Tecnología de la enseñanza; empresas apuestan por el progreso educativo de Panamá
Los investigadores buscan pruebas de los sistemas de intercambio entre la región central del istmo y las áreas mesoamericana, andina, y otras del área istmo-colombiana
La interacción entre la tecnología y la educación es más relevante que nunca, en un mundo de constante transformación digital. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la última versión del ‘Informe de seguimiento de la educación en el mundo’, no se puede negar que las herramientas tecnológicas tienen un papel fundamental en las mejoras del aprendizaje en contextos específicos.
Según esta organización, la principal contribución de la tecnología digital al aprendizaje reside en su capacidad para personalizar la enseñanza y aumentar el tiempo de aprendizaje disponible. Además, puede fomentar el intercambio al favorecer la interacción y la colaboración entre los estudiantes.
Sin embargo, la Unesco también señala que la adopción de toda tecnología para la educación debe guiarse por un marco centrado en el alumno y basado en sus derechos, que garantice su adecuación, equidad, las decisiones basadas en prueba y su sostenibilidad.
Para esto, la organización menciona cuatro puntos a tomar en cuenta dirigidos a los responsables de la confección de herramientas digitales para la educación y aquellos que formulan políticas en pro de esto: evaluar el contexto y los objetivos de aprendizaje para garantizar que las soluciones tecnológicas refuercen los sistemas educativos; dar prioridad a los grupos marginados para garantizar que la tecnología beneficie a todos los educandos y reduzca las desigualdades educativas; basar la toma de decisiones en pruebas y tener en cuenta los costes ocultos a largo plazo antes de ampliar cualquier iniciativa tecnológica y alinear la integración de la tecnología con los objetivos de desarrollo sostenible, teniendo en cuenta las implicaciones financieras, el bienestar de los niños y la repercusión medioambiental.
En el caso de Panamá, la inserción de herramientas tecnológicas en el sistema educativo se ha dado a nivel gradual, con una aceleración en la pandemia por el SARS-COV-2, debido a las medidas nacionales de cuarentena que pretendían contrarrestar la pérdida de clases presenciales.
Luego del levantamiento de estas normativas, las escuelas panameñas se han seguido beneficiando de las múltiples tecnologías implementadas durante este periodo.
Nuevas tecnologías escolares
En ese sentido, diferentes empresas y organizaciones han impulsado la creación de más herramientas tecnológicas de uso escolar. El asistente tecnológico para los maestros en el aula, TOMI8, de la compañía Edtech, TOMI, es una de estas iniciativas que impactarán el ámbito de la enseñanza en el país.
Esta herramienta funciona como una pizarra digital con tecnología infrarroja y autocalibración que puede convertir cualquier pantalla en una superficie interactiva; además, cuenta con un servidor de contenidos que integra miles de contenidos educativos abiertos; un hotspot, el sistema de interacción grupal con y sin dispositivos por alumno; y un detector de ruido nocivo, entre otros.
Así mismo, el dispositivo TOMI8 tiene una capacidad de hasta 1TB, que integra todas las herramientas necesarias para innovar en el aula y emular la navegación por internet cuando la conectividad a la red es deficiente o no disponible. Actualmente, esta tecnología funciona con el sistema operativo Android como una aplicación de única ventana aprovechando las capacidades y optimizando todos los recursos incorporados.
Esta herramienta pretende fortalecer su labor en Panamá con la intención de apoyar la evolución de la educación y destacar la importancia de la accesibilidad y personalización de la educación para todos los niños y adolescentes del istmo.
“Consideramos que es importante que la educación vaya de la mano con los avances tecnológicos, porque la velocidad con que se desarrollan las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, el blockchain, el internet, entre otras, transforman no solamente el mercado laboral, sino también la manera en que aprendemos constantemente”, dice a La Estrella de Panamá, Alejandro Roldán, Senior Business Developer de esta empresa tecnológica.
Asimismo mencionó que la implementación de estas herramientas en la educación es acompañar a los estudiantes para que entiendan, conecten y aprendan a usar este tipo de tecnologías, sino quedarán rezagados en el tiempo y las oportunidades serán cada vez menores para ellos.
“La idea es que con tecnologías como TOMI8 las que tome integra de visión, inteligencia artificial, interactividad entre otras cualidades permita que el maestro sea un ejemplo de cómo usar inteligentemente las tecnologías en el aula”, destaca Roldán.
