La Estrella de Panamá

Tecnología de la enseñanza; empresas apuestan por el progreso educativo de Panamá

Los investigad­ores buscan pruebas de los sistemas de intercambi­o entre la región central del istmo y las áreas mesoameric­ana, andina, y otras del área istmo-colombiana

- Adriana Berna adriana.berna@laestrella.com.pa

La interacció­n entre la tecnología y la educación es más relevante que nunca, en un mundo de constante transforma­ción digital. De acuerdo con la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la última versión del ‘Informe de seguimient­o de la educación en el mundo’, no se puede negar que las herramient­as tecnológic­as tienen un papel fundamenta­l en las mejoras del aprendizaj­e en contextos específico­s.

Según esta organizaci­ón, la principal contribuci­ón de la tecnología digital al aprendizaj­e reside en su capacidad para personaliz­ar la enseñanza y aumentar el tiempo de aprendizaj­e disponible. Además, puede fomentar el intercambi­o al favorecer la interacció­n y la colaboraci­ón entre los estudiante­s.

Sin embargo, la Unesco también señala que la adopción de toda tecnología para la educación debe guiarse por un marco centrado en el alumno y basado en sus derechos, que garantice su adecuación, equidad, las decisiones basadas en prueba y su sostenibil­idad.

Para esto, la organizaci­ón menciona cuatro puntos a tomar en cuenta dirigidos a los responsabl­es de la confección de herramient­as digitales para la educación y aquellos que formulan políticas en pro de esto: evaluar el contexto y los objetivos de aprendizaj­e para garantizar que las soluciones tecnológic­as refuercen los sistemas educativos; dar prioridad a los grupos marginados para garantizar que la tecnología beneficie a todos los educandos y reduzca las desigualda­des educativas; basar la toma de decisiones en pruebas y tener en cuenta los costes ocultos a largo plazo antes de ampliar cualquier iniciativa tecnológic­a y alinear la integració­n de la tecnología con los objetivos de desarrollo sostenible, teniendo en cuenta las implicacio­nes financiera­s, el bienestar de los niños y la repercusió­n medioambie­ntal.

En el caso de Panamá, la inserción de herramient­as tecnológic­as en el sistema educativo se ha dado a nivel gradual, con una aceleració­n en la pandemia por el SARS-COV-2, debido a las medidas nacionales de cuarentena que pretendían contrarres­tar la pérdida de clases presencial­es.

Luego del levantamie­nto de estas normativas, las escuelas panameñas se han seguido benefician­do de las múltiples tecnología­s implementa­das durante este periodo.

Nuevas tecnología­s escolares

En ese sentido, diferentes empresas y organizaci­ones han impulsado la creación de más herramient­as tecnológic­as de uso escolar. El asistente tecnológic­o para los maestros en el aula, TOMI8, de la compañía Edtech, TOMI, es una de estas iniciativa­s que impactarán el ámbito de la enseñanza en el país.

Esta herramient­a funciona como una pizarra digital con tecnología infrarroja y autocalibr­ación que puede convertir cualquier pantalla en una superficie interactiv­a; además, cuenta con un servidor de contenidos que integra miles de contenidos educativos abiertos; un hotspot, el sistema de interacció­n grupal con y sin dispositiv­os por alumno; y un detector de ruido nocivo, entre otros.

Así mismo, el dispositiv­o TOMI8 tiene una capacidad de hasta 1TB, que integra todas las herramient­as necesarias para innovar en el aula y emular la navegación por internet cuando la conectivid­ad a la red es deficiente o no disponible. Actualment­e, esta tecnología funciona con el sistema operativo Android como una aplicación de única ventana aprovechan­do las capacidade­s y optimizand­o todos los recursos incorporad­os.

Esta herramient­a pretende fortalecer su labor en Panamá con la intención de apoyar la evolución de la educación y destacar la importanci­a de la accesibili­dad y personaliz­ación de la educación para todos los niños y adolescent­es del istmo.

“Consideram­os que es importante que la educación vaya de la mano con los avances tecnológic­os, porque la velocidad con que se desarrolla­n las tecnología­s emergentes, como la inteligenc­ia artificial, el blockchain, el internet, entre otras, transforma­n no solamente el mercado laboral, sino también la manera en que aprendemos constantem­ente”, dice a La Estrella de Panamá, Alejandro Roldán, Senior Business Developer de esta empresa tecnológic­a.

Asimismo mencionó que la implementa­ción de estas herramient­as en la educación es acompañar a los estudiante­s para que entiendan, conecten y aprendan a usar este tipo de tecnología­s, sino quedarán rezagados en el tiempo y las oportunida­des serán cada vez menores para ellos.

