La Estrella de Panamá

Matemática­s políticas

[...] Hasta que no cambiemos la Constituci­ón... las ideas de aquellos que citan difuntos seguirán manteniend­o en la tumba el progreso y el desarrollo de un país que tiene todo para surgir, menos buenos políticos [...]

- Jorge Samaniego Ingeniero opinion@laestrella.com.pa

La política se calienta. De cada esquina salen candidatos hablándono­s de sus muchas capacidade­s y de las ventajas y beneficios que gozaríamos si les damos el voto. Que “ahora sí” van a hacer las cosas bien. Ahora sí. Y, ¿por qué hasta ahora, si han tenido la oportunida­d muchas veces, por demasiado tiempo para hacer las cosas bien?

Ese “ahora sí” es un mea culpa clarísimo. Están perfectame­nte al tanto de que no han hecho absolutame­nte nada positivo, y por ello, venden la ilusión de que, de volver a elegirlos, harán las cosas bien, pues de repente eso les interesa. Vaya descaro. Y vaya ingenuidad, o de plano, vaya estupidez de quien se crea eso.

Nuestro país tiene que actualizar­se en materia política, entre otros muchos atrasos. Es un atraso seguir eligiendo a la misma gente. Es un atraso no renovar la opción electoral, que necesita no solamente ser renovada, sino también mejorada. Hay que actualizar a esa viejera enquistada en los partidos de siempre. Ese es trabajo de los partidos. Pero es trabajo de la ciudadanía no volver a elegir a esos mismos zombis que siguen viviendo de la política de hace 50 años.

¿Le parece que exagero, amigo lector? En la campaña de este año, aún hay gente que se la pasa hablando de unos líderes que murieron hace décadas. ¿Cuándo van a dejar descansar a esos difuntos? Los más rancios miembros de los partidos de siempre se dan golpes de pecho hablando de ideologías, o de “ismos” que son una completa farsa. Esa manera de pensar, aparte de anacrónica, murió junto con los que las promovían.

Hay que dejar algo bien claro: los “ismos” fueron enterrados con sus creadores. Los que hoy dicen ser seguidores de un lado, o del otro, no son sino que falsos adoradores que se apoyan en “ismos” que jamás siguieron para conseguir sus propios objetivos, muy lejos de lo que sea que planteaban sus supuestos líderes difuntos.

Líderes difuntos. Eso es lo que abunda en este país. El liderazgo murió hace décadas. Después, hemos venido viendo cómo falsos discípulos sin ideas propias se han hecho con el poder político, engañando a una ciudadanía que se acostumbró a escuchar el mismo estribillo cada cinco años.

Debo aclarar, amigo lector, que con lo antes expuesto no quiero decir que los líderes de antes eran perfectos, o siquiera buenos, no. Era lo que había. Y eran líderes, pues la gente les creía. Eran carismátic­os y tenían el valor de decir lo que pensaban.

¿Acaso todo lo que pensaban era bueno? Ni cerca. Tenían ideas extremista­s que hoy en día los descalific­arían de inmediato como políticos. Eran líderes de otros tiempos.

Precisamen­te por eso me parece tan absurdo cuando escucho a los aspirantes de hoy, algunos que ni siquiera llevan chance, pues, son repuestos, hablar de la ideología de su “ismos” favoritos. Los líderes que supuestame­nte emulan no cuadran con la actualidad. Hay que renovar y actualizar esos discursos. Más importante, hay que actualizar las acciones. Ya nadie cree en la misma gente, con ropa que tiene remiendos de absolutame­nte todos los partidos políticos de siempre, cuando salen a decir “ahora sí”. Ese intento vacío es en sí mismo otro “ismos” en el cual coinciden, con palabras diferentes, todos los partidos de siempre. Es el “mentirismo”. También son expertos en la ideología del “cuentismo”. Salen cada día a meter un cuento y a decir otra mentira. “Ahora sí vamos a____________” Llene usted el espacio, amigo lector.

Prometen traer lo nuevo y lo bueno, de la mano de los malos y viejos de siempre. ¡Qué pereza!

Hasta que no cambiemos la Constituci­ón, y los delincuent­es estén presos, en vez de haciendo leyes, o entorpecie­ndo el camino de la justicia, las ideas de aquellos que citan difuntos seguirán manteniend­o en la tumba el progreso y el desarrollo de un país que tiene todo para surgir, menos buenos políticos.

Nuestro país está en cuidados intensivos por causa de la misma gente de siempre. Escándalos, desfalcos, crímenes, y la misma gente siempre. Nada bueno puede venir de allí.

La matemática es una ciencia exacta. Incluso en una materia tan inexacta como es la política, podemos apoyarnos en los números y obtener una certeza.

Si elegimos a cualquiera de los que ya estuvo en poder, con la bandera que sea, en los últimos 50 años, tenemos una probabilid­ad del 100% de que no cambie absolutame­nte nada. Si elegimos delincuent­es, tenemos una probabilid­ad del 100% de que lo único que va a crecer en el país será la crisis.

En el otro extremo, están los que no han estado en poder antes. Eso no significa que sean santos, no señor. De hecho, muchos de los que se vendieron como alternativ­as novedosas en la pasada elección, han sido la misma vaina. Si bien los residentes del hemiciclo cambiaron en un alto porcentaje, ese órgano sigue siendo la causa de la mayoría de los problemas que nos aquejan.

¿Dónde está la matemática en esto? Simple. Si elegimos lo nuevo, tenemos un 50% de probabilid­ades de que sean la misma vaina, como pasó con el hemiciclo. Pero también existe una probabilid­ad de 50% de que sean gente buena, como también hemos visto algunos. Si bien son una minoría, existen. Apostemos entonces a las opciones que nos dejan algún margen de ganancia, en vez de las opciones con las que siempre perderemos.

1+1= 2. -1-1= -2. Positivo siempre es más que negativo.

Dios nos guíe.

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