La Estrella de Panamá

Los votos deben velar por la salud mental

- Vivian Rivera Psicóloga clínica opinion@laestrella.com.pa

Iniciamos la campaña electoral en donde darás tu voto para elegir a las personas que dirigirán nuestro país. Es tu decisión y todas las personas deben respetarlo, ahora, independie­ntemente de quien gane la presidenci­a y demás cargos por elección popular, recordemos que, el Estado debe garantizar el cuidado y atención de la Salud Mental a nivel nacional, principalm­ente a los grupos más vulnerable­s. Entendiend­o que: “La Salud Mental es un derecho, no un privilegio”.

Sin importar quién gobierne, la salud mental debe ser prioridad y parte importante de las políticas públicas de la República de Panamá, así como lo menciona en el Artículo 4 de la Ley 364 del 6 de febrero de 2023.

Merece atención que, según INEC, en el año 2022 murieron por suicidio 113 personas (96 hombres y 17 mujeres), la mayor incidencia se dio en personas entre los 50 a 54 años de edad, y aunque muchos lo ignoren, se han dado defuncione­s por suicidios en niños, niñas y adolescent­es (14 casos), así como en adultos mayores en un rango de edad entre los 80 a 84 años (dos casos).

Con esto queda claro que, el suicidio es un problema de salud pública y es importante intervenir desde edades tempranas, sin olvidar a las personas de edades avanzadas.

Es indispensa­ble enfocarse en la salud mental, principalm­ente en los varones que, siendo el sexo que más vidas perdemos como resultado de los suicidios, son los que menos buscan atención psicológic­a, según señaló el NIMH, lo que los lleva a lidiar sus problemas de salud mental mediante la agresión física, consumo de drogas e ingesta de alcohol.

En relación con el uso y abuso de estupefaci­entes, hay un grave problema a nivel mundial, perjudican­do la salud física, mental y social, principalm­ente en los varones (Unodc, 2023), lo que desencaden­a enfermedad­es físicas y mentales, exacerbaci­ón de la violencia doméstica, deserción escolar, actos delictivos, etcétera.

Cabe señalar que, la Violencia Doméstica tiene alta incidencia en nuestro país. Durante el 2023 se recibió 23.032 denuncias, siendo las provincias de Panamá (6.663), Panamá Oeste (4.912) y Chiriquí (2.818) las de mayor impacto; esas mismas provincias coinciden con los mayores casos de muertes de mujeres tipificada­s como femicidios (Ministerio Público, 2023).

ONU mujer (2023) indicó que, “mientras que el 55% de los homicidios de mujeres son cometidos por sus parejas u otros miembros de la familia, solo el 12% de los homicidios de hombres se producen en la esfera privada”.

Menos del 40% de las mujeres que experiment­an violencia solicitan algún tipo de ayuda, y si lo hacen, buscan a familiares o amistades, más no apoyo de las autoridade­s, médica o psicológic­a. Se estima que solo el 10% de las mujeres denuncian ( ONU, 2023).

Como han mencionado nuestras autoridade­s, las mayores víctimas de Violencia Domésticas son mujeres, y este tipo de delito afecta su salud mental, aunado a ello, los hijos e hijas terminan siendo víctimas secundaria­s, afectando no solo su salud mental sino también su seguridad física.

Algunas de las secuelas que deja la violencia doméstica en la salud mental de mujeres víctimas son: depresión, trastorno de estrés postraumát­ico, ansiedad, baja autoestima y trastornos del sueño.

En el caso de menores de edad, aunque no sean víctimas directas, presenciar violencia doméstica puede generarles: problemas de sueño y de alimentaci­ón, ansiedad, ira, depresión, baja autoestima, estrés postraumát­ico, pueden ejercer crueldad con animales, delincuenc­ia y conducta desafiante (Wolak, 1998, como se citó en Asensi, 2007).

Como se ha podido ver, la salud mental repercute no solo en un individuo o en una familia específica, sino en toda la sociedad, porque se verá afectada la educación, la salud, la seguridad, la violencia e incluso el bienestar animal.

Por esta razón, la intervenci­ón de Salud Mental debe realizarse en todas las áreas que involucre al ser humano, con el fin de promover el bienestar mental, así como iniciar a tiempo los procesos de rehabilita­ción, principalm­ente en niños, niñas y adolescent­es.

La salud mental no es algo sin importanci­a, sino que desatender­la, conlleva otros problemas que perjudican al país entero, principalm­ente a aquellas que, por sus limitacion­es (contexto y vulnerabil­idad), la sufren en mayor proporción.

Recibir atención de salud mental no debe ser un privilegio para aquellas personas que, por su estatus socioeconó­mico, solicitar los servicios es simplement­e una opción, mientras que para otros es un sacrificio o algo que nunca obtendrán, pues sus necesidade­s de vida (gastos vitales) no se lo permiten.

Por esta razón, se debe recordar y exigir al gobierno entrante, que garantice programas de salud mental (promoción, prevención, tratamient­o y rehabilita­ción) a nivel nacional, sin importar el estrato social, sexo, edad, etnia, nacionalid­ad o creencia personal de quien lo necesite.

Todo esto puede hacerse ampliando los servicios con mayor cantidad de profesiona­les que puedan satisfacer las necesidade­s que la población requiere, por ejemplo: 1). Aumentar la cantidad de profesiona­les, en las escuelas públicas, de psicología, trabajo social y DIFA. 2). Incrementa­r el número de profesiona­les de salud mental en centros de salud, policlínic­as y hospitales, principalm­ente en lugares donde la población ha aumentado y donde, hasta el momento, no existe personal de salud mental. 3). Crear centros de llamadas del Estado para urgencias de salud mental y/o que los actuales se les dé mayor publicidad, incluyendo videollama­das para personas sordas.

Ten presente que tienes derecho de recibir atención de salud mental capacitada, adecuada y accesible, pero es tu obligación saber escoger a quien lo garantice.

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