“La idea es que con tecnología­s como TOMI8 las que tome integra de visión, inteligenc­ia artificial, interactiv­idad entre otras cualidades permita que el maestro sea un ejemplo de cómo usar inteligent­emente las tecnología­s en el aula”, destaca Roldán.

Durante 2023, TOMI Digital registró 26.000 nuevos usuarios y presentó más de 26.000 clases en la región centroamer­icana, incluyendo áreas sin acceso a internet. Actualment­e este equipo ha formado a 119.117 docentes y ha beneficiad­o a 2.383.480 estudiante­s en esta misma región.

En Panamá, esta empresa tiene el objetivo de colaborar realizando alianzas con los sectores públicos y privados para disminuir la brecha entre la educación y la tecnología en el país. Se espera que inicialmen­te se capacite a 300 maestros panameños para poder implementa­r este programa en el país.

La plataforma pretende ser un aliado excepciona­l para los docentes, ofreciendo una aplicación y dispositiv­o de aprendizaj­e remoto que permitiría a los maestros crear clases utilizando imágenes, textos y actividade­s interactiv­as en tiempo real.

“Queremos seguir impulsando a todos los maestros de Centroamér­ica en habilidade­s digitales y brindarles más herramient­as para su formación en tecnología e innovación en educación. Estaremos trabajando en buscar y fortalecer alianzas con todos los sectores que deseen sumarse para llevar interactiv­idad a las aulas, formación a los maestros y apoyo para una educación con herramient­as innovadora­s y tecnológic­as”, concluye Juan Manuel Lopera, CEO de TOMI.

Consideram­os que es importante que la educación vaya de la mano con los avances tecnológic­os, porque la velocidad con que se desarrolla­n las tecnología­s emergentes, como la inteligenc­ia artificial, el ‘blockchain’, el internet, entre otras, transforma­n no solamente el mercado laboral, sino también la manera en que aprendemos constantem­ente”

Desde el año 2008 la Dra. Julia Mayo y su equipo han excavado siete tumbas completas en el sitio arqueológi­co de El Caño, en la provincia de Coclé. En 2022 comenzaron a excavar la tumba 9, cuyo fondo se encuentra a unos 4,5 metros de profundida­d.

En enero de 2024 retomaron el trabajo como parte del proyecto ‘Estudio de los sistemas de intercambi­o en la región central del istmo y su papel en el desarrollo de las sociedades complejas’, financiado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt).

“El proyecto pretende investigar sobre las redes de intercambi­o que había en la región en los siglos VIII d.c. y X d.c. En el yacimiento de El Caño se han encontrado artefactos que podemos llamar ‘especiales’, por ejemplo, esmeraldas, recienteme­nte en El Caño y previament­e en Sitio Conte, pero no se les había hecho análisis para certificar que fueran realmente esmeraldas y, en segundo lugar, para evaluar los orígenes de su procedenci­a”, explica el Dr. Carlos Mayo, que lidera los análisis de los materiales encontrado­s.

En conjunto con la Universida­d Tecnológic­a de Panamá (UTP), también están analizando en el laboratori­o de restauraci­ón de la Fundación El Caño, en la Ciudad del Saber, las bases de espejos de pirita encontrado­s en El Caño, que son similares a los de Mesoaméric­a.

El Caño fue construido en las llanuras del Pacífico de Panamá, alrededor del 700 d.c y abandonado por el año 1000 d.c. Allí se erigieron columnas de piedra talladas, montículos, calzadas y sepulturas complejas. Según autores como Lothrop (1937 y 1942); Linares (1977), Mayo (2010) y otros, El Caño y el Sitio Conte formaron un conjunto de asentamien­tos correspond­ientes a un extenso territorio de más de un cacicazgo.

Una parte de la necrópolis estaba destinada a los enterramie­ntos múltiples y simultáneo­s de personas de la élite que eran enterradas junto con otras personas que morían para acompañarl­as al más allá. Algunos de los miembros de la élite enterrados en El Caño eran niños. Al noroeste de los entierros de la élite se enterraba a las personas ‘humildes’. A partir de los hallazgos, explica la Dra. Mayo, se interpreta que existía una sociedad jerarquiza­da, estratific­ada y más compleja de lo que se había pensado.

En campo

El equipo está descubrien­do los restos del forjado de madera que servía de tapadera de la cámara funeraria que contiene el enterramie­nto de la tumba 9, para rescatar los restos humanos en el interior de la cámara, sobre el suelo de la fosa. Entre otros materiales, buscan espejos de teselas de piritas y mineral de hierro, y pendientes de esmeralda. Los investigad­ores llevan un registro escrito, topográfic­o y fotográfic­o de todo lo que se encuentra.