Durante 2023, TOMI Digital registró 26.000 nuevos usuarios y presentó más de 26.000 clases en la región centroamericana, incluyendo áreas sin acceso a internet. Actualmente este equipo ha formado a 119.117 docentes y ha beneficiado a 2.383.480 estudiantes en esta misma región.
En Panamá, esta empresa tiene el objetivo de colaborar realizando alianzas con los sectores públicos y privados para disminuir la brecha entre la educación y la tecnología en el país. Se espera que inicialmente se capacite a 300 maestros panameños para poder implementar este programa en el país.
La plataforma pretende ser un aliado excepcional para los docentes, ofreciendo una aplicación y dispositivo de aprendizaje remoto que permitiría a los maestros crear clases utilizando imágenes, textos y actividades interactivas en tiempo real.
“Queremos seguir impulsando a todos los maestros de Centroamérica en habilidades digitales y brindarles más herramientas para su formación en tecnología e innovación en educación. Estaremos trabajando en buscar y fortalecer alianzas con todos los sectores que deseen sumarse para llevar interactividad a las aulas, formación a los maestros y apoyo para una educación con herramientas innovadoras y tecnológicas”, concluye Juan Manuel Lopera, CEO de TOMI.
Consideramos que es importante que la educación vaya de la mano con los avances tecnológicos, porque la velocidad con que se desarrollan las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, el ‘blockchain’, el internet, entre otras, transforman no solamente el mercado laboral, sino también la manera en que aprendemos constantemente”
Desde el año 2008 la Dra. Julia Mayo y su equipo han excavado siete tumbas completas en el sitio arqueológico de El Caño, en la provincia de Coclé. En 2022 comenzaron a excavar la tumba 9, cuyo fondo se encuentra a unos 4,5 metros de profundidad.
En enero de 2024 retomaron el trabajo como parte del proyecto ‘Estudio de los sistemas de intercambio en la región central del istmo y su papel en el desarrollo de las sociedades complejas’, financiado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt).
“El proyecto pretende investigar sobre las redes de intercambio que había en la región en los siglos VIII d.c. y X d.c. En el yacimiento de El Caño se han encontrado artefactos que podemos llamar ‘especiales’, por ejemplo, esmeraldas, recientemente en El Caño y previamente en Sitio Conte, pero no se les había hecho análisis para certificar que fueran realmente esmeraldas y, en segundo lugar, para evaluar los orígenes de su procedencia”, explica el Dr. Carlos Mayo, que lidera los análisis de los materiales encontrados.
En conjunto con la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), también están analizando en el laboratorio de restauración de la Fundación El Caño, en la Ciudad del Saber, las bases de espejos de pirita encontrados en El Caño, que son similares a los de Mesoamérica.
El Caño fue construido en las llanuras del Pacífico de Panamá, alrededor del 700 d.c y abandonado por el año 1000 d.c. Allí se erigieron columnas de piedra talladas, montículos, calzadas y sepulturas complejas. Según autores como Lothrop (1937 y 1942); Linares (1977), Mayo (2010) y otros, El Caño y el Sitio Conte formaron un conjunto de asentamientos correspondientes a un extenso territorio de más de un cacicazgo.
Una parte de la necrópolis estaba destinada a los enterramientos múltiples y simultáneos de personas de la élite que eran enterradas junto con otras personas que morían para acompañarlas al más allá. Algunos de los miembros de la élite enterrados en El Caño eran niños. Al noroeste de los entierros de la élite se enterraba a las personas ‘humildes’. A partir de los hallazgos, explica la Dra. Mayo, se interpreta que existía una sociedad jerarquizada, estratificada y más compleja de lo que se había pensado.
En campo
El equipo está descubriendo los restos del forjado de madera que servía de tapadera de la cámara funeraria que contiene el enterramiento de la tumba 9, para rescatar los restos humanos en el interior de la cámara, sobre el suelo de la fosa. Entre otros materiales, buscan espejos de teselas de piritas y mineral de hierro, y pendientes de esmeralda. Los investigadores llevan un registro escrito, topográfico y fotográfico de todo lo que se encuentra.
