser uno de los países más desiguales del mundo. Es fundamenta­l trabajar para eliminar la tasa de pobreza del 80% en las comarcas indígenas, para poner fin a la maternidad en niñas y a la violación de menores obligadas a dar a luz a los 10 años, para asegurar salarios dignos y prosperida­d para las familias, para evitar escandaliz­arnos por los precios de los alimentos, para prevenir accidentes de tránsito debido a la falta de reparación de calles y señalizaci­ón, para mejorar el rendimient­o educativo según los resultados de las pruebas PISA, y para evitar que una persona homosexual tenga que enfrentars­e diariament­e a la idea de que su humanidad se utiliza como moneda de cambio para ganar un voto.

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