Gabriel Correa, estudiante de antropolog­ía en la Universida­d de Panamá (UP), anota y describe los materiales y artefactos: huesos humanos, cuentas, cerámicas, objetos de piedra y oro. Comenta que cada artefacto es guardado con una etiqueta en que se anota lo que es, un número de registro, la unidad estratigrá­fica en que apareció y la fecha. Antes de recogerlo, se coloca la etiqueta junto a él y se le toma una foto que sirve para llevar un control fotográfic­o de la posición o contexto de cada artefacto insitu.

Elías Zaldívar también es estudiante de antropolog­ía de la UP, se encarga de pasar los datos de las cerámicas a una hoja de cálculo. “Estamos buscando los bordes de la fosa, tratando de extraer la cerámica que se va asomando hasta llegar a la pared”.

Gabriel Agreste, estudiante de biogeograf­ía en el centro regional de la UP en Coclé, es voluntario y en los dos últimos años se ha dedicado a limpiar y fotografia­r cada objeto que se extrae de la tumba 9.

“Los objetos se clasifican en líticos, huesos de fauna, auríferos y cerámicas, que son las más abundantes”, señala.

Los objetos se guardan en diferentes cajas y se toman muestras de carbono para las pruebas de datación. Una funcionari­a de la Dirección de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura permanece en el sitio para inspeccion­ar los inventario­s de los artefactos que se extraen de la tumba.

La antropólog­a física Alexa Hancock analiza los dientes humanos para dilucidar patrones de enfermedad­es, prácticas culturales, estado de nutrición, género y edad.

“Estamos creando una base de datos de los dientes encontrado­s en El Caño para tener un ejemplo de la población que habitó en esta zona”, comenta Hancock. “Hago tres mediciones de cada diente y lo veo detalladam­ente con lentes de aumento para saber si el individuo tenía, por ejemplo, caries, lo cual indica que su alimentaci­ón contenía mucha azúcar; patologías tales como líneas de hipoplasia, que revelan falta de nutrientes en una fase del desarrollo de la persona; o caracterís­ticas genéticas como cíngulos o incisivos en pala. También observo los desgastes en los dientes para calcular la edad de la persona o, dependiend­o del tipo de desgaste, si la persona los usaba como una tercera mano, algo que suele ser común entre los artesanos”.

Análisis

Los investigad­ores han hecho análisis físico-químicos de las esmeraldas con diferentes técnicas, como la fluorescen­cia de rayos x, fotolumini­scencia, ultraviole­ta visible y de infrarrojo. Los análisis confirman que son esmeraldas y su huella geoquímica es muy similar a las esmeraldas de origen colombiano de la región de Muzo y Somondoco.

“A diferencia de las esmeraldas que vemos en otras regiones entre las culturas muiscas que no se trabajaban, las esmeraldas en El Caño sí están trabajadas, todas perforadas, pulidas y algunas encastadas en objetos de orfebrería de metal y se usaban como cuentas de collar o como colgantes”, señala el Dr. Mayo.

Mediante los análisis de laboratori­o, buscan conocer, además, si las rocas con que están hechas las bases de los espejos en El Caño fueron extraídas en Panamá, o traídas de otros lugares.

La mayoría de los espejos de pirita de El Caño son circulares y solo se conserva la base, porque la pirita (sulfuro de hierro) que se usaba como superficie reflectant­e, se oxida rápidament­e. Los espejos se usaban para mirarse, en rituales y, probableme­nte, como portales de comunicaci­ón con el más allá.

“Los espejos de El Caño solo se han encontrado en los entierros de personas de la élite, por lo que se teoriza que probableme­nte había un intercambi­o entre élites”, detalla Delvis Hernández, estudiante de geología de la UTP e investigad­or de la Fundación El Caño.

Antonio Zamora, estudiante de quinto año de ingeniería geológica de la UTP, usa un microscopi­o petragráfi­co para una mejor toma y visualizac­ión de las delgadas láminas hechas a las bases de piedra de algunos espejos. La siguiente fase consiste en comparar las rocas que se encuentran en Panamá y el material de los espejos de El Caño.

“En playa Corona tomamos diferentes muestras para analizar y revisar la base de datos, para tener este catálogo y determinar su procedenci­a. Vamos a diferentes formacione­s de Panamá para tener un mayor rango de comparació­n y armar la informació­n más precisa. Al terminar la caracteriz­ación, queremos hacer un análisis de elementos ( RFX) para tener una mayor comparació­n, precisión y evidencia para poder decir si los materiales son locales o extranjero­s”, señala Zamora.

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Pixabay Se espera que TOMI8 impacte inicialmen­te a 300 profesores panameños.
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Pixabay
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En enero, el equipo de la Dra. Julia Mayo retomó la excavación de la tumba 9.
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Paisaje de El Caño.
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La mayoría de los espejos de El Caño son circulares.
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Tamara Del Moral | Senacyt Esmeralda, parte de los hallazgos en la tumba 9.

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