Gabriel Correa, estudiante de antropología en la Universidad de Panamá (UP), anota y describe los materiales y artefactos: huesos humanos, cuentas, cerámicas, objetos de piedra y oro. Comenta que cada artefacto es guardado con una etiqueta en que se anota lo que es, un número de registro, la unidad estratigráfica en que apareció y la fecha. Antes de recogerlo, se coloca la etiqueta junto a él y se le toma una foto que sirve para llevar un control fotográfico de la posición o contexto de cada artefacto insitu.
Elías Zaldívar también es estudiante de antropología de la UP, se encarga de pasar los datos de las cerámicas a una hoja de cálculo. “Estamos buscando los bordes de la fosa, tratando de extraer la cerámica que se va asomando hasta llegar a la pared”.
Gabriel Agreste, estudiante de biogeografía en el centro regional de la UP en Coclé, es voluntario y en los dos últimos años se ha dedicado a limpiar y fotografiar cada objeto que se extrae de la tumba 9.
“Los objetos se clasifican en líticos, huesos de fauna, auríferos y cerámicas, que son las más abundantes”, señala.
Los objetos se guardan en diferentes cajas y se toman muestras de carbono para las pruebas de datación. Una funcionaria de la Dirección de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura permanece en el sitio para inspeccionar los inventarios de los artefactos que se extraen de la tumba.
La antropóloga física Alexa Hancock analiza los dientes humanos para dilucidar patrones de enfermedades, prácticas culturales, estado de nutrición, género y edad.
“Estamos creando una base de datos de los dientes encontrados en El Caño para tener un ejemplo de la población que habitó en esta zona”, comenta Hancock. “Hago tres mediciones de cada diente y lo veo detalladamente con lentes de aumento para saber si el individuo tenía, por ejemplo, caries, lo cual indica que su alimentación contenía mucha azúcar; patologías tales como líneas de hipoplasia, que revelan falta de nutrientes en una fase del desarrollo de la persona; o características genéticas como cíngulos o incisivos en pala. También observo los desgastes en los dientes para calcular la edad de la persona o, dependiendo del tipo de desgaste, si la persona los usaba como una tercera mano, algo que suele ser común entre los artesanos”.
Análisis
Los investigadores han hecho análisis físico-químicos de las esmeraldas con diferentes técnicas, como la fluorescencia de rayos x, fotoluminiscencia, ultravioleta visible y de infrarrojo. Los análisis confirman que son esmeraldas y su huella geoquímica es muy similar a las esmeraldas de origen colombiano de la región de Muzo y Somondoco.
“A diferencia de las esmeraldas que vemos en otras regiones entre las culturas muiscas que no se trabajaban, las esmeraldas en El Caño sí están trabajadas, todas perforadas, pulidas y algunas encastadas en objetos de orfebrería de metal y se usaban como cuentas de collar o como colgantes”, señala el Dr. Mayo.
Mediante los análisis de laboratorio, buscan conocer, además, si las rocas con que están hechas las bases de los espejos en El Caño fueron extraídas en Panamá, o traídas de otros lugares.
La mayoría de los espejos de pirita de El Caño son circulares y solo se conserva la base, porque la pirita (sulfuro de hierro) que se usaba como superficie reflectante, se oxida rápidamente. Los espejos se usaban para mirarse, en rituales y, probablemente, como portales de comunicación con el más allá.
“Los espejos de El Caño solo se han encontrado en los entierros de personas de la élite, por lo que se teoriza que probablemente había un intercambio entre élites”, detalla Delvis Hernández, estudiante de geología de la UTP e investigador de la Fundación El Caño.
Antonio Zamora, estudiante de quinto año de ingeniería geológica de la UTP, usa un microscopio petragráfico para una mejor toma y visualización de las delgadas láminas hechas a las bases de piedra de algunos espejos. La siguiente fase consiste en comparar las rocas que se encuentran en Panamá y el material de los espejos de El Caño.
“En playa Corona tomamos diferentes muestras para analizar y revisar la base de datos, para tener este catálogo y determinar su procedencia. Vamos a diferentes formaciones de Panamá para tener un mayor rango de comparación y armar la información más precisa. Al terminar la caracterización, queremos hacer un análisis de elementos ( RFX) para tener una mayor comparación, precisión y evidencia para poder decir si los materiales son locales o extranjeros”, señala Zamora.